Mis primeras lecciones del vino portugués no fueron los oportos y madeiras, vinos que ya estaban anclados en la memoria de todos, sino el Dão. Era el único vino tranquilo que sonaba hace más de 40 años, si acaso el “vinho verde”. Ni Alentejo ni el Douro como vinos de mesa, hoy tan de moda, eran entonces mediáticos. Hace unos meses visité Taboella, un excelente reclamo del Dão de hoy.
Para mí aquel Dão brillaba como el rioja portugués, pero más fresco, frutal, ligero y más atlántico que hoy. Era la referencia histórica del vino de mesa lusitano. Fue la primera demarcación territorial de vinos no fortificados en 1909. Sin embargo, durante muchos años el Dão se quedó rezagada frente al auge de los vinos del Douro, Alentejo y Lisboa. Primaron los rasgos mediterráneos del Douro y Alentejo sobre los más atlánticos de un Dão que llegó a ser el centro de la variedad touriga nacional. Un fenómeno que se repitió de forma parecida con la variedad baga de Bairrada, que era más tánica, herbal y fresca y que actualmente se presenta con un mayor grado alcohólico. Quise comprobar si era posible encontrar algún vino que me recordara a aquella expresión de frescura y acidez fundida con las notas de madera vieja. Un deseo convertido en capricho que no quise transmitir a nadie porque podía ser un brindis a la nostalgia.
¿Es mejor o peor que antes? Si recorremos los listados de Parker y Robinson en la actualidad, los vinos apenas sobrepasan los 92 puntos. Yo mismo no hubiese pasado de esta puntuación en esta última vista. La presencia de la enología actual más global, mucho más técnica y precisa, ha borrado en parte la identidad territorial que percibí hace muchos años. Algo que se ha repetido en mis últimos viajes por todas las zonas del planeta.
Taboadella, la joya del Amorin
La primera referencia que me inclinó a ir allí fue Taboadella del Grupo Amorín, una bodega de capacidad media, de reciente instalación, con la ética de conservar las raíces varietales y territoriales en un contexto de alta enología y viticultura actual. Es lógico pensar que el rey del corcho mundial, como es Amorín, no entraría en un proyecto nuevo sin tratar de ser el fiel reflejo del Dão de hoy, pero con cierta mirada al pasado, como ya hizo con la bodega de Oporto Quinta Nova de Nossa Senhora.
Sinceramente, los vinos de Taboadella, aunque impecables, no me recordaban a aquellos tintos de mi pasado viajero. Es posible que el dichoso cambio climático que todo lo iguala hacia la mayor maduración de los racimos, ocasione menores diferencias entre zonas y estilos. Los daos de antes no sobrepasaban los 12º y hoy suben un grado y medio y, es más, a medida que asciende la graduación y la maduración de los racimos, los rasgos son más comunes, aunque los vinos de ahora sean mejores. Es algo muy generalizado en el vino mundial. Las diferencias pueden detectarse ligeramente en el carácter de las diferentes variedades.