El menú degustación en lo sensorial
Lo que intento explicar no es la ingesta del gran número de platos que, para muchos, yo incluido, somos capaces de probarlos en su totalidad, sino el impacto papilar por la sucesión de sabores que, dentro del minutaje impuesto, el cerebro, en relación con los sentidos, difícilmente puede procesar con claridad. Me refiero sobre todo a los restaurantes “tresestrellados” en donde se sirve un bocado tras otro, en una cadena en la que no puedes parar si no lo avisas con antelación. En esta situación no te da tiempo a hablar de otros temas con el resto de la mesa que no sean referidos al plato. Tu capacidad sensorial llega un momento que queda mermada, no tanto por haber alcanzado la plenitud, como por una cierta fatiga perceptiva con el impacto todavía reciente de los sabores anteriores. Como catador de vinos esta experiencia la igualaría a una degustación en donde apareciera una batería de copas para probar un cru de Burdeos, un gran oloroso, un tinto de Jumilla de calidad, un sauternes, un complejo albariño y un fino en rama. Acabaría agotado e incapaz de expresar realmente las bondades de cada vino por las diferentes e impactantes huellas de cada uno enlazadas en la degustación.