La bodega no tenía el aspecto de château. Más bien parecía una granja perdida entre el bosque y suaves ondulaciones de la campiña de Tunbridge Wells. Sólo se descubría el sello comercial inglés en una pequeña sala de degustación y exposición, donde libros, utensilios vinarios y hasta gorritos y delantales publicitarios se vendían a los visitantes y degustadores.
Karl-Heinz Jöhner nos atendió sorprendido de que unos españoles visitaran su bodega. Su aspecto estaba más cerca de un granjero de Frankfurt que de un “maître de chais” británico. La bodega se construyó en 1960 bajo la batuta del profesor Wilhelm Kiefer, del Instituto de Investigación Vinícola de Geisenheim, especializada en variedades tempranas, y que yo mismo visité en 2009 con José Luis Pérez Verdú.
Sin embargo, el pionero del vino inglés no fue un alemán, sino Sir. Guy Salisbury-Jones que, allá por el 1952, plantó la primera viña de poco más de una hectárea en Hambledown, cerca de Southampton. Así comenzó una renacida inclinación hacia la viticultura que originó el asentamiento, sobre todo el sureste de Inglaterra, de pequeñas fincas sin perder la especialización hortofrutícola.
El mayor viñedo de Lamberhurst es de Müller Thurgau que, en aquellos años, era el santo y seña del vino inglés. Contaba también con una parcela de Seyval Blanc, y otra de la para mí desconocida Reicheusteiner, además de Riesling y Pinot Noir, que en aquel año estaban sin producir todavía.
Me llamó la atención que el viñedo de estas latitudes debe situarse estratégicamente en laderas protegidas por bosques y mirando al norte, ya que el peligro de fuertes vientos y lluvias viene del sur y suroeste. En aquella visita ya había casi 50 viticultores ingleses, de los cuales más de treinta se hallan en el Condado de Kent (sur de Londres), zona que al parecer disfruta del clima más benigno de la isla. Hoy ya son más de 200 viticultores. Me contaba Karl que "el cuidado de la viña con cepas de 2 metros de altura es excepcional. Por razones obvias, las uvas maduran pronto pues se buscan vidueños con estas características, aunque la cantidad de azúcar concentrada en la uva sea insuficiente. Solemos chaptalizar, o sea, la adición de azúcar, para elevar el grado alcohólico".
Cada cinco o seis hileras se alzaba una barrera de cintas de caucho que frena los embates ventosos. La instalación cuenta con un sofisticado sistema de riego gota a gota para unas cepas que, habituadas a la humedad, no resisten los períodos secos como las uvas meridionales. Parte del viñedo se asienta sobre lomas situadas a setenta metros sobre el nivel del mar en terrenos de arena y arcilla de excelente drenaje.
Los vinos ingleses hoy
En aquella visita en 1980 al vino inglés, la graduación alcohólica no sobrepasaba los 8º y, por lo tanto, no alcanzaba la graduación reglamentaria de 10º u 11º, lográndolo con la chaptalización. La híbrida Müller Thurgau y la franco americana Seyval blanc no podían evitar la elevada acidez, que más tarde se solucionaba con azúcar.