Buceando por la tierra de la Monastrell

9 marzo 2023

Ya hemos empezado a viajar a través de los nuevos vinos que aparecen por la geografía española. Estos viajes nos han llevado al triángulo monastrelero murciano, el que conforman las denominaciones de origen Yecla, Jumilla y Bullas, un espacio de tierra árido donde la uva monastrell campa a sus anchas, ofreciéndonos un dibujo preciso y local de cómo se comporta esta uva en esta parte del país.

Ya puede consultar las últimas catas realizadas por Guía Peñín en la zona pinchando aquí.

La uva monastrell nos tiene acostumbrados a vinos contundentes, pero no pesados, gracias a algunas de sus cualidades: acidez y tanino. Se trata de una uva perfectamente adaptada al clima mediterráneo. Al tener una brotación y maduración tardía necesita de sol y calor para poder completar su maduración, lo que tradicionalmente nos ha llevado a vinos con una alta graduación alcohólica, algo que se ha acrecentado con el cambio climático.

¿Monastrell musculosa o elegante?

Tradicionalmente los vinos de monastrell que encontramos en Yecla y Jumilla, denominaciones casi hermanas y vecinas entre sí, son de color muy cubierto, con altas dosis de madurez, tanino y también con una crianza en barrica que le aporta un volumen extra al vino final. Este ha sido hasta ahora el dibujo de la monastrell del lugar, un vino racial, con matices a hierbas secas y silvestres, acompañados de una fruta negra muy madura y unos robles dulces como complemento. Sin embargo, en los últimos años hemos visto como algunos productores reivindican otro tipo de monastrell. Hablamos de una generación inspirada en la magia de los vinos de Borgoña, que busca en tierras cálidas un acercamiento a las sutilidades continentales frescas de nuestros vecinos franceses. Para ello trabajan en viñedo y en bodega con un objetivo, buscar la frescura y minimizar los efectos de la extracción. Buscan con ello crear vinos más etéreos, sutiles y ácidos, un dibujo bien diferente al monastrell que ´tradicionalmente´ hemos podido ver en el lugar.


Con este acercamiento hacia una monastrell más sutil, se presenta el dilema de cuál de los dos vinos representa con más fidelidad la esencia del lugar. Unos dicen que los monastreles contundentes son la versión de siempre, mientras que los otros, más próximos a las nuevas tendencias de consumo de vinos más ‘ligeros’ y concentrados, defienden que los excesos de madurez y un abuso de la madera nos alejan de la identidad de la uva y del lugar. Como siempre en el punto medio está la virtud. Es cierto que una uva sobremadura y un exceso de roble nubla cualquier atisbo de localidad, pero `manipular’ la uva hasta el punto de hacer mínimas maceraciones, vendimiar excesivamente pronto y utilizar el raspón para la elaboración también lo hacen. Para nosotros ambos estilos son compatibles y son dignos de altas puntuaciones si guardan lo más preciado, que es el equilibrio y la sabrosidad. Es decir, tan malo es un vino de monastrell sobremaduro, confitado y torrefactado como un monastrell ligero, herbal e insípido.

¿Vinos inmediatos o vinos de guarda?

Existe otro dilema estilístico que afronta todo productor, y no es otro si adentrarse a la elaboración de vinos más primarios y de rápido consumo, es decir aquellos en los que la fruta manda, o intentar crear un vino con una larga vida por delante.  En los primeros se requiere una menor estructura que en los segundos, que se apoyan en la columna vertebral de la uva monastrell, acidez y tanino. Vemos cómo los elaboradores mejor adaptados se centran en la búsqueda de vinos más sutiles, frescos y ligeros para sus vinos de rápido consumo y aumentan la carga de estructura en sus elaboraciones más ambiciosas, las de largo envejecimiento. Un buen ejemplo de ello lo vemos en Bodegas Casa Castillo, capaz de ofrecer sutilidad, frutalidad y frescura en los vinos más directos e inmediatos (Casa Castillo Monastrell) e ir aumentando el peso del vino cuando lo que se busca es una perdurabilidad en el tiempo, como es el caso de Casa Castillo Cuvee N.

Este año disfrutamos catado los vinos de Bodega Cerrón, gracias a su aproximación estilística hacia los vinos más sutiles. Estos jóvenes están volcados en la obtención de vinos finos, pero sin alejarse de las complejidades del terruño. Se trata de un proyecto familiar situado en uno de los parajes con mayor altura de la DOP Jumilla, Fuente-Álamo, a 1050 metros de altitud. Viñedos en vaso plantados sobre tierras calizas muy pedregosas, exposiciones más frescas para favorecer la extracción de una fruta más limpia y ácida, y crianzas equilibradas sobre barricas que gran capacidad para no empeñar el diálogo entre el terreno y el vino son sólo algunas de sus credenciales. 


Pudimos verlo claramente con su vino La Calera del Escaramujo 2021, un vino sumamente mineral y que nos acerca a una visión diferente del lugar. Habrá que ver la capacidad evolutiva de esta monastrell de sutilezas, porque quizá podamos enfrentarnos a una nueva vía de trabajo y evolución de los vinos en este rincón de España.  

En la cara opuesta a esta forma de trabajar y de expresar el lugar tenemos a Bodegas El Nido. Vinos como Clío 2020 (70% monastrell y 30% cabernet Sauvignon) llegan al consumidor con una musculatura abrumadora bien sostenida por una grata acidez de fondo, llegando a presentar el estilo más contundente y sápido de los vinos de Jumilla. En una cara intermedia de la expresión monastrelera nos encontramos proyectos como Viña Elena, bodega también familiar que conjuga ambas vertientes elaboradoras, la de la búsqueda del carácter primario del vino, con elaboraciones que priman los aromas a fruta sin adentrarse en las golosidad, ni en los vinos más viscosos (Bruma del Estrecho de Marín Finca CQ 2021), pero también la de los vinos más contundentes y armados como Bruma del Estrecho de Marín Parcela Vereda 2021.

En la cata de este año hemos podido comprobar como elaboradores de siempre se están volcando en la búsqueda de una mayor expresión de la fruta primaria tan golosa de la monastrell, dejando de lado los excesos de madurez y torrefactos que ya no demanda tanto el consumidor más avezado. Podemos destacar: CarcheloAlceñoBSILuzón en Jumilla y Trenza Castaño en Yecla.

Ya puede consultar la últimas catas realizadas por Guía Peñín en la zona pinchando aquí.

Bullas, una altitud prometedora pero poco aprovechada

La más pequeña de las tres denominaciones de origen, Bullas, cuenta como hemos repetido en infinidad de ocasiones con la altitud como virtud, viñedos con una altitud media superior a la de sus vecinos Yecla y Jumilla, pero que no acaban de aprovechar todo el potencial que ésta les brinda. La casa que a día de hoy mejor rendimiento cualitativo saca a sus viñas y a sus vinos es Bodegas Lavia, que merodea por los perfiles de vinos más sutiles aprovechando su viñedo de altitud. Vinos como Lavia Valle Venta del Pino 2020 nos acercan a la serosidad de la uva monastrell y a sus matices balsámicos  comunes (hierbas secas) a través de una boca con fuerza contenida. Bullas requiere de pequeños proyectos familiares que empiecen a poblar las alturas en busca de vinos de perfiles más frescos. Sólo así conseguirá abrirse un hueco en el competitivo mercado del vino.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín
    Escrito por Carlos González, director de la Guía Peñín