Rueda y su lucha por la diferenciación

31 marzo 2022

Cada año que nos dirigimos a Rueda a catar las nuevas cosechas de sus vinos nos damos cuenta de lo bien definido que tienen el estilo de sus vinos. Sus sauvignon blanc conviven entre los matices balsámicos, tiólicos y frescos de esta variedad, y su verdejo, la reina del lugar, goza de la definición varietal más absoluta.

Del fenómeno de Rueda hemos hablado en anteriores ocasiones. Se trata de una zona cuyo crecimiento en las últimas décadas ha sido abrumador. Nos encontramos ante la Denominación de Origen que más ha crecido en los últimos 22 años. Para hacernos una idea de la magnitud de este crecimiento, decir que en el año 1999 (Guía Peñín 2000) la D.O. registraba 6.000 hectáreas de viñedo, mientras que a día de hoy el número de hectáreas amparadas ascienden a 20.610, según los datos facilitados por el Consejo Regulador a la Guía Peñín, lo que supone un crecimiento del 243% en el periodo comprendido entre 1999 y 2021.

¿Por qué creció tanto esta Denominación de Origen?

Podemos decir que el gran éxito de Rueda viene de la mano de su verdejo, una variedad blanca en la que trabajaron duramente hasta concretar su perfil. Había tantos y tan importantes agentes productores buscando definir lo más fielmente esta variedad que la identificación del estilo más primario no tardó en llegar. Aclarado tanto el perfil varietal que debía dar, como las levaduras que se debían utilizar para que así fuera, se vio la posibilidad de mecanizar y en cierta medida industrializar un proceso que haría que el vino de Rueda pudiese llegar a todos los rincones de España a un precio competitivo. Nacía el fenómeno de Rueda y con él la llamada inversora de otros grandes grupos y bodegas que no querían perder la oportunidad de producir vino allí. Debido al éxito del estilo de vino y a la gran demanda, durante muchos años se pagó el verdejo a 1€ kg, lo que provocó una explosión de plantaciones en una zona agrícola que había subsistido gracias al cereal de secano. La mayoría de los dueños de terreno se apuntaron a este tren, pero no todos con cabeza. 

En los últimos años sucede que hay más Kg de uva que demanda real, lo que ha provocado que el vino se tenga que vender a precio y más si tenemos en cuenta la vocación de elaborar vino del año en la propia DO. Cerca del 75% de los vinos catados han sido de la última cosecha en curso.

Resulta comprensible que la denominación de origen adoptase  este estilo como dogma pues les había dado las llaves de entrada al gran comercio del vino blanco en España. Habían dado con la tecla para producir vinos identitarios, con un gran equilibrio y también con una gran calidad global. Sin embargo, este afán proteccionista corría el riesgo de transformarse en un fenómeno de consecuencias negativas si no se le ponía fin.

Viñedo en Rueda

El vino de Rueda entró en el ideario español como un vino fresco, varietal y barato, una imagen que se ha tratado de modificar en los últimos años. El problema nacía fundamentalmente de la mano de las bodegas más volcadas en la calidad, que encontraban cierta dificultad en vender sus mejores vinos a precios más altos. Quizá toda esta historia nos recuerde a lo vivido por Cava en los últimos años.

Conscientes de los bajos precios de venta al público y de que Rueda estaba alimentando una imagen que chocaba directamente con los valores de sus vinos premium, la D.O.  decidió crear en 2021 la distinción de Gran Vino de Rueda, un sello que intentaba transmitir los valores de los grandes vinos del territorio a través de ciertas limitaciones en su producción, ligadas fundamentalmente con el rendimiento por hectárea, la edad media del viñedo y la extracción de la uva.

“El objetivo es que los enólogos de la zona puedan experimentar y obtener el máximo potencial de las variedades permitidas, en especial de nuestra uva autóctona, la Verdejo. Queremos demostrar su versatilidad y capacidad de envejecimiento, elaborando vinos que posicionen a la marca Rueda en la alta gastronomía” afirmaba Carmen San Martín, entonces presidenta de la Denominación de Origen.

La idea es positiva, sin embargo, mientras por un lado se busca demostrar esta versatilidad, por otro, en las catas de calificación, se impide salir a todo aquel vino que no siguiese el santo patrón estilístico. Este exceso de celo en la protección de un estilo global de Rueda les ha llevado a homogeneizar tanto la cata de sus vinos que llega un momento en que todos parecen iguales. Frescos, herbales, con buena acidez y muy equilibrados, pero muy similares unos a otros. La gran diferenciación la encontramos en las crianzas con lías y sobre todo en aquellos que de alguna forma han querido arriesgarse con el concepto tiempo y el desarrollo de aromas y sabores propios de su evolución en botella.

Los Grandes Vinos de Rueda

Rueda cuenta entre sus filas con vinos de alta calidad, como hemos podido comprobar tras analizar más de 220 muestras en nuestra última visita. Puede consultar todas estas catas y valoraciones de sus vinos pinchando aquí. Grandes vinos que van desde sus excelentes y tradicionales vinos Dorados, toda una genialidad, hasta los blancos con cierto envejecimiento, ya sea con sus propias lías o en barrica. Sin embargo, algo se está perdiendo en el camino de Rueda, donde el 42% de los vinos catados alcanzan o superan los 90 puntos. Otras zonas como Valdeorras (el 63% de sus vinos alcanzan o superan los 90 puntos) o Rías Baixas (64%) parecen haberles tomado la delantera en la lucha por ser el elaborador top de vinos blancos en España, y eso pese al potencial de las viñas viejas con el verdejo tradicional de rendimientos ajustados. Resulta inverosímil ver cómo se cierran las puertas a otras elaboraciones o a las visiones que aportan estilos nuevos. Muchos de estos vinos rechazados acabarán etiquetados como Vinos de la Tierra o como Vino de Mesa, cuando podrían estar aportando contenido y diversidad a la propia denominación de origen, algo que acabaría por beneficiar a todos sus productores.

Gestionar una DO con bodegas que producen tantas botellas siempre es complicado y si no que se lo digan a Cava. Pero si Cava ha sido capaz de imprimir un cambio a pesar de concentrar en pocas manos una buena parte de su producción, Rueda también puede. Todos los consumidores entienden que en una DO debe haber representantes de todas las calidades con un amplio espectro de precios. También entienden que aunque existe una tipología de Rueda, rasgo que los hacen identificables con su origen, también tiene que haber una mayor diferenciación entre productores.


Una forma interesante de hacer crecer toda esta creatividad productora pasaría por aflojar un poco los parámetros por los que un vino pasa o no el corte de calificación, centrando el eje y la restricción en la calidad y no tanto en lo puramente tipológico. Quizá el problema sea entender de una forma tan encorsetada el concepto de tipológico, cuando nunca ha habido problemas en aceptar los vinos ultratropicales en variedades que de por sí no lo son. Otro paso importante podría ser la creación de criaderos enológicos, espacios donde se permita la entrada de jóvenes productores para que elaboren en unas instalaciones comunes. Hay que facilitar la entrada de los jóvenes en cada zona productora, y éstos han de sentir que pueden crear bajo la  protección de la DO. Una de las denominaciones de origen más trascendentes en la elaboración y comercialización de vino blanco en España tiene ante sí fuertes retos y responsabilidades. Los primeros pasos como la distinción del Gran Vino de Rueda ya se han dado, y contamos con que sea el primero de muchos. Esperamos que los próximos años sean apasionantes y la gran explosión de Rueda y sus grandes vinos llegue de una vez por todas para quedarse entre nosotros.

    Escrito por Carlos González, director de la Guía Peñín
    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín