Desmontando 5 mentiras del maridaje

4 May 2021

En los inciertos tiempos que vivimos, bastante encorsetado está ya nuestro día a día como para tener que ceñirnos a unas reglas estrictas a la hora de acompañar la comida con vino. Hoy nos hemos propuesto desmontar algunos de los mitos más conocidos del mal llamado “maridaje”, también conocido con el ampuloso término “armonías”. Lo llamemos como lo llamemos, existen teorías que realmente no siempre son acertadas, aquí les mostramos cinco errores típicos.

Mito nº 1.

Los tintos no armonizan bien con el pescado. Este es un clásico y, aunque el mundo del vino lleva años luchando contra este mito, hay quienes no terminan de aceptar que no es cierto. Las armonías se basan en la idea de que el sabor del vino no debe enmascarar el del alimento y viceversa, por eso siempre se ha pensado que los pescados, normalmente de sabor más suave que la mayoría de las carnes, armonizaban mejor con vinos blancos o con rosados. Sin embargo, cuando nos ponemos delante de un plato de salmón, atún rojo o incluso bacalao, ¿por qué no acompañar su intenso sabor con una copa de vino tinto con algo de crianza?

Mito nº 2.

Desde siempre se ha pensado que en una comida en la que vamos a consumir diferentes tipologías de vinos, blancos y tintos, por ejemplo, el orden lógico debiera ser primero el blanco y luego el tinto. Sin embargo, eso no necesariamente es así ya que el orden del vino lo marcará directamente la comida que vamos a servir, buscando siempre emparejar los sabores sin importarnos el color. De esta forma, podemos saltar de un tinto, a un blanco y a un espumoso, o de un dulce a un blanco y a un tinto. Basta ver cómo son los menús maridados de muchos restaurantes de estrella Michelín. Cosa distinta es una cata, como vimos en nuestro artículo “Prepare una cata de vinos en casa”, donde el orden de los vinos sí debe seguir esa norma de catar de los más suaves a los más potentes.

Mito nº 3.

Los vinos de Jerez son solo para el aperitivo. Por supuesto, nos referimos a los finos, manzanillas, olorosos, amontillados, palo cortados… Nadie niega que son un delicioso acompañante para unos frutos secos, un plato de jamón ibérico, unas aceitunas y algunos tipos de quesos, pero, como ya comprobamos en nuestro artículo “Consejos para disfrutar más del vino de Jerez, podemos acompañar todo tipo de platos con esta tipología de vinos: una ensalada con una copita de fino, un pescado al horno con una manzanilla, las alcachofas con un amontillado, un oloroso con un plato de carne de caza e incluso una receta muy especiada con una copa de palo cortado.

Mito nº 4.

Los espumosos se toman con el postre. En España esta creencia viene, principalmente, por la tradición de tomar una copa de cava o champán para brindar con los postres durante las celebraciones navideñas. Sin embargo, en Peñín venimos reivindicando desde hace tiempo armonizar el espumoso –igual que ocurría con los vinos de Jerez- con cualquier momento de la comida. Existen muchos tipos de espumosos en función de su contenido en azúcar residual: brut nature, extra brut, brut, extraseco, seco, semiseco, dulce…, y es una pena no aprovechar su delicioso sabor para armonizar un aperitivo, un plato de marisco, un buen arroz, un pescado a la plancha o una carne blanca, por poner algunos ejemplos. La burbuja al final de una comida, cuando ya estamos con el estómago lleno, no es lo más agradable del mundo, sin embargo, disfrutar de ella mientras se come, es una sensación muy placentera.

Mito nº 5.

La comida rápida no se puede tomar con vino. Somos de la creencia de que cualquier comida se puede acompañar de una copa de vino. De hecho, hoy en día muchos de estos restaurantes están incorporando el vino entre las bebidas disponibles para su carta de take away o delivery. Por lo tanto, una buena hamburguesa, hecha con carne de vacuno, podemos acompañarla perfectamente de una copa de vino tinto, o bien disfrutar de una pizza de calidad con nuestro rosado favorito. Si pedimos unas gyozas a nuestro japonés preferido también las podemos disfrutar con una copa de vino blanco fermentado en barrica, por ejemplo.

 

Estos son solo algunos de los falsos mitos que siguen rodeando a las armonías entre alimentos y vino, seguro que ustedes conocen muchos más y podremos dedicarles otro capítulo próximamente. Sigan su instinto a la hora de combinar comida y vino, y cometan errores si es necesario, la prueba-error es la mejor forma de aprender las diferentes opciones que existen.

    Escrito por Redacción

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