Este comercio “secreto” se refiere al comercio de vinos entre bodegas y zonas. Una experiencia bastante extendida desde finales del siglo XIX cuando el origen de esos vinos era un factor secundario y solo mandaba el precio. Cuando se instituyeron las Denominaciones de Origen a partir de los años Veinte del siglo pasado apenas se frenó esta práctica, hasta que en 1980 la Rioja estableció fórmulas para prohibirlas y así respetar el nombre sagrado como era la Denominación de Origen. Una labor harto difícil en aquellos años.
A principios del siglo pasado en La Rioja era muy normal la compra-venta de vinos entre las propias bodegas históricas. En mis archivos cuento con algunas cartas epistolares entre el gerente comprador y gerente vendedor adornadas con los membretes más barrocos, algunas escritas a pluma con un texto educadísimo donde además de las condiciones de compra se daba parabienes a la familia de la bodega vendedora.
Riojas falsos
Tampoco estaba mal visto mezclar rioja con vinos de otras zonas de España. Incluso algunas disponían de almacenes propios fuera de la Rioja. Firmas riojanas de renombre como Bodegas Bilbaínas contaban con sucursales en Cariñena, Valdepeñas, Alcázar de San Juan, Noblejas, Monóvar y en La Mancha que incluso citaban en su documentación y publicidad. El comercio no tan secreto entre zonas era numeroso. Era una herencia de tiempos anteriores cuando el peso de la palabra Rioja era menor que el de las propias firmas cuyo prestigio se concretaba en su dimensión nacional. Lo importante era la marca y bodega y no tanto el origen.
Hasta 1980 las reglas de las denominaciones de origen solo estaban en el papel y no en la realidad. La vigilancia era casi nula. Los vinos de la Rioja se cotizaban más altos que hoy en proporción con los demás. Las diferencias de precio entre el vino a granel de la Rioja y los del resto de España eran abismales lo que facilitó la mezcla con vinos de Aragón y de La Mancha.
Alto Ebro