Mis primeros libros de vinos

7 febrero 2023

Hoy y siempre para consolidar los primeros conocimientos prácticos del vino, es necesaria la ilustración bibliográfica. En 1975, por un lado, me aterraban los libros enológicos, cuyo contenido no entendía y, por otro, tampoco era ilusionante la referencia de los viajeros sobre lo que bebían en sus correrías ibéricas. La documentación era muy escasa, prácticamente estábamos a la intemperie más feroz.  

Steele, ensayista británico del XVII dijo que la lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio es al cuerpo. Para calibrar el presente del vino nada mejor que leer el pasado. En mis comienzos, no era tanto el contar con unos conocimientos básicos de enología y cata, dado que ya Isabel Mijares me ilustraba personalmente, sino contemplar la geografía del vino español en aquellos años. Los dos primeros libros que compré, uno en tono divulgativo, aunque un tanto lírico, se llamaba “Vinos de España”, escrito por José del Castillo, editado en 1942 y posiblemente el más nutrido de la geografía vitivinícola de aquellos años. El otro fue “La Vid, los Vinos Españoles” de Miguel Comenge, padre del actual propietario de Bodegas Comenge. El libro, editado también en ese año, de contenido vitícola con la descripción de las variedades basado en la monumental obra de Rojas Clemente en un tono entre técnico y divulgativo. No obstante, estos epítomes no fueron medulares para aprender más pero una buena introducción en el vino.

La bibliografía española sobre la materia en la primera mitad del siglo XX era técnica porque la filoxera puso frontera a una enología rural de tradición que imperaba en el vino español de tierra adentro. Por otro lado, para mí era difícil entender los libros técnicos que podrían ilustrarme, escritos durante los 80 años anteriores a mi inmersión en este mundo. Tampoco tenía la maestría de ir a las librerías de viejo para buscar esos libros que, años más tarde, con un mayor conocimiento teórico y también práctico de mis correrías por bodegas y viñas, sí me propuse buscar y que hoy forman el grueso de mi biblioteca.  

Los libros que me marcaron

En cambio, “El Gran Libro del Vino”, editado por Blume en versión española, fue para mí pieza clave para profundizar en el conocimiento. Fue un gran libro coordinado por Joseph Jobe, posiblemente el primer tomo vinícola de cierta envergadura que se traduce para España en el año 1973. Hay que añadir que la editorial Blume fue quien abrió la ventana al vino en unos tiempos oscuros al publicar algunos de los libros más importantes editados fuera en aquellos años.

Otro de los autores que me influyeron fue Hugh Johnson, con su Atlas Mundial del Vino. Su primera edición en 1971 supuso para mí entender que el vino era algo más que una bebida milenaria. Nadie ha mapeado con tanto rigor todas las zonas vitivinícolas del planeta, con un discurso asequible de quien patea la geografía, alejado de los detalles técnicos de los escritores enólogos o agrícolas. Otra de las obras que conservo como oro en paño, fotocopiado, es “La Bebida Española”, editado en 1956. Su autor y coordinador de otras colaboraciones que aparecen en el libro, Julio Tarín Sabater, desprendía el espíritu nacional del régimen franquista por su actividad profesional en gremios, asociaciones y Sindicato Vertical. Un libro de más de 1000 páginas, cuyo nombre más pudoroso, al no figurar la palabra “Vino” en el título, reflejaba posiblemente que este término a secas representaba el elemento pernicioso de la borrachera popular. En él se condensan gran parte de las historias de los hombres, bodegas y marcas de vinos de aquellas décadas. Historias que seguramente desconocen las propias bodegas. Una joya para historiadores.

Foto: Primeros libros de José Peñín

Sin embargo, lo que marcó un antes y un después de mis modestos conocimientos sobre la historia, costumbres, comercio y consumo del vino fue “Vignobles el Vins du Nord-Ouest de L’Espagne”, publicado en 1967, cuyo autor, Alain Huetz de Lemps, estuvo 14 años recopilando documentos y cartularios para convertir esta publicación en dos tomos de más de mil páginas, resultando el estudio más concienzudo que se ha hecho de los vinos españoles del cuadrante noroccidental de nuestro país.

Uno de los libros más reconocidos en la actualidad y que me impresionó, cuando lo adquirí en 1986 en facsímil, fue “Topographie de Tous les Vignobles Connus”, editado en 1866 y escrito por André Jullien. Un libro un tanto ambicioso, con un recorrido por todos los vinos del mundo. Un libro del que solo me fio (y mucho) en los contenidos de los vinos franceses y los más notorios del siglo XIX como Jerez y Oporto. Ahora bien, leer un capítulo sobre los vinos de Afganistán, las Indias Orientales o Persia, cuando a Castilla La Vieja le dedica tan solo 9 líneas, incluyendo Rioja, me lleva a un mar de dudas. Aun así, Jullien fue el primero en la historia que se atrevió en describir zonas y vinos.

Viajeros y Ensayo

Foto: Librería de José Peñín

Otra de las fuentes en las que yo me basé fue en la de los viajeros extranjeros, como Richard Ford, el Barón Charles Davillier con su obra “Viaje por España” y “España vista por los ingleses del siglo XVII” de Patricia Shaw Fairman. Otro de los recursos que me sirvieron para entrar modestamente en el ensayo literario fue “Los Vinos de Gala”, editado en 1977

Me cautivó el gran conocimiento del vino de sus autores, Max Gerard y Louis Orizet, cuya fraseología se alojaba entre la descomunal obra pictórica de Dalí, cuya reproducción servía a modo de ilustración de lujo.

“Los Vinos de Rioja” de Manuel Llano Gorostiza editado en 1973 fue para mi crucial para conocer a fondo la historiografía de esta zona. Fue la primera descripción contemporánea de los vinos de Rioja. Manolo Llano era un hombre dotado de una gran cultura. Contaba con un cierto guiño pragmático y un gran sentido de la interpretación histórica apoyado con la gran documentación de su amplia biblioteca. Con el tiempo, cualquier folleto, panfleto o escrito era fuente documental que intentaba aprovechar. Para mí fue clave en esa década cuando empecé con el vino despertando además la faceta de historiador hasta construir mi biblioteca con casi 2000 libros.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.

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