El papel esencial de la viticultura para defender a España del fuego

28 August 2025

El verano de 2025 arde como nunca antes. España está viviendo la peor temporada de incendios forestales del siglo XXI. Se habla ya de más de  350.000 hectáreas arrasadas, por lo que el país se acerca al récord histórico de devastación, superior incluso a 2022 en un clima cada vez más propenso a estas catástrofes. La peor parte de este drama ecológico y económico se lo está llevando Galicia, Castilla y León y Extremadura, que ofrecen a día de hoy un paisaje desolador.

Bajo este escenario, la agricultura y la ganadería no son meras víctimas, sino que pueden erigirse como pilares de resiliencia territorial. Las pérdidas ya superan 600 millones de euros, tal y como ha anunciado COAG, la primera organización agraria profesional de ámbito estatal que se constituyó en España. Entre los más perjudicados se encuentran el sector ganadero, el olivar y el apícola. Para los apicultores, el golpe es también de largo alcance, pues además de haber afectado a colonias enteras de abejas, el fuego ha devorado el campo que les permitía vivir. Algunos expertos ya alertan de que este suceso podría tener impacto en el trabajo de polinización de estos importantes insectos en el futuro, lo que nos hace pensar en su posible repercusión en la futura producción de uva. 

El campo como defensa

Ante este fuego voraz, agrupar la agricultura y el ganado como estrategia defensiva puede ser parte de la solución. El abandono rural ha convertido el paisaje en auténticas antorchas listas para encenderse.

Imagen de los fuegos que están devastando la geografía española.
Imagen de los fuegos que están devastando la geografía española.

Un paisaje diversificado, con un rico mosaico de cultivos, pastos estacionales, viñedos, olivares y bosques bien gestionados, puede actuar como una red de cortafuegos natural. Bajo este prisma la viticultura toma protagonismo, pues las viñas pueden funcionar como barrera física. Bien trabajado y gestionado, el viñedo reduce las zonas susceptibles de ser quemadas, al mantener sus terrenos y linderos limpios de maleza en las temporadas más susceptibles de incendios. La viticultura desempeña una labor de protección sutil y efectiva al actuar como cortafuegos, especialmente en las parcelas que gozan de mayor amplitud.  Además, los viñedos suelen estar bien conectados por caminos y espacios abiertos, lo que facilita el acceso de equipos de extinción de incendios y la maniobrabilidad de sus equipos.

Una viticultura con responsabilidad climática y territorial

La viticultura española debe asumir un papel más activo en la política del territorio, no solo como generadora de producto, sino como guardiana del paisaje. Cada cepa alineada, cada sarmiento recogido, contribuye a crear un paisaje mosaico capaz de frenar el fuego. Si a esto le añades la contribución de los cultivos ecológicos y la labor de regeneración de los suelos que muchos viticultores a día de hoy implementan, la labor de control se incrementa y con ello el campo se mantiene más limpio y observado. Que el hombre esté siempre pendiente de la situación de sus cultivos es una garantía más para que no lleguen sorpresas. 

Ha llegado el momento de plantearnos la viticultura como una herramienta de defensa, pero esta defensa necesita el respaldo de políticas agrarias coherentes, necesita que el tiempo de trabajo de la gente del campo sea efectivo, haciendo más sencilla la burocracia, necesita incentivos para la gestión sostenible de viñedos y pastizales, necesita una limpieza estructural del monte y una formación en prevención.

La reforestación humana del campo

La viticultura, el pastoreo, la agricultura y la ganadería extensiva no son solo medios de producción, son guardianes del territorio. Cada viñedo cuidado, cada ribazo podado, cada rebaño pastoreado se puede convertir en una línea de defensa contra el fuego voraz.

Para evitar que las próximas cosechas sean cenizas, necesitamos una política agraria y forestal que valore el mosaico vivo antes que las propias llamas, que recompense la chispa de la vida rural y que contribuya a generar actividad económica en nuestros pueblos. La gente del campo entiende el campo como medio de vida y suelen cuidar de él como si de sí mismos se tratase. 

Los incendios en España, destruyendo miles de hectáreas a su paso.
Los incendios en España, destruyendo miles de hectáreas a su paso.

Hemos visto imágenes de agricultores defendiendo sus terrenos, cubo en mano, usando sus máquinas para frenar el avance de las llamas como si la vida les fuese en ello y es que en cierta medida la vida les va en ello, pues es su medio de vida. La industrialización llevó a masas de gente a las ciudades favoreciendo el retroceso de la vida en el campo. Hoy la tecnología nos puede enviar de nuevo a vivir en los pueblos y éstos pueden volver a convertirse en focos económicos activos y no en lugares desiertos y envejecidos.

    Escrito por Redacción