Arrayán: Las uvas de la Dehesa

29 marzo 2022

La primera vez que viajé a la frontera norte de Toledo con Madrid fue en ferrocarril en mis años veinteañeros. Sí, sí, en un tren de vapor que iba desdela estación de Goya situada en los aledaños del paseo de Extremadura de Madrid y que terminaba en Almorox. Cuando me asomaba a la ventanilla circulaba por mi nariz los aromas calientes de las encinas, tomillo y jara. Hoy esas fragancias vinieron a mi memoria el otro día cuando atravesé la Finca La Verdosa para catar las 6 cosechas más importantes que jalonan la historia de la Bodega Arrayán.     

Viñedo La Verdosa - Bodegas Arrayán

La primera visita fue en 2003 cuando conocí la imponente figura de Jose María Entrecanales (fallecido en 2008), apellido que, bajo el nombre de Entrecanales y Távora S.A., centelleaba desde 1961 en los grandes proyectos de ingeniería y arquitectura hasta terminar como presidente de Acciona. Los viñedos y bodega se instalaron en 1999 adoptando en un principio el nombre de Casa de las Cuatro Rayas, título lleno de misterio para tomar más tarde el nombre de un árbol, Arrayán, como un mensaje de la naturaleza que le rodea.     

Tocado con un sombrero de ala ancha, de presencia seductora, socarrón y algo sentimental, en aquella visita Jose María me invitó a acompañarle a dar un paseo por la finca en una calesa, conducido por él mismo como un retrato de Lo que el Viento se Llevó. “Me metió en esto mi amigo Carlos Falcó y aquí me ve. No sé de vinos, pero me gusta el escenario fuera del ámbito urbano, la viña, la tierra, el vino que nace cada año..., esta inversión me hace espectador de un mundo etéreo que desconozco pero que me impresiona por ser tan milenario. Incluso no me preocupa el fracaso, ya que esta actividad no la contemplo como un negocio más dentro de mi actividad empresarial”. 

Panorama de El Real de San Vicente 

Lo más importante para él era el campo de gamos, jabalíes liebres, perdices y aves rapaces correteando por la dehesa. Era el campo que siempre amó al que añadía un islote humano de viñas e ilusión. Jose María me comentaba divertido y fuera de juego, como sus fichajes de postín como Richard Smart en la viña y Miguel Angel de Gregorio en la bodega, hablaban del “Canopy Management” y de los taninos que no entendía. Después de la entrevista desciendo del carruaje despidiéndose con una sonrisa humanística mientras que se va alejando en su coche de caballos sin alterar el paisaje, su paisaje.

Aquella moda de los vinos concentrados

En los primeros años de vida de la bodega estaba en boga los vinos concentrados y de racimos maduros y De Gregorio no era la excepción en el diseño de unos vinos que se me antojaban correctos, pero que la participación de las uvas tempranas como syrah y merlot daban unos vinos algo licorosos que se aminoraban cuando se ensamblaban con las tardías como cabernet sauvignon y petit verdot. La D.O. Méntrida es de horizonte duro y cálido antes de escalar las primeras rampas de Gredos. En un artículo publicado en 2003, dije que sería difícil lograr vinos que superaran los 90 puntos con estas variedades propuestas por Smart. En Australia son algo más efectivas por el frescor oceánico nocturno, pero en Toledo era otro cantar a una altitud todavía cálida de los 450 metros. Aun así, el tinto Estela de Arrayan con la combinación de uvas tempranas y tardías, llegó a alcanzar los 93 puntos.

No obstante, cuando María Marsans, viuda de Jose María, contrató en 2009 a la enóloga Maite Sánchez el asunto podía tomar otro cariz. En un encuentro casual con Maite en Madrid, le dije: “creo que debes mirarte en el espejo de lo que están haciendo los Jiménez-Landi utilizando las variedades autóctonas más preparadas para este clima”. Eran los años de la “revolución del granito y pizarra” de los vinos de Gredos, cuando las garnachas y albillos alcanzaban altos puntajes. El mismo cambio que se produjo en la bodega familiar de los Jiménez-Landi al pasar de uvas francesas a las autóctonas.

Maite Sánchez - enóloga de Bodegas Arrayán

Arrayán hoy

Maite me dijo que ya estaba en su pensamiento el echar una mirada a las variedades del territorio con perfil ecológico y así años más tarde recuperaron dos hectáreas de albillo de 80 años en Almorox y una viña de garnacha en El Real de San Vicente en la misma D.O. y otra también de garnacha y albillo en la D.O. Cebreros. El resultado es espectacular. Desde la Guía 2015 cuando aparecen los vinos de estas zonas, las valoraciones comienzan a superar los 90 puntos. Y no solo la Guía con el tinto la Suerte de Arrayán garnacha (94), sino también las de Jancis Robinson (18/20 equivalente a 95 puntos), coronando las críticas de Suckling, Decanter y Parker con evaluaciones superiores a 90 puntos.

Viñedo El Real de San Vicente

No solo el asunto se queda en este cambio, sino también la bodega está acometiendo el injertar sobre la merlot y syrah situadas en la finca todo un surtido de cepas minoritarias como moravia agria y vizancho de Castilla-La Mancha y rufete y bruñal de Castilla y León, así como también la graciano, garnacha blanca y garnacha gris. Todo un empeño para que con la utilización de variedades minoritarias autóctonas tardías, mitigar los efectos del clima cálido de la finca.

Son veinte años de vinos

Para conmemorar la mayoría de edad, el pasado 16 de marzo María Marsans invitó a un grupo de periodistas a sentir palatalmente la historia de Arrayan sintetizado en 6 cosechas: 2002,2003, 2005, 2007, 2011 y 2012. Se eligió Arrayan Premium el tinto de ensamblaje de las cepas tempranas y tardías que respondió mejor el paso del tiempo.

En general los vinos pasaron sus años en botella muy correctamente. Los aromas terciarios (cuero, cedro, desván) que impone la botella comenzaron a aparecer a partir del 2007 hacia atrás. La propia estructura de los vinos de racimos maduros sostuvo con primor el volumen y sabrosidad de las variedades, con taninos dulces y suaves. No encontré diferencias notables entre las distintas cosechas. Si acaso podría destacar la 2011 por su precisión olfativa y complejidad y la 2002 por su resistencia, vejez muy viva y un ligero recuerdo del cabernet que aún persistía.

María Marsans con sus dos hijos

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.