Tulonio 2021, la Labastida blanca, mazuela y elegante
Cuando se dice que La Rioja es la tierra de los mil vinos es porque los tiene, aunque muchas veces el mensaje se detenga en los vinos de categorías como crianza, reserva o gran reserva. Hay una vida muy interesante más allá de esos vinos de tempranillo que tantas ventas genera. Cada año nos topamos con alguna bodega que usa su ingenio y las diferentes variedades y suelos que les ofrece la DO para contribuir a crear una imagen más diversa del vino de Rioja. Sin embargo no es nada fácil destacar en una denominación de origen con el nombre de Rioja, donde hay más de 500 bodegas luchando por abrirse hueco y encontrar su espacio.
Un poco de historia
Bodega Tierra es un pequeño proyecto ubicado en Labastida, en plena Rioja Alavesa. Se trata de un proyecto gobernado por dos hermanos, Carlos y Fidel Fernández, tercera generación de viticultores. Su historia arranca con los viñedos de Emilio Fernández, su abuelo, uno de los fundadores de la cooperativa de Labastida en 1964. Viñedos que formaron parte de esta cooperativa hasta que en 1988, su padre Fidel Fernández (2ª generación), abandona la cooperativa con sus viñas y funda la nueva bodega. Bodegas Tierra comienza como casa elaboradora de vinos tintos de maceración carbónica. Su famoso Fernández Gómez abastecía a los mercados locales de Burgos, País Vasco y Rioja. Cuando la bodega pasa a manos de la tercera generación comienza a vivir un cambio.
Savia nueva para cambiar el rumbo de la casa
El cambio llega inicialmente cuando comienzan a exportar sus vinos de maceración carbónica a Estados Unidos, y es el propio mercado el que empieza a demandarle otro tipo de vinos, por lo que empiezan a diversificar hasta llegar a los 16 vinos que hoy día producen. Conscientes del potencial de sus viñedos empezaron una labor de identificación y personalización de las viñas que fue generando marcas nuevas, con personalidades diferentes. Uno de los caminos más desarrollados por los hermanos fue el de los vinos blancos, como el Tulonio que hoy nos trae aquí. Carlos es un apasionado de los vinos blancos, hasta el punto de que elaboran 7 vinos blancos en una tierra donde hasta hace bien poco el tinto gobernaba con mano hierro.
La ruptura de cabeza
En mundo de los blancos riojanos ha ido creciendo lentamente, pero de forma segura. Más allá de la clásica viura riojana, llevamos años probando tempranillos blancos, inferiores a su melliza tinta, o vinos de maturana blanca que muestran un magnífico nivel y estilo. Lo que no habíamos visto y desde luego no esperábamos ver, es una variedad mediterránea y minoritaria en Rioja como la mazuelo blanco (cariñena blanca), ofreciendo un estilo único, diferenciador y muy vivo en plena Rioja Alavesa. Cosas del vino que siempre te sorprenden.
Bodegas Tierra ha conseguido este año sacarnos de nuestro lugar de confort al demostrarnos con gran solvencia la capacidad expresiva de la cariñena blanca lejos de tierras catalanas. Se trata de un vino sorprendente por su expresividad y su singular estilo balsámico, que entendemos nace del viñedo ubicado en Labastida, a una altitud de 550 m.s.n.m. y de una cosecha que trajo consigo lluvias tardías que favorecieron la frescura de las uvas y del viñedo.
Tal y como ellos mismos reconocen, el viñedo es para ellos lo más importante, trabajan en orgánico y algo en biodinámico, pero sin certificar, para dejar un suelo con vida y mejor de lo que lo encontraron. “La vida en la viña es fundamental”. Ellos no pierden el foco en ningún momento, con una mano en el bolsillo y otra en el corazón, sin perder la cabeza en ningún proceso ni por exceso, ni por carencia. Como siempre, en el equilibrio está el éxito. Para esta familia del vino Labastida es el mejor pueblo, por el cobijo que le proporciona la Sierra de Toloño y por sus suelos calcáreos con mucha presencia de limo. “Labastida es un pueblo perfecto para hacer vinos finos de Rioja, con frescura y muy afilados. Una muy buena zona para viñedo, pero excelente para vinos blancos”, remarca Carlos. La mazuelo blanco es una variedad minoritaria en Rioja, existen muy pocas hectáreas de viñedo.
El viñedo de Tulonio es un viñedo joven plantado en los años Noventa sobre un suelo arenoso de canto rodado. El vino no llegó con su mejor cara desde su primer embotellado, hubo errores previos. Hasta cuatro fracasos según nos cuentan sus creadores. El punto deseado llegó gracias a una fermentación con racimo entero elaborándolo en huevo de porcelana. La idea era evitar grandes oxidaciones y favorecer un proceso de elaboración más lento y pausado, de ahí la elección del cemento y del huevo como forma del recipiente. Tulonio, el dios celta que protegía a los lugareños de las cosas malas que venían del norte, se ha encarnado en un vino deslumbrante, con un camino francamente interesante y que abre sendas poco exploradas en la transitadísima Rioja.
Un vino que nos hace pensar si toda la historia del vino de Rioja está ya escrita o todavía quedan vías nuevas por abrir. De momento de esta añada tan sólo se han elaborado 950 botellas, por lo que habrá que ser rápido para hacerse con una de ellas y también ser paciente si se quiere ver su presumible capacidad de evolución.