Viñedos de Álava, cuando la política manda sobre el vino y su entorno

27 octubre 2022

Llevaba tiempo sonando la canción de los Viñedos de Álava, una denominación propia para los vinos tranquilos de esta parte de la geografía española, independiente de la emblemática Rioja. Sin embargo, nunca pensamos que acabaría siendo realidad. El Gobierno vasco aprobó la semana pasada la creación de una nueva denominación de origen: Arabako Mahastiak / Viñedos de Álava. No es la primera vez que la política y el vino se ven entremezclados, algo que va en detrimento del propio vino.

Muchas denominaciones de origen están vinculadas a unidades políticas territoriales, cuando el auténtico protagonista no es la frontera política territorial sino el propio terreno y las características edafológicas que la conforman. Rioja es un buen ejemplo de solidaridad territorial, pues se trata de una de las dos denominaciones de origen intercomunitarias junto a Jumilla, sin contar a Cava, que igualmente recoge a una amplia diversidad de zonas pero no entorno a un territorio per se, sino en torno a un proceso elaborador de segunda fermentación en botella. 

En la última década muchas Denominaciones de Origen se han lanzado al ambicioso proyecto de estudiar al detalle la composición de sus suelos en toda su zona de producción. Estos estudios les ha servido para entender qué zonas pueden ser agrupadas por la similitud del paisaje y sus suelos, haciendo viable una posible zonificación en caso de que decidan dar el paso. Tenemos buenos ejemplos de zonificación basados en parámetros de suelo e incluso de calidad, los más notables son Bierzo y Priorat.

Cuando parecía que el mundo del vino se olvidaba de las disposiciones políticas llega esta noticia de Viñedos de Álava, donde la política se apresura a intentar infiltrar conceptos fuera del vino entorno a un producto. Los amantes del vino sabemos que esto no tiene la importancia que ellos le quieren dar, sabemos discernir entre la territorialidad de un vino sea un vino de mesa, un vino de la tierra, una denominación de origen o un vino de pago. Nos encantan estas argumentaciones sensoriales del vino en torno a su origen o procedencia, y les damos el auténtico valor que tienen. 

El año pasado el vino blanco Mixtura 2019, elaborado por Gutier Seijo Otero, se convirtió en el vino revelación de la Guía Peñín 2022. Este vino se basaba en la búsqueda y recuperación de viñedos históricos y de sus variedades autóctonas a lo largo de la cuenca del río Miño. Cuando decimos a lo largo de la cuenca del río lo decimos en el sentido más amplio y lógico de la palabra, es decir, basándose en limitaciones edafológicas, climáticas y varietales, lo que implica a viñedos a este y al otro lado de España, es decir, en Portugal. 

Resulta muy clarificador cómo estos vinos buscan centrarse en el verdadero entorno, climático, edafológico o varietal, olvidándose de las barreas políticas ya impuestas. No es el único ejemplo, ya en la Guía Peñín 2018 un vino con mezcla de uvas de diferentes lugares, Rueda y Rioja, con dos elaboradores diferentes, Ismael Gozalo y Benjamín Romeo, se hacía con el premio al vino revelación, al mostrarnos con su ejemplo como no existen limitaciones reales al proceso creativo del vino. 

Tanto en España como fuera de ella existen ejemplos de zonas productoras que aun llamándose de forma diferente guardan una gran similitud. Aceptada esta realidad, la lógica de hoy se centra en la búsqueda de la diferenciación real de los vinos y para ello nada mejor que la búsqueda de esa identidad en torno a su diferenciación de producto. ¿Acaso no existe en Rioja una amplia diversidad de estilos de vinos?

La nueva D.O. recién nacida tendrá que encontrar justificación incorporando a un nutrido grupo de productores entre sus filas. No se entendería sino crear una nueva denominación de origen sobre un terreno ya protegido por otra. Nos queda por ver quién decidirá prescindir de Rioja, la más famosa D.O. española, con su imponente tirón comercial, a favor de la recién llegada. Se nos antoja un camino tortuoso y quizá también innecesario.  

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín