Conversando con grandes mujeres del vino

3 marzo 2022

A pocos días de que se celebre el Día Internacional de la Mujer nos acercamos a recoger el testimonio de algunas de las grandes mujeres que cada día trabajan con éxito en el mundo del vino. Por loco que parezca hasta hace bien poco las mujeres tenían prohibida la entrada en las bodegas, en una especie de superstición prehistórica que lentamente se ha ido retirando. Sin embargo, todavía quedan algunas viejas secuelas de esta absurda situación. Llegará un tiempo, y esperamos que sea más pronto que tarde, en que la completa normalidad se alcance. Será cuando no tengamos necesidad de hablar del género en el mundo del vino, será un momento en que la profesionalidad será el único justificante a la hora de poner al frente de una bodega a hombres y mujeres. Será cuando hablemos únicamente de personas y nos dé lo mismo si el trabajo desarrollado lo hace una mujer o un hombre, pues no nos importará más que los resultados obtenidos y la labor desempeñada por cada profesional sea quien sea.

Seis mujeres del vino hablan con la Guía Peñín sobre cómo han conseguido abrirse un hueco en el mundo del vino, un mundo que hasta hace bien poco ha estado cerrado a la mujer. Seis ejemplos de cómo hacer que la normalidad sea el fondo del asunto.

Paola Medina, recorriendo el vino de Jerez

Paola Medina Sheldon (Sevilla, 1978) pertenece a la segunda generación de la familia Medina, la cual es propietaria las Bodegas Williams & Humbert. Paola se incorporó a la bodega familiar en el año 2010, donde ocupa el cargo de Directora Técnica, Enóloga y Consejera.

Como mujer ¿qué fue lo que más te costó al empezar en el mundo del vino? ¿Llegaste a sentir que ser mujer podría suponer un freno a tu carrera?

Tengo que decir en honor a la verdad que he tenido un desarrollo profesional muy positivo en este sentido. Desde mis comienzos en Ciudad Real hasta la actualidad, como enóloga, directora técnica y consejera en las Bodegas Williams & Humbert, ha ido creciendo tanto la pasión por mi trabajo como mi nivel de responsabilidad. Siempre digo que en nuestra profesión, es el vino que elaboramos el que tiene la última palabra. El vino debe ser el auténtico protagonista y no el género de la persona que está detrás, ya que además su elaboración es el resultado del trabajo de todo un equipo. Precisamente, del equipo que me rodea, es de las cosas que más orgullosa me siento: trabajar con auténticos profesionales, personas que desarrollan su trabajo con total compromiso, pasión y dedicación. 

¿Cuándo sentiste que se empezaba a derribar la barrera de género?

Nunca he sentido que el género pudiera ser un problema para desempeñar mi trabajo. No me he puesto límites a la hora de desempeñar mi labor como enóloga. En Williams & Humbert hemos puesto siempre el foco en las capacidades, en las aptitudes, nunca en el género.  El género no ha sido jamás un factor que limite o influya a la hora de decidir qué profesional debe ejercer determinada labor. En nuestras bodegas son muchas las mujeres con puestos de responsabilidad. Desde la capataz, hasta muchos otros relacionados con la elaboración de vinos y la gestión. Y esto es algo común en el mundo del vino en general. De hecho, hay grandes mujeres dedicadas al mundo del vino que desde muchos y variados ámbitos, están haciendo una magnífica labor.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que has tenido en el mundo del vino?

Durante esta etapa de mi carrera en la bodega familiar, mi mayor satisfacción ha sido poder contribuir, poniendo mi pequeño grano de arena, a la hora de mostrar la grandeza de los vinos del Marco de Jerez. Poder participar en la creación de vinos tan especiales, con elaboraciones como la crianza biológica y oxidativa a través de un sistema tanto dinámico como estático, mostrando toda la elegancia de la Albariza y que estos vinos estén visibles en lugares que son referentes. En definitiva, poder realizar mi pequeña aportación a unos vinos como los de Jerez, que cuentan con una gran historia detrás, con una enorme riqueza y versatilidad.

Victoria Torres, la mirada desde el viñedo de La Palma

Victoria Torres es la quinta generación de una familia de viticultores y bodegueros de La Palma. Su fuerza y entereza le ha servido para abrirse un hueco en el mundo del vino a base de una inspiración que se centra en los valores tradicionales y en intentar descifrar el lenguaje del viñedo.

Como mujer ¿qué fue lo que más te costó al empezar en el mundo del vino?

Seguramente fue transmitir y convencer a la gente de que era una mujer profesional, autónoma, capaz y con su propia visión y ambición. Que no solamente tomaba el relevo en la bodega familiar sino que además enfocaba mi trabajo como respuesta a mi propia búsqueda y curiosidad. En un entorno rural y en una actividad tan estrechamente relacionada con la tierra resultó aún más difícil de demostrar todo esto, con el añadido de que yo no había recibido formación académica. Me enfrentaba también al escaso valor que creo se ha atribuido al conocimiento tradicional empírico, aquel en el que la viticultura marcaba el trabajo y el resultado, basado en una forma de hacer vino que no había cambiado en los más de 100 años de historia de la bodega familiar y que para mi era el hilo coherente y con sentido en mi cabeza. Este convencimiento ha sido el que ha alimentado mi determinación y ha hecho posible y sostenible mi proyecto de vida. 

¿Llegaste a sentir que ser mujer podría suponer un freno a tu carrera? 

Nunca lo pensé concretamente ya que considero que convivimos con estos frenos en cualquier ámbito de la vida. Lo veo como una motivación interna para cambiar esa realidad. 

¿Cuándo sentiste que se empezaba a derribar la barrera de género? 

Cuando al hacerse más visible mi trabajo yo empezaba a tener la impresión de que generaba un interés genuino en mi entorno próximo. Cuando tuve la sensación de que empezaba a transmitir unas connotaciones más positivas sobre mi entorno local y mis vinos. Ahí sentí que había obtenido el respeto por mi trabajo y dedicación, al tiempo que los vinos empezaban a trascender.

He tenido la sensación de que existiendo muchas barreras de género, las cuales todos podemos señalar, muchas caen cuando superas los numerosos test de confianza en tus capacidades, cuando las demuestras. Al menos esa ha sido mi experiencia en la isla de La Palma.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que has tenido en el mundo del vino? 

Las posibilidades que abren para mi a nivel humano la confianza de viticultores mayores, que deciden poner en mis manos el cuidado de las viñas que les han acompañado durante toda su vida. El empezar a entender que es posible tener una pequeña voz que pueda tener un impacto transformador sobre mi entorno. Acceder a redes de trabajo enriquecedoras e interesantes de muchas maneras. Colaborar con otras personas y poder vivir conforme a mi opción de vida deforma independiente y siguiendo mi propia intuición e ideas.

Verónica Ortega, vinos con firma personal en el corazón del Bierzo 

Verónica Ortega es una de las jóvenes promesas del vino en Bierzo. Natural de Cádiz, esta andaluza encontró en los viñedos de Bierzo el lugar para mostrar una visión personal y poco intervencionista del vino local.

Como mujer ¿qué fue lo que más te costó al empezar en el mundo del vino?¿Llegaste a sentir que ser mujer podría suponer un freno a tu carrera?

Al empezar, cuando comenzaba a adentrarme en el mundo del vino, en la época de estudiante y más tarde en mi periodo de formación en Francia y otros países , a pesar de que por ejemplo en Borgoña aun existía la vieja superstición de que las mujeres no debían entrar en la bodega,( de hecho algunas bodegas no acostumbraban a incluir mujeres en el equipo de bodegueros ), no me resultó difícil, al contrario, fueron muy generosos conmigo en todas las bodegas que trabajé, estoy segura que la actitud ayuda muchísimo y supongo que les contagiaría con la ilusión que lo vivía, me trataron con mucho cariño… tengo un recuerdo muy grato de aquella época, muy emocionante y enormemente enriquecedor.

Quizás haya sido mas tarde, cuando comencé con mi proyecto personal cuando esto se hace mas difícil de gestionar, no sé si por ser mujer o incluso mas por mi juventud, que se hace necesario tener algo de carácter para que te tomen en serio, sobretodo porque hay que tener en cuenta que trabajamos en entornos rurales, en los que la gente mayor no está acostumbrada a ver una mujer joven tomando la iniciativa, o dirigiendo una cuadrilla, pero nunca he sentido que esto pudiera ser un freno a mi carrera.

¿Cuándo sentiste que se empezaba a derribar la barrera de género? 

En el mundo del vino si hablamos de enólogas, sumilleres o críticos de vino, la barrera del género está más que derribada. Es en el sector rural, en el trabajo en el campo donde sigue habiendo una barrera, pero es difícil cambiar el pensamiento de gente mayor, aunque con trabajo duro y determinación se ganan todas las partidas y hasta el menos predispuesto tiene que cambiar de opinión.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que has tenido en el mundo del vino?

Sin duda la gente que he tenido la suerte de conocer, de aprender de ellos y que se han brindado a ayudarme siempre. He sido una afortunada por ello y eso es algo que siempre le agradeceré al mundo del vino.

Rosalía Molina, revalorizando Manchuela

Rosalía Molina representa la fuerza, la entereza y la determinación de una persona que ha dado su vida por el vino y sin la cual no podría entenderse la singularidad y evolución de los vinos de la Manchuela de hoy.

Como mujer ¿qué fue lo que más te costó al empezar en el mundo del vino? ¿Llegaste a sentir que ser mujer podría suponer un freno a tu carrera?

Lo que más me costó es que parecía que había que demostrarlo todo, que había que justificarse para que el trabajo pareciera igual que el que hace un hombre. Que cuando salía como portavoz o como profesional o encargada de mi proyecto, parecía que transmitía lo que alguien me hubiera contado. A la hora de mostrar o compartir el trabajo enológico, a la hora de comercializarlo, en ocasiones era mas difícil todavía, dependiendo sobre del país donde me dirigiera. Afortunadamente todo ha cambiado mucho, pero entonces había que hacer ver que era esa mujer que tenían delante la que decidía sobre precios sin tener que preguntarle al “jefe” y sobre todo que no estaba detrás de esa mesa ejerciendo de secretaria de nadie. Soy bastante terca, así que no sentí que en algún momento debía de parar por ser mujer. Menos mal que hubo muchas más como yo. Gracias a todas ella hoy ya no es un lastre ni tenemos que demostrar más que nadie.

¿Cuándo sentiste que se empezaba a derribar la barrera de género? 

Ha sido poco a poco, creo que las mujeres unimos fuerzas entre nosotras aunque sea sin ni siquiera hablarnos. Si tu ves que otra ha podido, sigues adelante y así… hasta hoy que hay tantas mujeres que se dedican a la enología, explotaciones, comercializadoras... Yo tengo 3 hijos, 2 varones y una chica, y los 3 quieren estudiar enología, sin plantearse que por ser masculino o femenino uno deba hacer un determinado trabajo u otro. Algo hemos conseguido entre todos.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que has tenido en el mundo del vino?

La satisfacción para mi es ver que puedo vivir de lo que me apasiona, de ir cada día al campo y sentir que es donde quiero estar y a lo que quiero dedicarme el resto de mi vida. Nuestros comienzos fueron durísimos ya que partimos de la nada, tanto material como económicamente y ahí sí hubo dudas de si podríamos o no continuar con ello. Unos cuantos años después, muchas noches de maleta lejos de la familia y muchas horas de trabajo duro, nos han llevado hasta aquí. Esta es mi mayor satisfacción. Eso sí, si no hubiese sido por todos aquellos que nos han apoyado y han confiado en nuestros vinos, no hubiera sido posible. Es una emoción enorme cuando cruzas el mundo y ves una botella de tu vino en algún lugar impensable. Todo el esfuerzo y nuestra pasión esta ahí dentro.

Marta Casas y María Elena Jiménez, la visión joven en Cava y Penedès

María Elena Jiménez y Marta Casas, enólogas en Parés Baltà, representan la visión más joven del avance profesional de muchas mujeres que con su esfuerzo y dedicación han conseguido abrirse un hueco en el mundo del vino. Sus testimonios son un soplo de aire fresco en la nueva era del vino en España.

¿Qué fue lo que más os costó al empezar en el mundo del vino? ¿Sentisteis que ser mujer podría suponer un freno a vuestra carrera?

Nuestro caso es bastante diferente del usual al tratarse de una bodega familiar.

Por nuestra formación científica (Marta- farmacéutica y Maria Elena- ingeniera química) no nos costó mucho realizar los estudios universitarios de enología y desde el inicio contamos con la confianza de la familia para ir creciendo como enólogas, hasta el día de hoy.

La fascinación por el mundo del vino empieza de la mano de nuestros maridos, ya que hasta el momento de conocerlos nuestros caminos transcurrían por caminos bien diferentes de la viña y el vino. Ellos nos supieron transmitir esta pasión por la viña y su expresión en el vino.

Además el patriarca, el abuelo Joan, nos animó siempre a seguir sus indicaciones en viticultura y vinificación de la forma que él entendía mejor la naturaleza; el vino lo más natural posible. Él nos dio rienda suelta a elaborar y seguir tratando el viñedo de forma ecológica, y más adelante cuando nos dejó, nos llegó la chispa para empezar el camino de la agricultura biodinámica.

Finalmente, nuestro suegro Joan, siempre ha confiado plenamente en nuestro trabajo en todas sus direcciones, lo que dice mucho del carácter de la familia Cusiné.

¿Cuándo comenzasteis a sentir que se empezaba a derribar la barrera de género?

Lo hemos ido asimilando con el paso del tiempo, ya que son más notables las diferencias cunado vas evolucionando en el mundo laboral, que cuando decides entrar en él. En la facultad éramos unos 25 alumnos, de los cuales 10 éramos chicas. Poco a poco al adentrarnos en el mundo del vino hemos ido creciendo hasta el punto de crear redes e incluso grupos en los que nos reforzamos las unas a las otras, como Mujeres del Vino o CavaWomen.

Podríamos generalizar diciendo que las mujeres son más sensibles y capaces de captar detalles que los hombres pasan por alto. Pero después de 20 años de compartir catas con todo tipo de gente, somos más partidarias de hablar de personas, sin diferenciación por género.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que habéis tenido en el mundo del vino?

El trabajo con el viñedo y los vinos se asemeja al trabajo de un pulidor de piedras preciosas que reconoce el valor en la piedra preciosa que tiene delante. Para nosotras esa piedra preciosa es la uva, y se trabaja de manera que pueda expresar todo su potencial y carácter.

Nos encanta transmitir sensaciones, emociones y la historia que hay detrás de cada vino que hacemos. Catarlos y darte cuenta que cada uno tiene una personalidad, y que gracias a la huella del abuelo Joan, ahora estamos honrando su esfuerzo incansable, sus años de sufrimiento y también el apoyo incondicional de su mujer Rosa.

Una familia llena de valores, que nos han transmitido desde el primer día y que nosotras tratamos de trasladar a todo el trabajo de viticultura y enología para que en vuestra mesa estos vinos os expliquen cosas.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín