Alicante y la nueva interpretación del vino

6 mayo 2021

Alicante es una de esas regiones productoras que cuenta prácticamente con todos los argumentarios elaboradores de hoy en día: una mini legión de vinos históricos, los fondillones, un gran grupo de vinos de vocación comercial con uvas de todo tipo de climas y procedencias, y vinos de su históricas uvas locales, la monastrell y la moscatel de Alejandría.

El éxito de toda denominación de origen radica en el equilibrio que den a estas tres patas, y en gran medida a la vinculación que el gran consumidor haga de esta región productora a sus variedades propias. Nadie pone en duda que hablar de Rioja es hablar de tempranillo, graciano, mazuelo o de garnacha y viura. Y así es a pesar de que en su cartera tenga uvas tan dispares como la verdejo, la sauvignon blanc o la chardonnay que poco tienen que aportar a su buen nombre.

Alicante como denominación de origen es consciente de ello y por eso dedica tiempo y recursos, y hace bien, en reforzar la imagen de sus monastreles, de sus moscateles de la Marina Alta y de sus históricos fondillones, pues esto dará forma a la región e impulso a sus productores. 

Tras vivir años somnolientos, en los que el devenir comercial marcaba la pauta elaboradora más general, lo cierto es que se ha potenciado el valor de lo propio, hasta el punto que van saliendo nuevos fondillones, vinos que requieren de mucho tiempo de crianza para su embotellado y que, por tanto, no se pueden hacer de la noche a la mañana.

Nuevos caminos por recorrer

A estas tres ramas elaboradoras se le acaba de sumar una cuarta más, una nueva elaboración que puede completar el círculo y que podría traer grandes noticias a la región. El pasado año la Guía Peñín cataba por primera ver el vino Pepe Mendoza Giró de Abargues 2018, un vino cuyo estilo se puede interpretar como una evolución de su mítico Estrecho (monastrell), pero que da un paso más en la materialización de un vino elegante y muy local. Este vino fue calificado como Vino Revelación de la Guía Peñín 2021, y no sólo por su calidad, sino porque representa una nueva vía de trabajo para el resto de productores, lo que podría impulsar una pequeña revolución en esta denominación de origen.

 Pepe Mendoza

Alicante ha de comprender que este mensaje que llega a través de un nuevo vino y estilo debería calar entre los productores de siempre y también servir de reclamo, y así esperamos que sea, para que en el futuro los jóvenes se establezcan en sus pueblos y se animen a crear microbodegas con el potencial de hacer crecer los vinos de más calidad, aunque estos sean escasos en número de botellas.

Este fenómeno microproductor ya está calando en países como Italia, Francia y también poco a poco en España, así que conviene abonar el terreno para que tenga su impacto en la zona. ¿Cómo? Facilitando a los jóvenes ganarse la vida a través de este ancestral oficio, dándoles cobijo y protección desde la propia institución reguladora y desde los diferentes estamentos políticos y formándoles.

Nadie duda de que en toda región vitícola tenga que haber productores de todo tipo. El éxito consiste en tener capacidad de ofrecer vinos a todo tipo de consumidores; un vino de Alicante para los menos entendidos, otro para los consumidores medios y otro para los más sibaritas. Pepe Mendoza ha sido productor de vinos de todos los segmentos, ha trabajado familiarmente en la producción de vinos globales, se ha adentrado en los vinos de alta gama y se ha asentado en las microproducciones. Nadie como él para abanderar un movimiento de cambio pues además de ser uno los grandes productores de la zona, es una persona capaz de general lazos y de propagar este germen creador entre sus colegas.

¿Cuál es el éxito de esta nueva generación de vinos?

A lo largo de las numerosas catas que vamos realizando por toda España, de vez en cuando, surgen vinos que adaptándose a las circunstancias climáticas y edafológicas del entorno se acercan novedosamente hacia un tipo de vinos que hoy en día gustan a los consumidores. Hace poco Alberto Saldón, director del proyecto riojano LaLomba, reconocía en una entrevista a Guía Peñín la importancia de fijarse en el consumidor, y tiene razón. Lo que nos trajo el Pepe Mendoza Giró de Abargues es un vino mediterráneo obsesionado por la frescura racional del entorno y por mostrar el carácter del suelo a través de su variedad giró, que no garnacha, ojo, a través de trago más suave, menos estructurado y maduro, tendencia en muchos vinos levantinos. Esta `nueva’ tipología encaja en el mercado por partida doble, primero por centrarse en la elaboración de uvas locales, ya de por sí un argumento de venta en los tiempos que corren y también por alejarse de los vinos hiperconcentrados y alcohólicos que ya no se demandan tanto.

Rafa Bernabé, un pionero incomprendido

Aunque hoy hablemos de Pepe Mendoza como instigador de este posible movimiento regenerador, existe un antecedente que visto con perspectiva nos muestra que este camino ya fue recorrido antes por un lugareño, Rafa Bernabé. Los vinos de Bernabé, a través de su por entonces bodega Viñedos Culturales (Beryna), vinos como Los Cipreses de Usaldon, marcaron este nuevo camino con anterioridad. Hablamos del tiempo en que editamos la Guía Peñín 2011. Desgraciadamente, los vinos de Rafa llegaron demasiado pronto. Estas elaboraciones “arriesgadas” se veían como una locura por muchos productores y no generó una cadena de reacciones como esperamos que lo haga ahora Pepe Mendoza Giró de Abargues. Lamentablemente, Rafa Bernabé colgó el hábito bodeguero hace años para dedicarse a su negocio de toda la vida, los cítricos, donde también nos consta que es un pequeño revolucionario de lo natural y coherente. Sin embargo, el vino lo lleva en la sangre y no podrá mantenerse por mucho tiempo fuera de él. En realidad, les anticipamos que ya está pensando en nuevo proyecto familiar, en el que él y su hijo se unirán para volver a dar rienda suelta al proceso creativo del vino y a la búsqueda de la esencia del terreno.


 Rafael Bernabé

 Pepe Mendoza y Rafael Bernabé

El camino emprendido por Rafa Bernabé es muy similar al que hoy día recorre Pepe Mendoza. Estas dos versiones del germen creativo del vino alicantino estaban predestinados de alguna forma a encontrarse. Y así será, porque ironías de la vida, estos dos bodegueros ya están trabajando en la elaboración de un vino de creación conjunta, lo que supondrá el encuentro de dos importantes interpretaciones del vino del lugar, dos figuras imprescindibles para el vino alicantino.

El tiempo dirá si el camino que se ha abierto ante la D.O. Alicante es recorrido por sus productores. De momento estos años se antojan apasionantes para los que nos gusta mirar más allá del vino. Si todo va bien se avecinan años buenos para los vinos locales de esencia mediterránea.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín