Cebreros, la ficha clave del mapa de las garnachas de Gredos

3 febrero 2022

Apenas ha pasado un lustro desde la creación de Cebreros como Denominación de Origen y esta zona productora, donde el 94% de su viñedo tiene una edad superior a los 50 años, ya está mostrando una gran determinación y agilidad a la hora incorporar muchas de las variables cualitativas que otras denominaciones de origen o no han añadido o han tardado décadas en incorporar. Ventajas de ser una recién llegada. Lo cierto es que Cebreros, aún siendo joven como denominación de origen, posee una larga trayectoria elaboradora, aunque no haya estado siempre ligada a la excelencia de sus vinos.

Su nacimiento legal llegó envuelto en cierta polémica al clamar desde algunos sectores la necesidad de que esta región productora formase parte de una Denominación de Origen Supracomunitaria que aglutinase a la parte Este y Sur de la Sierra de Gredos, es decir con viñas pertenecientes a otras denominaciones de origen como Méntrida y Vinos de Madrid. Argumentalmente existía un criterio plausible para ello, crear una región productora de vino conforme a los límites edafológicos y climáticos, auténticos exponentes de la identidad de las garnachas de Gredos. Sin embargo, era evidente que ninguna de las zonas “afectadas” iba a prescindir de parte de su origen protegido, por lo que el debate estaba muerto antes de nacer. Aunque esta idea era positiva, la cerrazón que siempre envuelve a nuestros dirigentes políticos y la lógica negativa de las zonas afectadas no permitieron que nada de esto ocurriese.

El frente productor abulense del Valle del Alberche, Alto Alberche y Tiétar, responsable de la zona de mayor calidad de viñedo por tipología de suelos, altitud y por número de hectáreas, continuó haciendo camino con el objetivo de proteger su origen. Su objetivo, poner fin al paulatino abandono de los pueblos y sus campos, en parte muy vinculado a los precios irrisorios al que se pagaba la garnacha, lo que hacía que muchas viñas se arrancaran y que no se diese un relevo generacional. Además, protegiendo su origen podrían abandonar la categoría genérica de VT Castilla y León, indicación de procedencia que permitía que sus uvas acabasen en cualquier rincón de la comunidad autónoma.

El alumbramiento de la DOP Cebreros estuvo avalado por relevantes productores y en ello tuvo un papel importante Chuchi Soto (Bodegas Soto Manrique) como aglutinador de las voluntades más relevantes del lugar.

Desde la creación de esta DOP los precios del viñedo y de sus uvas se ha incrementado exponencialmente lo que ha servido positivamente para dinamizar la región, permitiendo devolver al viticultor la dignidad del trabajo bien hecho. El mejor síntoma de que este movimiento fue acertado es que ya se está empezando a plantar viña nueva, cuando hasta hace apenas 5 años se abandonaba o arrancaba.

Construyendo identidad

Existen varios acontecimientos que permitieron que la denominación empezase de la forma más efectiva. Por un lado, la llegada de Telmo Rodríguez en 1997 sirvió para dar a entender que la zona merecía la pena. No todos los días un primer espada de los vinos de calidad y un auténtico caza tesoros vitícola se adentra en una zona productora hasta la fecha desprestigiada. En sus primeras cosechas los vinos de la compañía de vinos Telmo Rodríguez aportaban calidad a una zona que había convivido con vinos de corte bajo, diseñados para ser el aporte de color y grado de vinos de otras regiones. Telmo puso entonces una visión del lugar centrada en la variedad principal, la garnacha, pero desde un punto de vista diferente a lo que hoy podemos ver, es decir con vinos contundentes, con una mayor madurez y extracción. Tras llamar la atención hacia este lugar tuvo lugar el segundo gran acontecimiento, la llegada de Dani Landi de la mano del genial enólogo Raúl Pérez, quien plasmó en la zona su visión menos extractiva y balsámica que ya venía desarrollando en sus proyectos del Bierzo y otros rincones de España. Posteriormente sería el proyecto de Comando G (Daniel Landi, Fernando García y Marc Isaart) el encargado de popularizar este estilo borgoñón de las garnachas de Gredos con vinos como la Bruja Avería, con una excelente relación calidad precio y capaz de llegar a todos los públicos.

Existe también una figura que aunque ha pasado desapercibida por los amantes de las garnachas de Gredos ha tenido especial relevancia en el nacimiento de este lugar. Hablamos de Rafael Mancebo, hoy presidente de la DO y dueño durante muchos años de la bodega 7 Navas. Su figura fue indispensable para dar a conocer la zona, ya que fueron los primeros en elaborar vinos con rasgos identitarios a buen precio. Cebreros es a día de hoy un lugar con un gran potencial por delante gracias al trabajo de algunos nombres propios.

Chuchi Soto, el revulsivo que implicó a toda una cooperativa

La llegada de Chuchi Soto al lugar en 2016 supuso un revulsivo para Cebreros, pues adquirió la cooperativa Santiago Apóstol con el compromiso de mantener los viñedos y pagar a los viticultores adscritos un precio digno por las uvas. Se trataba de todo un reto para alguien que venía de la comercialización de vinos de calidad de España. El trabajo que Chuchi Soto desarrolla en Soto Manrique se centra fundamentalmente en la búsqueda de la identidad de determinados parajes o entornos. Vinos como Las Violetas o La Mira representan la identidad de zonas concretas como Valverde en Cebreros o Los Galayos, y suponen una forma de aportar identidad a las múltiples realidades del viñedo de Cebreros. La bodega apuesta por embotellar vinos donde se aprecie el entorno a través de elaboraciones poco intrusivas, poco extractivas, sin excesos de maduración y también con poco contacto con el oxígeno.

Dani Ramos, la mirada hacia las unidades mínimas de producción

Las zonas productoras se acaban de entender cuando uno se aproxima a las figuras que más contenido han aportado al lugar. Las formas de enriquecer este discurso generalmente vienen a través del trabajo individual, es decir a través de la fe ciega en lo que uno está haciendo al margen de voces externas. Así es como actúa Daniel Ramos, australiano de nacimiento, pero de padres más madrileños que San Isidro. Este viticultor se asentó en la cooperativa del Tiemblo tras trabajar con Telmo Rodríguez, aportando un enfoque personalista y sin tener en cuenta los estilos y modas del mercado.

La visión de este viticultor se centra en construir la identidad de un lugar uniendo las pequeñas piezas del puzle del campo, vinificando por separado cada una de sus viñas para que sean ellas quienes hablen y validen el lugar, una especie de blockchain del vino y el viñedo. A este inquieto viticultor le gusta que los vinos tengan sapidez. Con este enfoque trabaja unas uvas maduras pero procesos de elaboración poco extractivos. La idea es encontrar resaltar esa sapidez que tanto le gusta pero sin excederse en una extracción que podría interferir en la comunicación con la viña de donde procede cada uno de sus vinos.

En este afán por buscar la pureza en sus elaboraciones, trabaja con bajas dosis de sulfuroso, en lo que podría llamarse una elaboración de corte natural y en cierta medida oxidativa. Para él, el oxígeno juega una parte importante en su elaboración, y por ello deja que éste trabaje como aliado en los diferentes procesos de elaboración. Según nos cuenta, esta relación con el oxígeno hace que sus vinos requieran cierto tiempo para expresar fielmente su origen. Resulta emocionante ver cómo los vinos que elabora acaban de expresar el entorno de donde nacen, como es el caso de los Chorrancos, cuya añada 2015 pudimos catar recientemente y que muestra con extraordinaria fidelidad los matices herbales y florales de su entorno, con toda la sapidez y estructura contenida que le aporta su forma de interpretar los vinos del margen izquierdo del río Alberche.

Daniel Ramos

Rubén Díaz, el punto de locura y creatividad necesario

En este dibujo que estamos haciendo acerca de las diferentes sensibilidades que conviven en la DO nos encontramos con el proyecto personal de Rubén Díaz, un elaborador de terruño que busca en sus viñas familiares hacer vinos de muy diversos estilos, desde los vinos tradicionales del lugar como de elaboraciones poco convencionales. Siente tanta satisfacción haciendo un vino tradicional, maduro, alcohólico y oxidativo como vinos poco intervencionistas con velo y criados en botas de jerez.

Este modelo de productor tiene una gran importancia en cada denominación de origen pues permite explorar nuevos caminos y ofrecer nuevas perspectivas de elaboración. No es de extrañar que fuese responsable de uno de los últimos vinos nominados a vino revelación, “Toneles del Patio” La Sorpresa Solera. Rubén es una de las figuras vivas del nuevo Cebreros y en su cabeza se dibujan vinos de perfiles poco convencionales, lo que supone aportar una forma de trabajar aperturista y creativa al entorno.

Ubicado en el término municipal de Cebreros nos ofrece una mirada a la diversidad de suelos y orientaciones de la zona, donde altitud no siempre es sinónimo de frescura. Con el tuvimos ocasión de visitar uno de los escasos viñedos de pizarra que existen en la zona, concretamente en los Galayos, donde crecen unas uvas que ofrecen un vino más estructurado y sápido.

 Profundo conocedor de la historia enológica del lugar sus trabajos buscan ofrecer diferentes visiones e interpretaciones del lugar, unas veces sutiles y frescas y otras más maduras y estructuradas. A nivel de vinos blancos además de trabajar con la local albillo real, incorpora pequeñas cantidades de la uva blanca chaselas, también llamada doré, con la que consigue unos niveles de acidez eléctricos y muy expresivos.

Rubén Díaz

Las nuevas hornadas de productores que llegan con ideas frescas

Poco a poco Cebreros está construyendo una identidad respaldada por los trabajos no sólo de los históricos de la zona, sino también con jóvenes que buscan aportar su granito de arena con trabajos artesanales como Las Pedreras de Bárbara Requejo y Guzmán Sánchez.

Bárbara, quien fuera enóloga de la bodega Soto Manrique hasta la cosecha 2021, se ha lanzado con su pareja a elaborar los vinos que a ellos les gustan, en los que encontramos esa orientación minimalista y vertical de algunos de los grandes vinos del lugar. Su mirada inconformista del lugar está abalada por vinos como Los Arroyuelos 2020, un tino regional del Alto Alberche, que muestra un rico carácter frutal con tensión y estructura o Las Ánimas 2020 procedente del paraje de las Pedrejuelas, donde se aprecia el carácter silvestre de la zona o a través de un atípico rosado de estilo provenzal, Arquitón 2020. Se trata de unos jóvenes que han venido al lugar para seguir construyendo Cebreros con su visión artesanal y pura.

Bárbara Requejo

Juanan Martín Pérez

En la misma línea de trabajo encontramos el joven proyecto Rico Nuevo, creado por Juanan Martín Pérez que aun siendo tardío en esto de la vocación bodeguera ha hecho combo con Julio Prieto, enólogo y experto técnico en el arte de la poda. Se trata de una combinación perfecta que desde Burgohondo se ha afanado por recuperar y mantener vivas antiguas viñas familiares, donde la repercusión económica es mas bien baja y donde la pasión es el ingrediente indispensable para que el proyecto siga creciendo y ganando peso en el lugar. Sus vinos buscan expresar, desde la finura, el concepto de terruño, especialmente significativo en un lugar donde conviven viñas viejas de altitud con diferentes exposiciones y por ende con diferentes personalidades.

Cebreros tiene un presente muy bien asentado con estos y más proyectos serios que buscan respetar el origen y por delante un futuro prometedor.

Últimas catas realizadas por la Guía Peñín en la DOP Cebreros

La llegada de nuevos proyectos orientados a la calidad, como la bodega millonaria de Comando G en Villanueva de Ávila, con miradas diferentes pero complementarias marcará que sea o no una de las grandes zonas vitícolas de España en las próximas décadas.

    Escrito por Carlos González, director de la Guía Peñín
    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín