Primera Vinya Les Brugueres 2018, el canto al blanco prioratino 

15 octubre 2020

En la cabeza de muchos consumidores de vino el dibujo de Priorat es el de una tierra de tintos, de excelentes vinos tintos. Mentalmente casi podemos palpar la opulencia de esos vinos de color profundo, grado alcohólico alto y botella pesada.

Esta idea no sería del todo errónea si hablásemos del Priorat del siglo XX, sin embargo, de un tiempo a esta parte, Priorat se ha ido ensanchando y ha ido trabajando no solo en vinos tintos de otros perfiles, sino también en la elaboración de vinos blancos, como el que hoy les traemos y que se ha ganado la nominación al premio al Vino Revelación Guía Peñín 2021.

La experiencia de Guía Peñín en torno a los vinos blancos de esta zona es muy interesante y reveladora. Hace unos pocos años, algunos productores de la D.O., desprovistos de los corsés comerciales, empezaron a dar rienda suelta a su imaginación e hicieron una interpretación atrevida de lo que el vino blanco del Priorat debía ser. En estos embotellados, pudimos ver de todo; vinos de corte oxidativo, crianzas suaves, trabajos con lías en una mezcla tan larga y pausada como para acabar dominando en el vino, bajos niveles de protección en la elaboración,…., algunos excepcionales, otros no tanto. Parecía existir una visión monolítica del blanco prioratino reservada exclusivamente a los elaboradores más innovadores de la zona. Sin embargo, el mundo del vino es tan caprichoso, que de vez en cuando te agita para que veas que no todo lo bueno es lo “artesanal”.

Lo que hoy les traemos en un blanco prioratino que nos cautivó por mostrarnos un perfil menos rebelde, pero de una calidad excepcional. Expresivo en cuanto a zona, en cuanto a la garnacha blanca de la que procede y en cuanto a la tipología de un blanco mediterráneo que es, con carácter y estructura.

Hoy les acercamos a la bodega La Conreria D’Scala Dei y a su vino Primera Vinya Les Brugueres 2018, un vino elaborado al 100% con garnacha blanca, una de las grandes uvas de la zona. La parcela de Les Brugueres, de donde nacen las uvas que dan lugar a este vino, se encuentra en Escaladei, a 488 metros de altitud y sobre un suelo de llicorella (pizarra). Se trata de una viña plantada en 1978, en un lugar donde antiguamente había brezos, por eso se la conocía como Les Brugueres (Los brezos). Posee una extensión de poco más de una hectárea y una orientación este, lo que facilita la maduración de las uvas. Esta orientación y estos suelos “cálidos” de llicorella son en parte responsables de los 14º que tiene el vino, algo común en la zona. Sin embargo, el vino en cata no muestra nada de calidez. Se trata de un vino con fuerza pero con equilibrio.

Según nos ha podido contar su creador Jordi Vidal, este vino es una evolución en su concepción de hacer blancos. A pesar de que la bodega lleva trabajando en vinos blancos desde hace mucho tiempo, fue en 2015 cuando empezaron a trabajar otro concepto de blanco, con maceraciones con pieles más largas y procesos de crianza más justos y equilibrados. Buscaban que sus vinos blancos tuviesen un mayor peso en boca. Estas pruebas fueron el germen para el nacimiento de Les Brugueres, primero en su cosecha 2017, que no tuvimos oportunidad de catar y después en este 2018, que nos ha traído hoy hasta aquí.

La viña de Les Brugueres “nos ofrece unos racimos de granos muy pequeños, quizá por la mezcla del clon y por el suelo de llicorella” confiesa Jordi. “Esto hace que la relación de piel con el mosto sea muy alta, y esto es una expresión propia de la uva que trato de traducirlo en el vino”. Sin duda una de las razones por las que busca unas maceraciones con pieles más largas. A nivel de crianza, el vino fermenta en fudres de 2000 litros y barricas de roble de 400 litros, y posteriormente es sometido a una crianza sobre sus propias lías durante 11 meses. Para asentarlo se le ha dejado reposar en botella durante unos 6 meses.

Jordi Vidal, enólogo de La Conreria D’Scala Dei

La Conreria D’Scala Dei es un proyecto creado en 1997 por una peculiar mezcla de apasionados del vino, un cura, Josep Maria Mitjans, que falleció hace ya dos años, un maestro, Jaume Sabater y un enólogo y viticultor, Jordi Vidal, hoy cabeza visible del proyecto. Entre ellos tres fueron capaces de crear una bodega cercana, accesible para el gran público, en una zona donde la presencia de los ‘popes’ del vino está estrechamente vinculada a precios poco accesibles para el común de los mortales.

Este Les Brugueres es un buen ejemplo de ello. Un vino que, a pesar de su calidad, llega con un precio de venta al público de 35 euros, en una zona en la que resulta muy complicado y costoso trabajar la viña.

Como decíamos antes, no siempre todos los proyectos interesantes han de estar vinculados a las microproducciones. Esta bodega, que en una comparativa global puede parecer pequeña, en Priorat podemos decir que tiene un tamaño considerable, ya que administra algo más de 52 hectáreas, y embotella cerca de 130.000 botellas anuales.

El vino puede escoger múltiples caminos en su carrera hacia la expresión y para muestra este botón.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín