Poco a poco llegaron nuevos productores que de forma aislada aportaban su granito de arena a un movimiento que, sin todavía serlo, iba ganando peso. Proyectos como Cota 45, De la Riva, Equipo Navazos, Primitivo Collantes, Forlong, Valdespino, Viña Callejuela, Barbadillo y muchos más a día de hoy han dado pasos en favor de transmitir, al igual que otras grandes regiones del mundo, el gran potencial que tiene esta región basada en variedades ancestrales como la palomino, perruno, moscatel, uva rey, etc.. y sobre todo en su suelo de albariza, el gran olvidado por parte de los almacenistas y productores del vino tradicional jerezano. El proceso de elaboración ha mandado durante el último siglo sobre todas las cosas, especialmente sobre un viñedo antiguamente segmentado por calidades y que poco a poco fue perdiendo su identidad y valor.
Todos estos “nuevos” trabajos se han etiquetado como VT Cádiz o directamente como Vinos de Mesa, al no poder hacerlo dentro de sus respectivas Denominaciones de Origen. La creación de una nueva D.O. no garantiza que todos ellos acaben por sumarse a esta iniciativa. Muchos de ellos son elaboradores “outsiders” que se identifican como almas libres y que consideran que gozan de más libertad creativa etiquetando como Vinos de la Tierra (IGP) o directamente como vinos de mesa. Sin embargo, si la futura Denominación de Origen se fundamenta bien, y tienen todo el potencial de hacerlo, no les quedará más remedio que estar dentro para que se les considere parte activa de una zona de producción vinculada a la calidad a través de unos suelos y un clima únicos. ¿Quién puede negarse a formar parte de una D.O. idílica?
Vinos de pasto, los estilos