El incomprendido vino corriente (II)

4 octubre 2021

En el capítulo anterior comentaba el hecho de que algunos colegas me fustigan por mi cercanía a los vinos del lineal, de baja estofa y faltos de perfil intelectual. Pero también señalaban que hago un flaco favor al sector al “promocionar” unos precios tan bajos que merman la rentabilidad de muchos cosecheros. Sin embargo, el asunto es más complejo sin perder de vista el bolsillo del consumidor al que me debo, de ahí que hable de ellos.

Que quede claro que mi intención en hablar de los vinos baratos no es de ahora. En 2003, en la desaparecida revista Sibaritas creé una sección-guía de los vinos del supermercado en donde, con más pena que gloria, se podía encontrar algún chollo. Hoy estos vinos pueden entrar en la cotidianeidad más exigente de los aficionados.

¿Por qué el vino corriente es tan barato?

La razón de que el vino corriente, común o del lineal del súper sea más barato que sus homónimos extranjeros parte de su condición de su origen agrícola y que se agudiza más en nuestro país. La Naturaleza impone que la uva hay recolectarla todos los años como un principio sagrado y litúrgico, se venda o no se venda el vino. A diferencia de Italia y Francia, donde el gremio es más poderoso y unido en sus reivindicaciones, el nuestro, constituido por un potente sector de cooperativas que maneja el 50% del viñedo nacional con una histórica tradición del granel, baja los precios hasta el límite casi del coste, al no existir la defensa colectiva de precios mínimos rentables ante la presión de las grandes corporaciones envasadoras. Incluso las cooperativas que embotellan cuando el mercado aprieta llegan a conformarse con ganar solo con la materia prima (entre 40 y 60 céntimos por litro) con un beneficio cero en el envasado y botella (coste 1,60 €). Pero también se sabe que las cooperativas obtienen las ayudas más generosas por parte de las Administraciones. Llama la atención que los precios de los vinos navarros son, con los manchegos, los más rebajados, precisamente donde el cooperativismo está más arraigado. Bastantes bodegas que manejan estos precios, incluso algunas haciendo dumping, venden a pérdidas obteniendo solo el “beneficio” de retener al cliente.  No solo el dumping es privativo de las bodegas sino también por estrategias de las grandes superficies que viven con la obsesión de aliviar stocks. Tanto el granel anónimo de las bodegas como las desconocidas marcas propias y ajenas del híper están sujetos a estos vaivenes.

Este asunto se arreglaría regulando a nivel estatal un precio mínimo de los productos agrícolas como es la uva, pero chocaría con la Comisión Nacional de la Competencia que lo impide respaldando el libre comercio. Los australianos, con ese pragmatismo anglosajón que los distingue, regulan el precio no vendimiando, dejando las uvas al goce de los pájaros. En España emocionalmente es imposible.

¿Cómo se hace el vino corriente?

Hoy el panorama del vino corriente es muy distinto. Ya no existen vinos con este retrato que antaño implicaba defectos. Hoy quien hace el vino así es porque se lo piden algunos parroquianos de la España profunda, acostumbrados a los gustos evolucionados y recocidos por la pasteurización. Las bodegas que son capaces de elaborar vinos de más calidad, pero se abstienen de hacerlo porque perderían a sus parroquianos tradicionales. En los primeros 10 años de la Guía Peñín estos vinos defectuosos alcanzaban entre un 20 y un 30 por ciento de las marcas reseñadas mientras que hoy son una rareza. 

Hoy el término “corriente” no es adecuado, ya que por corriente se denominaba al vino cotidiano-alimentario de antaño. El actual es un vino tecnológico, término que suena a diabólico para los que amamos al vino como obra de la inteligencia y sensibilidad humana. Sin embargo, la técnica industrial ha sido la salvación de estos vinos proletarios con una mejora sustancial de la calidad. Permitidme esta licencia: Tecno por técnica física y lógico por la consecuencia de aplicarla, dan como resultado vinos sin ningún defecto.

Vendimia mecanizada

Viñedo. - Estos vinos proceden de viñedos irrigados en su mayor parte y vendimiados, bien por máquinas móviles, o manualmente sin selección de racimos. Las uvas son transportadas en remolques a las tolvas de recepción. Las uvas de maduración entre los l2 y 15 grados de alcohol en relación a su potencia de azúcar no son uniformes (racimos ligeramente verdes y otros ligeramente sobremaduros incluso algunos pasificados), generalmente de rendimientos superiores a 8.000 kilos por hectárea y, por lo tanto, con menor expresión varietal.

Elaboración. -  Son vinos codificados informáticamente, sobre todo en las bodegas de grandes volúmenes. El control de temperatura, la asepsia por la elaboración y conservación en depósitos de acero inoxidable o cemento con tapa hermética, preservan la frutosidad y sin ningún regusto químico porque se conserva con gas inerte en envases cerrados y apenas adicionado con anhídrido sulfuroso en dosis mínimas reguladas por ordenador. Asimismo, las prensadas de las uvas son más enérgicas con un mayor aprovechamiento del mosto. La fermentación se realiza de un modo aséptico en grandes depósitos de acero y su conservación está asegurada de oxidaciones intempestivas. Antes del embotellado el vino se estabilizará por frío con los filtrados correspondientes. Su capacidad para la crianza en barrica es limitada.

Crianza. - En general, la mayor parte son vinos sin crianza y si acaso adicionados de chips o duelas de roble mantenidos en los depósitos de acero que, practicado con sabiduría, le quita al vino su bisoñez y las notas fermentativas sin restarle frescura.

Características. - Son vinos francos de nariz, equilibrados de acidez y alcohol, sin ninguna personalidad varietal pero agradables, fáciles de beber y para un correctísimo acompañamiento de la comida diaria. Vinos puntuados en la horquilla entre 78 (equivalente a los briks y los “6 estrellas” con envase retornable) y los 89 puntos.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.