El vino de Tenerife, una mirada más allá del turismo

15 junio 2023

Todavía con los aromas y sabores de los vinos tinerfeños en la memoria, tras la visita a la Isla hace apenas unas semanas, nos planteamos cuáles son los retos a los que se enfrenta la isla de mayor producción de todo el archipiélago canario.

En los últimos años muchas miradas internacionales se han posado en los vinos tinerfeños.  El germen de esta atención lo vimos nacer hace ya más de 10 años en Guía Peñín. Dos proyectos pusieron el foco en el norte de Tenerife, la parte más atlántica, fresca y silvestre. No fue tarea fácil pues las condiciones climáticas del norte, aunque suponían una oportunidad de ofrecer vinos diferentes, también obligaban a luchar contra los elementos: la ausencia de un sol constante que favorezca una maduración homogénea, y los problemas que la humedad y las nieblas pueden ocasionar en sus cultivos. Las oportunidades eran claras: el origen volcánico de los suelos, esta frescura sorprendente para las latitudes de la isla y, cómo no, el completo abanico varietal que allí se posee, con listanes, babosos, marmajuelos, y un largo etcétera. Suertes del Marques y Envínate fueron responsables del primer gran impulso de los vinos tinerfeños en 2011 y 2013, respectivamente. Fueron los primeros y también la inspiración para que naciesen otros proyectos con aspiraciones internaciones en las islas.

El reloj de arena canario

La identidad del vino tinerfeño se debe no sólo a su disposición geográfica. La condición de isla le sirvió durante años para permanecer más alejada de las vicisitudes peninsulares, lo que de alguna manera les permitió proteger la identidad de sus vinos, aunque algunos productores sucumbieran a la tentación de intentar plagiar vinos peninsulares. La isla impone además una concepción del tiempo diferente a otros lugares. El tiempo pasa más despacio, como un reloj cuyas arenas más gruesas hacen que la caída de una parte a otra se demore más de lo debido. Comparando las denominaciones de origen canarias con otras de España los cambios allí llegan con cuentagotas. Son más lentos y pausados. Así lo vemos en la evolución de los vinos de la isla de Tenerife, donde se aprecian mejorías constantes, pero muy de poco en poco.  Los proyectos más interesantes también afloran con lentitud, más de lo debido, y es que la Isla cuenta con el hándicap del turismo y de sus bajas producciones.

Un círculo vicioso

Es interesante pararse a ver el efecto circular de la gran parte de su producción. Tenerife vivió un récord de turistas antes de la pandemia con 6,1 millones de visitantes en 2019. Cifras que, tras la Pandemia, no han vuelto a registrarse pero que muestran la relevancia y el impacto que esta población transitoria deja en la isla. Los turistas no sólo recorren sus paisajes y playas, sino que también comen y beben Tenerife. La gran mayoría de este turismo no llega a la isla por el vino, ya nos gustaría, sino con la intención de disfrutar del buen clima de las costas del sur. En su visita refrescan su estancia con bebidas locales y claro ahí entra el vino. Este turista consume con voracidad el vino canario, pero se centra en las tipologías menos exclusivas y más sencillas. El efecto del vino afrutado canario, ese vino blanco, muy aromático, ajazminado y con un trasfondo dulzón, se deja sentir en la isla y en las arcas de las bodegas, que no ven la necesidad de involucrarse en vinos más complejos y también más costosos. Así nos lo manifestaban en nuestra reciente visita a la isla. “¿Por qué un productor de aquí va a arriesgar su medio de vida por elaborar vinos más complejos y probablemente más difíciles de vender?” Jonatan de Suertes del Marqués, uno de los impulsores del prestigio del vino tinerfeño percibe en algunos productores una falta de interés en conocer la situación actual del vino a nivel internacional. 

“Si nosotros no probamos vinos de fuera difícilmente podemos saber en qué situación nos encontramos con respecto al resto. Por la singularidad de la isla debemos dirigirnos a un segmento de precios medios y altos. Para vender vino entre 3,5 y 6 euros a lineales de supermercado, la bodega se ha de centrar en volúmenes muy altos, minimizar los costes, lo que finalmente afecta a la calidad del vino”. Resulta llamativa la reflexión que Jonatan hace acerca del futuro productor de la isla. “Aquí vamos a tener un problema generacional. Los jóvenes no van a querer continuar con el cultivo de la uva, lo que afectará a la producción de la isla”. “A la fuerza, algunas bodegas deberán apostar por hacer un cambio en su modelo productor, pero para que ese cambio sea positivo hará falta profesionalidad y eficiencia. Hay que ser muy meticulosos en los trabajos para que el cambio sea positivo”, afirma Jonatan.

Luchar contra la reducción para que el vino sea más amable para el consumidor

Otro de los grandes retos a los que se enfrentan los productores de Tenerife es la lucha contra los aromas reductivos de muchos de sus vinos. Estos aromas pueden ser un lastre para el crecimiento, pues muchos consumidores no acaban de verlos como algo positivo. Para ello es importante centrarse en la búsqueda de un viñedo equilibrado, pues las reducciones más amables del vino pueden aparecer por la falta de determinados nutrientes en los suelos más ácidos. Los productores de calidad son conscientes de ello y poco a poco van equilibrando sus suelos para que esto se minimice, aunque todavía queda un camino importante para que sea una tendencia en la isla.


Como no podría ser de otra manera, otro de los pasos a favor de los vinos de calidad pasa por una apuesta por sus lugares de origen y por la eficiencia en trasladar esa identidad al vino. Para ello sería aconsejable que los vinos de mayor volumen se alejen de la tentación de hacer vinos globales, o que no intenten reproducir vinos o estilos de otros lugares en un terreno que de por sí no lo da. El uso de las levaduras indígenas, y de tratamientos o procesos menos intrusivos hará que todo ello sea posible.

No son pocos los retos que Tenerife tiene por delante para hacerse un hueco más notorio entre los grandes vinos del mundo. Algunos pequeños productores han llegado a la isla con ideas frescas y desenfadas. Aunque sus producciones no son importantes en cantidad sí ofrecen la posibilidad de trasladar el mensaje del vino de Tenerife a otras partes del mundo. Algunos lo hacen con elaboraciones más rupturistas, otros con vinculaciones biodinámicas e incluso “naturales”. Todos ellos suman, por pequeños que sean, en la parte más alta de la tabla. Para conocer las últimas novedades permaneced atentos a nuestra web, donde pronto podréis consultar las puntuaciones de todas las denominaciones de origen de la Isla de Tenerife.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín