Recaredo, bodega familiar con tres generaciones a sus espaldas, fundada en 1924, siempre ha estado ligada a la tierra que les vio crecer, el Penedès. Es allí donde etiquetaban hasta hace bien poco sus vinos espumosos como Cava, aunque ya hoy lo hagan como Vino Mesa dentro de la marca colectiva Corpinnat de la que forman parte. La importancia de esta casa en la historia moderna del espumoso de calidad es indiscutible, siendo uno de los cuatro pilares sobre los que se ha sostenido la revolución de los espumosos españoles. Recaredo siempre ha estado ligada a su tierra con unas elaboraciones sobrias, secas, cartesianas y sobre todo muy 'penedesencas'. Sus vinos se han desarrollado siempre sobre la base del trinomio catalán de uvas: xarel.lo, macabeo y parellada, jugando con todas ellas o usando la identidad de la uva xarel.lo como eje argumental.
Nos encontramos ante la máxima expresión local de un vino espumoso, y lo hacemos paradójicamente con un vino genérico, sin indicación geográfica o D.O. legislada que lo ampare. Todo esto no quita que para nosotros Recaredo sea la máxima expresión de territorialidad del espumoso de segunda fermentación en botella. Se trata de un vino puramente local y minifundista. Sus ingredientes no dejan lugar a más valores que a los propios de su origen: una única viña, una sola variedad y una sola añada. Desde el primer momento este espumoso nos muestra su origen calcáreo y mediterráneo con extraordinaria precisión. Corresponde a los grandes vinos espumosos de larga crianza, con más de 120 meses de crianza sobre lías, lo que no impide que la xarel.lo muestre con pureza su carácter e identidad mediterránea. La viña que nos habla en este vino se encuentra en el extremo noroccidental del municipio de Sant Sadurní d’Anoia, correspondiente con el Alt Penedès (Barcelona), en la falda norte de una colina llamada Turó d’en Mota de la cual toma su nombre. Esta histórica bodega familiar cuenta con la mirada reflexiva y respetuosa de Tom Mata y su forma de entender la viña y el vino como un todo. Turó d’en Mota es el mejor ejemplo de territorialidad espumosa que hemos encontrado este año, elegante y extremadamente complejo.