¿Qué fue de los vinos tradicionales de Málaga?

24 enero 2022

Los vinos dulces españoles han estado presentes en todos los territorios del vino agregados a los vinos secos de las bodegas con la única excepción de Málaga como zona reglamentada de vinos dulces. Hasta hace un siglo se codeaba con Oporto, Madeira, Tokai, Sauternes o Moscatel de Setúbal, por poner unos ejemplos. Sin embargo, Málaga en la actualidad no ha podido sobrevivir con sus vinos tradicionales de cara a una imagen internacional.

Lacrima Christi Málaga

Vino para consagrar

Vino para Damas

Vino quinado para niños

Hoy de aquel esplendor del vino dulce de Málaga del siglo XVIII apenas queda algún retazo. Los años cincuenta y sesenta del siglo pasado fueron de cierto resurgimiento con el “nuevo” enfoque publicitario del vino malagueño a través del vino quinado. El Ceregumil, el Aníbal, el Málaga Virgen y toda una serie de marcas promocionadas como vino medicinal, incluso para niños, sirvió simplemente para retardar la agonía de un vino sometido a las mil fórmulas mezcladoras sin control. En el año 1971 había 45 embotelladores en la ciudad de Málaga con un sólido gremio de criadores-exportadores cuyo número ascendía a 17 bodegas. El momento más bajo se produjo en los años Noventa cuando la D.O. solo amparaba a 7 bodegas sin tener el recurso actual de la D.O. Sierras de Málaga de Ronda. Una zona que en los primeros años de este siglo apareció con indudable éxito por el camino del vino seco de mesa acudiendo a vides francesas y al recurrente tempranillo. Hoy solo dos firmas sostienen el tradicional vino dulce malagueño: Bodegas Quitapenas y Málaga Virgen.

 ¿Cuál es el vino tradicional? Pues el trasañejo, el lacrima christi, el málaga pedro ximen y málaga moscatel principalmente. La gran paradoja es que hoy Málaga es más conocida por el vino dulce no tradicional como el que hace Telmo Rodríguez con su Molino Real y Jorge Ordóñez. El vino dulce que hoy acapara las máximas puntuaciones de la zona no es el tradicional oscuro y denso hecho con arrope o sancocho, sino el modelo centroeuropeo de vinos levemente dorados hechos por deshidratación por calor con menor incidencia de la deshidratación por soleado en las paseras. Vinos excelentes, eso sí, pero más cercanos a los pasitos italianos o a los de “paille” franceses.

Paseras de MálagaPaseras

Sería deseable que estos bodegueros capaces de producir unos de los mejores blancos dulces de España, decidieran hacer un homenaje a la tradición elaborando con su mejor técnica los antiguos y tradicionales vinos de Málaga. La diferencia del málaga histórico con respecto a los demás vinos dulces peninsulares es el tipo “trasañejo”, fruto de una inteligente combinación entre el arrope y la pasificación de la uva moscatel y pedro ximénez. A este valor hay que añadir los suelos pizarrosos de sus viñedos que logran los mejores y más mineralizados moscateles de España.

La edad de oro del vino de Málaga

La historia de los vinos malagueños no es baladí. Hacia 1487, por voluntad de los Reyes Católicos, se constituyó la primera organización de viticultores conocida como la Hermandad de Viñeros cuyas ordenanzas fueron confirmadas por una Real Cédula datada en Sevilla en 1500. El espíritu de estas ordenanzas parece que inspiró al Estatuto de la Viña y de los Alcoholes de 1970.

Fue en el siglo XV cuando un tonelero inglés, John Alden, llega a las costas americanas en el Mayflower y pensó en las posibilidades del roble americano para la construcción de envases de madera. Para el vino de Málaga la tonelería fue crucial para la crianza y el comercio de estos vinos generosos que, por su dulzor, mejoraría la calidad del vino e incrementaría a su vez la exportación. La palabra sack se empleaba en Inglaterra tanto para vinos dulces como secos. Tiempo después se comenzó a diferenciar el málaga sack de los sherry sack y canary sack. A finales del XVIII, los vinos de Málaga eran más famosos que los de Jerez. Participaba en las grandes subastas londinenses junto a los Tent alicantinos, Canary y oportos.

En ese siglo, a Málaga llegan comerciantes de toda Europa: británicos como Kirpatric, holandeses, alemanes, y franceses como Boussagne, Mongrand, Mimbielle, Lachambre… Aunque a menudo se asocian con industriales españoles, Antonio Ponz lamentó en su Viaje de España que fueran los extranjeros los que disfrutaran de los muchos beneficios que el vino de Málaga producía. Es en el siglo XVIII cuando recibe el nombre de “vino de la montaña” o “mountain wines” a secas, por estar los viñedos situados en los montes que rodean la ciudad, especialmente en la zona norte de la provincia, en el límite con Granada.

A finales del siglo XVIII la producción era de 150.000 hectolitros por año, de los que una tercera parte se destinaba a la exportación, casi una cuarta parte de éstos a Inglaterra, cerca de un quince por ciento a Rusia, un diez por ciento a Holanda, otro tanto a Alemania, y pequeñas cantidades a Francia. También hay constancia de envíos a América a partir de los decretos sobre libre comercio de 1778. Al igual que el vino de Oporto, Tarragona o Madeira, el gran vino de Málaga se criaba por ley en la ciudad de Málaga elaborado en las zonas del interior. Eran los almacenes situados en el puerto y en las calles adyacentes donde la necesidad de estabilización y conservación gracias a la humedad marítima y fácil logística de embarque, obligaron a desarrollar nuevas técnicas.  

Comienzos del declive

Si los ingleses siempre han sentido debilidad por los oportos y madeiras y se olvidaron muy pronto del Málaga. En el siglo XX los franceses recogieron el testigo de la sensibilidad británica y lo incorporaron a su casi inaccesible oferta. Hoy ni eso, desgraciadamente su presencia en los mercados es testimonial y, si acaso, nuestros vecinos del norte lo llegan a utilizar para las salsas. Si las cosas no se hubieran hecho chapuceramente elaborando al capricho de los compradores extranjeros, el prestigio estaría, por lo menos, al nivel de los dos míticos vinos portugueses. Nunca se reforzó la imagen de los distintos tipos, ni se incorporó como sello la utilización del arrope o vino cocido para dar color y densidad, por entenderse que era una apariencia de los vinos estufados de Madeira. Incluso el vino de Marsala que “inventara” el comerciante inglés John Woodhouse, se inspiró en el vino de Málaga y no en el de Madeira.

Viñedo de MálagaViñedo de Málaga

Después de la filoxera el cultivo de la vid va desapareciendo de las zonas occidentales de la provincia para concentrarse en la zona de Vélez-Málaga aunque con el fin de producir pasas. El antiguo “Mountain wine” o viñedo de los montes de Málaga, es absorbido por la expansión urbanística de la ciudad.

Como en tantos otros casos, el éxito pudo suponer la ruina. A finales del siglo XVIII la baja calidad del vino y la presencia, también aquí, no sólo de falsificaciones, sino el afán de construir un vino a medida del capricho del importador, supusieron un retroceso de los mercados exteriores. La crisis estalló cuando la emperatriz Catalina de Rusia protestó, en 1792, por la llegada a su bodega de cuatro barriles de vino indigno. La reacción de la Hermandad de viñeros de Málaga no se hico esperar. Inmediatamente le fue remitido a la emperatriz un barril de málaga “auténtico” y una copia del memorial Disertación en recomendación y defensa del famoso vino malagueño Pedro Ximen. Catalina quedó tan satisfecha que otorgó a la Hermandad la exención de impuestos para sus vinos en toda Rusia.

En Málaga, a diferencia de lo que ocurrió en otras zonas productoras, los comerciantes no adquirieron los viñedos de los pequeños agricultores. Por motivos económicos eran incapaces de mantener los racimos en las viñas, recogiendo todo a la vez, la llamada “vendimia redonda”, y mezclando, como consecuencia, las uvas maduras con aquellas que no estaban aún en sazón. Los grandes viñedos no eran capaces de suministrar todo el mosto necesario, por lo que el concurso de estos pequeños cultivos resultaba imprescindible; muchos de ellos estaban situados en los términos de Colmenar y Casa Bermeja, y los intentos de la Hermandad de viñeros por prohibir la entrada de dichos vinos en Málaga fracasó. Según el escritor Cecilio García de la Leña, dichos vinos eran “delgados, malos y endebles” por lo que se les agregaba alcohol buscando dotarles de un poco de cuerpo. Esta práctica fue ampliamente censurada, pero era difícil mantener la pureza cuando la adulteración permitía disponer de vino listo para la exportación en el mes de abril. La irrupción de la filoxera en Málaga, que a partir de 1878 arrasó el viñedo malagueño, es aún hoy considerada la razón de la caída del vino de Málaga, además del abandono de sus viticultores y que, según cuentan algunos autores, no fue un problema para la burguesía malagueña, sino la solución para salir de un sector que con anterioridad había entrado en crisis; los comerciantes de Málaga en vez de invertir en su negocio prefirieron llevar sus capitales a Madrid. También se entiende que el no haberse adaptado a tiempo a la elaboración de vinos generosos secos, como hizo Jerez, puede ser una de las causas de su caída junto a las dificultades de la viticultura malagueña dedicada más a la pasificación.

La Denominación de Origen Sierras de Málaga acapara el mayor número de bodegas y de marcas, todas ellas de vinos secos de mesa. La D.O. Málaga a secas es tan solo un recuerdo del pasado.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.

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