Retratos: Mauricio Wiesenthal, el intelectual del vino

25 March 2025

Para mí no existe ningún escritor de enorme peso intelectual que sepa tanto de vinos como Mauricio Wiesenthal. Es, posiblemente, el novelista y ensayista que más ha escrito sobre el vino con la erudición de un enólogo, pero desde una mirada sociológica e, incluso, con destellos arqueológicos, con una biografía que no cabría en esta página, por eso particularizo solo su perfil vinológico.

Pienso que sus profundos conocimientos sobre el vino le deben venir por su condición de historiador, descubriendo que esta bebida ha sido una constante en el uso y costumbres de la sociedad mediterránea en el devenir de los siglos. Su sabiduría sobre el asunto no camina por la retórica literaria sino por el conocimiento irrefutable probado con 5 libros publicados. Un personaje capaz de asombrar al más riguroso de los enólogos, siendo galardonado en 1992 con la Copa de Oro de los Enólogos de Cataluña. Pero esos cinco libros son una exigua parte de su bagaje como ensayista, biógrafo, novelista, profesor universitario, historiador, viajero y enciclopedista. Leo por ahí que fue hasta cantante en la bohemia parisina viviendo, como no en un ático.

Mauricio, sobre todo, es un lector empedernido. Este atributo tan elemental cobra en este personaje una dimensión de tal magnitud que lo que lee no lo guarda en la memoria como cualquier mortal, sino en el alma que, sin perder su raciocinio, le permite llegar más lejos en sus conocimientos que, irremediablemente, configuran una escritura profunda, nítida, rigurosa y, sobre todo, cultísima.  

Nació en Barcelona en 1943, cinco días más tarde que yo. Tuvo la cuna de vivir con su familia en el palacio de los Domecq. Por eso a veces se le escapa el acento jerezano culto, aunque por su planta parece un tirolés pero sin llevar el calzón tiranteado ni el sombrero con pluma regando la flor de edelweiss, ha gastado casi todo el tiempo en escribir y viajar. Llega a presumir de su mestizaje de sangre castellana por su madre, alemana por sus abuelos y sueca por una bisabuela. Es un trotamundos bohemio pero elegante, que viste con su chaqueta cruzada y pañuelo floreado a la altura del corazón.

Una frase memorable de Mauricio que leí en una entrevista: 

Mauricio Wiesenthal cabecera

“Soy resistente y libre como un caballo árabe, visto como un inglés y pienso bastante como un judío”.

Mi última conversación telefónica con él fue cuando estaba enfrascado en escribir mis memorias hace un año y medio y le pedí consejo sobre cómo centrarme en el asunto y no dispersarme. “Lo mejor, me dijo, es irte a esa casa de tu pueblo leonés sin ordenador y sin móvil. Descubrirás lo capaz que eres con la mente concentrada en tus apuntes y recuerdos”. Entonces pensé que tendría que desempolvar mi Olivetti o escribir a mano, como hace Juan Manuel de Prada. Fue imposible.  

Mi primer encuentro con él fue en 1986 cuando me pidió colaborar en la Enciclopedia del Vino, de la que él era coordinador. Posiblemente, la mejor enciclopedia editada en fascículos en España que, con la ayuda de expertos que en ese año figuraban en el palmarés nacional, contribuyeron a consolidar mis conocimientos del vino mundial. Mauricio estaba fiscalizando toda la documentación después de escribir El Testamento de Nobel, cambiando la chistera de escritor por la de divulgador del vino. Una bebida que, para él, no es un aderezo para su inspiración, como ha sucedido con gran parte los escritores sobre todo del Siglo de Oro, sino que ha ahondado en lo molecular, en el sentido de la fermentación, lo que se cuece en las barricas, en las raíces de la viña y, sobre todo, en la sociografía de una bebida que nos ha acompañado durante milenios. Ahí están El gran libro del vino sobre viticultura y enología y la soberbia Enciclopedia del Vino. Leyendo estas dos obras pensaría que el autor se ha sentado en las aulas de las más señeras universidades del vino. Los relatos sobre las anécdotas de grandes eminencias en su relación con esta bebida, que describe desde los tiempos mesopotámicos hasta hoy, son un dechado de rigor y documentación.

Foto de Mauricio Wiesenthal en blanco y negro.Foto de Mauricio Wiesenthal en blanco y negro.

Miguel Torres se fijó en él por su dimensión intelectual y serviría para dotar de humanidades el mensaje de sus vinos y marcas y de su historia a través de la citada enciclopedia y de la revista Comer y Beber, entre otras iniciativas. Entre sus innumerables viajes y su largo tiempo escribiendo se refugia, cuando puede, en casa de Miguel Torres para disfrutar del vino. 

Su escaso tiempo ocioso lo emplea tocando la flauta travesera, que lo hace con primor y entrega.

En 1999, Espasa Calpe me encargó elaborar un diccionario del vino dos años antes del que escribió Mauricio con Salvat. Si hubiera sido al revés, seguramente mi edición se hubiera enriquecido aún más con el enorme saber de este barcelonés. 

A pesar de ello, publicó este mismo diccionario ampliado en la editorial De Vecchi con más de mil páginas. 

Le pedí que colaborase con mi revista Sibaritas con el título, Episodios del vino, en donde relataba un anecdotario de personajes históricos en sus relaciones con el vino incluso con sus intrigas y desmadres. No pude retenerle como columnista el tiempo que hubiera deseado por sus grandes y obligados compromisos literarios