Antecedentes de la D.O Jerez-Xeres-Sherry

22 noviembre 2022

La importancia del comercio vinícola jerezano desde el siglo XVI fue de tal calibre que existían razones para que el territorio tuviera la categoría de ser región demarcada a mediados del siglo XVIII en un momento trascendental cuando las primeras familias extranjeras comienzan a instalarse en Jerez.

No hubo un personaje que, aunque fuera autoritariamente a golpe de decreto, impusiera unas reglas como ocurrió con el vino de Oporto por parte del Marqués de Pombal precisamente en aquel siglo. No obstante, en España existían antecedentes proteccionistas de las producciones locales con las Ordenanzas Reales e incluso municipales que podían haber servido para establecer medidas proteccionistas para varias localidades a la vez. Fórmula que más tarde sería el principio básico de las denominaciones de origen que implantaron los franceses en la primera década del siglo XX.

Los intereses comerciales primaron tanto de las empresas exportadoras como los de los viticultores representados por el llamado Gremio de la Vinatería, agrupación que duró desde 1733 hasta 1834. Una asociación que, aunque suene bien como protectores del proletario viticultor, también estaban los intereses de los terratenientes integrados en el Gremio. Esta asociación gremial de cosecheros desembocó en un Sindicato de Viticultores.

El caos en la oferta de vinos era descomunal, con mezclas de todo tipo y materia prima de cualquier origen. El sherry entendido por el comercio internacional era –y sigue siendo- fruto de la sabia combinación de vinos, tipos y envejecimientos como actividad terciaria.

Las primeras tentativas

Es en la segunda mitad del siglo XIX cuando se produce un primer intento de regulación y ordenación en la producción y comercio de los vinos. La fuerte demanda británica en los comienzos de la década de los Sesenta de ese siglo y una rebaja de los derechos arancelarios en Inglaterra, no encajaban en la escasa oferta vinícola. El marco de Jerez estaba formado por los extractores (los comerciantes), los almacenistas (los que más o menos especulan con los stocks y los valores sápidos adquiridos del vino durante el almacenamiento) y los cosecheros, los cuales se encuentran en la tesitura de adquirir vinos de otras zonas como Sevilla, Huelva y Málaga.

Según cuenta Antonio Cabral Chamorro en la revista Agricultura y Sociedad de julio de 1987; estos orígenes foráneos no eran en absoluto desconocidos en Jerez. Ya en 1865 –continua Antonio Cabral- comienzan a aparecer en la prensa jerezana artículos que responsabilizan a los extractores. En 1866, con motivo de una exposición vinícola surge una ola de protestas para impedir la entrada de vinos de Huelva y Sevilla y convertirlos en “jerez”. En el año 1877 el Ayuntamiento de Jerez autoriza la estampación del escudo de la ciudad en las botas de vino a los extractores que durante un año no hubieran importado vinos de otras zonas y reunir dos condiciones: la primera, ser cosechero de viñas situadas en suelos de albariza y la segunda poseer almacenado de vinos. Existen varias tentativas de autentificar el origen como la creación de un sindicato de exportadores o el “label” que concedería el Ayuntamiento o la Cámara de Comercio. Incluso del año 1867 es un proyecto de autentificación de los vinos jerezanos por parte de una sociedad “Casa de Extracción” compuesta por cosecheros y almacenistas. Estos vinos llevarían el distintivo de “Xerez Genuino”.

Durante el Congreso Vinícola celebrado en 1886 en Madrid, hubo una propuesta de clasificación de los vinos jerezanos por parte del Ayuntamiento de Jerez, representado por Gumersindo Fernández de la Rosa. Propuso dos “marcas de origen”: “la marca entera” y la “media marca”. En la primera se contabilizaban los llamados vinos “naturales” (fino, oloroso, amontillado, palo cortado) que llevaría el escudo de la ciudad y la leyenda de “Xerez Natural”, mientras que en la segunda el vino sería de mezclas –“Xerez Combinado”- lo que permitiría incluso introducir vinos de otras zonas. Los vinos “naturales” todavía eran minoría frente a los vinos de mezcla. En aquella época era frecuente que los grandes exportadores jerezanos embotellaran vinos tipo Málaga, Oporto. La materia prima, además de la propia, procedía de Sevilla y el Condado de Huelva.

Fachada de Viuda de Ruiz de Mier

Después de la filoxera continuaron los intentos de aunar criterios entre los dos grupos confrontados: cosecheros y almacenistas. En el año 1914 se produce un importante debate tanto a nivel político, económico y periodístico como a nivel del sector implicado. “Lo más curioso –cita Antonio Cabral- es que la iniciativa partió del Centro de Unión Mercantil de Jerez, entidad que agrupaba tan sólo al pequeño comercio y en cuya Junta Directiva se encontraba un tonelero, un chacinero, un camisero y hasta un librero”. Lo cierto es que, con la estampación de la firma del presidente del Centro, se entrega al ministro de Fomento la siguiente proposición: 

1º.- Que se delimite la zona vitícola de la comarca de Jerez con los pueblos de Jerez, El Puerto de Santa María, Sanlúcar, Rota, Chipiona, Trebujena y Chiclana, incluyendo también a dos empresas que operaban en Cádiz: Lacave y Gómez y Compañía.

2º.- Que solo los vinos producidos y criados dentro de la comarca delimitada puedan usar legítimamente la marca “Vinos de Jerez”.

Mapa D.O. Jerez - Xerès - Sherry

Durante varios años y con los paréntesis que corresponden a los desajustes de intereses entre cosecheros y exportadores, Antonio Cabral concluye en su interesante y documentado artículo, que el alcalde jerezano Julio González Ontoria logró tener registrada la marca “Jerez” en 1924 gracias a la intervención personal de Miguel Primo de Rivera –nacido en Jerez- entonces Jefe del Directorio Militar, sin consultar con los bodegueros del resto de las localidades de la zona vitivinícola. Este hecho originó una cadena de pleitos que finalizaron cuando se crea el primer Estatuto del Vino en 1932 aprobado por decreto en septiembre de ese año y puesto en funcionamiento al año siguiente. En él se instaba a los sectores implicados a la constitución del primer Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jerez-Xerès-Sherry y Manzanilla de Sanlucar de Barrameda aprobándose 1935 su primer Reglamento común a las dos denominaciones. 

En el citado Estatuto del Vino de 1932 se proponía dos denominaciones: Jerez-Xerès-Sherry y Manzanilla Sanlúcar de Barrameda. Sin embargo, los cosecheros sanluqueños prefirieron integrarse en el Consejo Regulador de la primera hasta tal punto que en los primeros años la manzanilla aparecía como un tipo de vino. Fue en 1964 cuando la denominación de Sanlúcar quedó reseñada como hasta hoy.

Algunos comunicadores insisten que la primera D.O. es la riojana en 1925, pero fue como fecha extraoficial de intenciones, sin un control efectivo de la producción. En cambio, es la de Jerez que en 1935 conforma la primera certificación oficial de origen del vino en España. Todo ello sin añadir los antecedentes de 1914 cuando se creó una demarcación protegida como “Vinos de Jerez”.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.

Disquisiciones sobre el Brandy "del" Jerez

¿Cómo es posible que no hubiéramos caído en que el Brandy de Jerez es el brandy del jerez? Si tuviéramos que describirlo en una cata a ciegas, diríamos sin vacilación que se parece a un oloroso que tuviera 40º de alcohol. Aunque todos los brandies planetarios son el “espíritu” del vino, en este caso hay que añadir los matices inherentes a la crianza en las botas que han contenido vinos de Jerez.

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