Vinos atípicos y excepcionales para estas Navidades

Se aproximan las navidades y quizá no nos vendría mal empezar a plantearnos con qué vinos queremos hacer frente a los innumerables actos sociales y familiares que se nos vienen encima. Aunque lo habitual sería ir a los vinos de elaboraciones más convencionales, y sin duda no es una mala opción, hoy os planteamos una selección de vinos para darle un poco de rock&roll a las próximas veladas. Que se preparen vuestros invitados porque nada de lo que vais a sacar es lo habitual a sus paladares. Probablemente alguno de vuestros invitados descubran nuevos aromas y sabores en el vino.

El Dorado fue el gran vino de la zona antes de que Rueda fuera denominación de origen, un vino de elaboración tradicional que se obtiene por crianza oxidativa y que debe permanecer en barrica de roble, al menos, los dos últimos años anteriores a su comercialización. Los vinos dorados son un auténtico tesoro para los amantes de los vinos históricos, una rareza que nos hará disfrutar al máximo. 61 Dorado en Rama pertenece a la bodega cooperativa de La Seca, la que fuera también conocida como Agrícola Castellana y que hoy todo el mundo reconoce como Bodega Cuatro Rayas. Aromáticamente el vino es un espectáculo, muy complejo, con ricos aromas a frutos secos, especias dulces y ese trasfondo oxidativo tan característico en esta tipología de vinos. Afinando la nariz podemos ver un deje de su paso por velo de flor, lo que termina de completar el círculo en un vino de indudable trasfondo histórico. En la mesa se puede acompañar de jamón, frutos secos (avellanas y nueves) y quesos. El descorche de este vino abrirá un interesante debate en torno a él en la mesa, así que lo disfrutaremos por partida doble.

Hay productores que buscan con sus elaboraciones enfrentarse a nuevos retos e interpretaciones. Así vemos a Joan Marrugat en su proyecto Plana D'En Jan Microvinificaciones que posee en plena denominación de origen Penedès. Joan es la cuarta generación de viticultores, acostumbrados a producir uvas que luego eran vendidas a las grandes bodegas. Aunque siguen manteniendo su negocio familiar como viticultores, de un tiempo a esta parte alrededor de un 7% de la uva que produce se destina a la elaboración de microvinificaciones, concretamente de las parcelas con más personalidad, hasta elaborar cerca de 12.000 botellas al año entre todos sus vinos.

Camp del Cuc nos trae un visión del macabeo catalán poco convencional. Un vino poco intervencionista limpio y muy silvestre, con una rica reducción que nos recuerda al fósforo y con una boca tensa, larga y muy equilibrada. Nos encontramos ante un vino calizo, de aproximación al vino natural. Una forma diferente de adentrarte en el paisaje mediterráneo, a través de una filosofía de respeto máximo a los procesos naturales como trasfondo, pero todo perfectamente elaborado y definido.

En este viaje por la originalidad y la excelencia dentro del vino tenemos que hacer una parada obligatoria en Valencia, concretamente en Fontanars dels Alforins. Allí la pareja formada por Pilar Esteve y José Ramón Domenech trabajan por ofrecer una visión diferente y muy local de lo que el vino es en este pequeño rincón vitivinícola. Se trata de un proyecto muy centrado en el campo, en el que buscan plasmar el origen a través de variedades autóctonas y algunas incluso en proceso de desaparición. Os presentamos un vino que se sale de la tangente de principio a fin, pero lo hace con una excelente brillantez. Se trata de un vino elaborado con la uva Ullet de Perdiu (ojo de perdiz) recuperada por estos bodegueros del lugar. Sus creadores son de la filosofía de intervenir lo menos posible en el proceso de elaboración, por lo que estamos ante un vino muy puro y directo, con ligeras notas silvestres que asociamos a los vinos poco intervencionistas. La nariz de este vino es frutal, silvestre y ligeramente especiada. La boca es su auténtico motor, explosión de fruta y de sabor equilibrada por su rica acidez, un tanino maduro y equilibrado. Un vino que no deja indiferente y que permite ver que otras formas de trabajar son posibles e interesantes en el mundo del vino.

En Vinos de la Tierra de Cádiz, cada vez vemos más interesantes vinos que por su forma de elaboración todavía no están permitidos en las ilustrísimas denominaciones de origen Jerez y Manzanilla de Sanlúcar. Este Sobajanera Añina es un buen ejemplo de ello. Se trata de la recuperación del concepto de vino de pasto de las tierras de Jerez, es decir vinos que no han sido encabezados y que pueden tener o no algo de crianza biológica. En esencia muchos elaboradores hablan de que es una vuelta al vino de suelo, de origen, que al gozar de una menor intervención y de una crianza menos prolongada mantiene viva su expresión de suelo. Sea como fuere, lo cierto es que estamos ante un vino excepcional, procedente de un único pago, Añina, de Sanlúcar de Barrameda, una tierra muy calcárea que se transmite al vino con una sutil  y deliciosa salinidad. Un vino con volumen y algo de cremosidad. Descrito por sus creadores, los hermanos Blanco, como un vino con nariz de Jerez y boca de Sanlúcar de Barrameda.

El proyecto de At Roca creado en 2012 trata de poner de relieve el paisaje de Penedès a través de sus embotellados. Dentro de la casa han dado forma al proyecto Ánima Mundi donde la familia busca la expresión más genuina de la tierra donde nacen sus vinos. Es dentro de este paraguas donde se encuentra este vino ancestral. Para ser sinceros, nos mostrábamos un poco escépticos a que un vino de elaboración ancestral pudiese llegar a mostrar parte de su origen ante la falta de precisión del algunos elaboradores, pero al llegar este vino nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. Anima Mundi Ancestral Noguer Baix es un vino preciso que proviene de la sutilidad y verticalidad de la uva macabeo de la ladera norte del macizo del Garraf, una zona especialmente calcárea. Se trata de un vino muy mineral y con una gran tensión en boca. Que sea del año 2016 demuestra que la elaboración Ancestral no ha de ser única y exclusiva para los vinos jóvenes, sino que con ella se pueden también conseguir vinos de largo recorrido.

Los Orange, vinos naranjas o vinos de pieles son vinos blancos elaborados como tintos, es decir que incluyen una maceración de mosto con las pieles de la uva. Es esta maceración la que le da el clásico color anaranjado que da nombre al estilo de vino, a la par que aporta una estructura que de otra forma no tendría. Proponemos en esta ocasión que os aventuréis a entrar en el mundo de los vinos naranja con este Komokabras, un vino que llegó a nuestra copa con toda su energía y que sin duda es un trago diferente a lo popularmente establecido. La bodega Entre os Ríos es un valor dentro de la IGP Barbanza e Iria, con lo cual aporta toda la seriedad y fiabilidad a un vino nada serio. Al tener un mayor cuerpo  este vino nos permite jugar con él gastronómicamente hablando. Quizá sea el momento de dejar que sea protagonista en nuestra mesa, aunque tengamos que quitar algún vino tinto de ella.

Pocos esperarán estas fiestas que en la velada aparezca un clarete. Para muchos la palabra clarete estará vinculada a los vinos tradicionales de la Ribera del Duero, aquellos que se elaboraban con mezcla de uvas tintas y blancas y que daban placer por su frescura, frutalidad y en ocasiones por su ligero carbónico. Jorge Monzón, uno de los máximos exponentes de la nueva era de elaboradores ribereños llegó para mostrar la grandeza de estos vinos con su Pícaro del Águila, la mejor expresión de un clarete que se ha conseguido hasta la fecha en España. Es el momento de quitarse los complejos y rendirse ante esta elaboración profunda, compleja, frutal y especiada. Su larga crianza en barricas de roble francés le da el músculo suficiente para aguantar con soberbia entereza el paso del tiempo. Es más, conforme pasen los años este vino irá haciéndose más grande si cabe.