Después de Parker

22 October 2025

Parece que fue ayer cuando Parker bendecía los vinos con sendas puntuaciones capaces de dar alegrías a unas bodegas y tristezas a otras. Ya han pasado más de 5 años desde que dijo adiós al vino escrito como punto final desde 2012, fecha en que iniciara su transición de ir dejando todos sus trastos a su equipo poco a poco, para convertir el apellido en marca.

Todo empezó en 1967 cuando conoció a su esposa Patricia en Francia siendo ambos estudiantes. Su entonces novia fue la principal inductora del vino. Durante unas largas vacaciones en ese país, Patricia le llevó de la mano por algunas zonas vitivinícolas francesas. Esta experiencia prendió en el alma de Parker para combinar su trabajo de abogado con el de escribir de vinos 10 años más tarde, editando un boletín por suscripción con el nombre de The Baltimore-Washington Wine Advocate hasta que, en 1984, se dedica totalmente al vino tras el éxito de esta publicación. Su casi obsesión de trasladar su condición de jurista al consumidor se inspiró de Ralph Nader, célebre abogado y político en los años 70, cuya actividad se centraba en la protección del consumidor de cualquier producto, creando la agencia Public Citizen.

Su fama se catapultó con su arriesgado vaticinio de la cosecha 1982 cuando dijo que sería excepcional. Hace 20 años me contaba Carlos Falcó que Robert Parker quería entrevistar a Michel Rolland en 1983 en su laboratorio de Libourne, para que le confirmara si la citada cosecha tenía visos de ser “la del siglo”. Rolland le dijo que sí cuando nadie apostaba que, de una añada tan cálida como la del 82, pudiera nacer un gran vino. Es posible que Rolland se fijara más en el pH del vino, que era excepcionalmente bajo para una añada tan cálida, además lo que dijo se refería al Pomerol cuyos racimos son de maduración más lenta que en el resto de Burdeos. La cosecha tuvo un éxito enorme y de este afortunado pronóstico nació el mito Parker. Es Robert Parker, el crítico vinícola más famoso del mundo, en torno al cual se creó una leyenda que, como todas, se va trufando de verdades, exageraciones y mentiras.

Un tedioso boletín

Portada antigua de la newsletter The Wine Advocate.Portada antigua de la newsletter The Wine Advocate.

Un día de 1986, aparece en mi despacho un boletín de color crema y papel grueso encabezado por el nombre de The Wine Advocate. “El abogado del vino”, aludiendo a la inicial actividad de Parker como jurista en un banco de Baltimore. Algo así como el abogado defensor del consumidor, transmitiendo un mensaje veraz y libre de cualquier influencia publicitaria. Por su formato, sin duda representaba una herramienta de trabajo para el negocio del vino, tanto para las bodegas como para distribuidores e importadores. El boletín era por suscripción, llegando a distribuir alrededor de 50.000 ejemplares en su mejor momento. Por ello, la fama de Parker no se debía tanto a la información que llegaba al consumidor, sino al intermediario profesional y éste la transmitía a la tienda. 

La influencia al consumidor era mayor con la revista Wine Spectator, con 300.000 ejemplares de tirada, que se vendía en los quioscos y librerías.

Las catas reseñadas en el boletín en renglones ocupando todo el ancho de la página resultaba tedioso de leer, sin ninguna ilustración ni nada parecido, pero las descripciones de los vinos eran sensatas, creíbles y alejadas de las expresiones enológicas de los franceses, como las evocaciones perfumistas y herbáceas de los ingleses. La cabecera respondía a la fórmula libre de evaluar los vinos sin ninguna condición publicitaria. La condición de un jurista nunca se apaga, incluso en otras actividades que pueda ejercer. Y Parker no fue la excepción.

Por esa razón, me suscribí al newsletter en ese año hasta 1996 cuando comenzó a repartir su trabajo, incorporando a Antoine Rovani como segundo catador. Me resultaba difícil entender que algunos vinos no fueran catados por Parker. A través de los boletines que iba recibiendo he rastreado su línea crítica. Y es impecable. Ha elevado a los altares a los buenos vinos y ha ignorado los que no lo son. Siempre dije que la singularidad de Parker era de tal magnitud que, prefería que pusiera límite a su capacidad de cata en vez aumentar el número de vinos a distribuir entre una cohorte de colaboradores que, según las normas vigentes, dejan absoluta libertad a los gustos de cada uno. Esto, sin duda, genera diferentes varas de medir a la hora de elegir un vino, dependiendo de cada colaborador. Parker era la rectitud, no viajando a las bodegas para evitar conflictos de intereses, pagándose sus escasos viajes, sobre todo catando en su feudo, en un restaurante cercano o en la oficina de Christopher Cannan en Burdeos.

Los puntos Parker hoy

Robert se jubiló en 2019 a los 72 años, una edad todavía posible para los menesteres vinícolas. Parece más una huida que una jubilación formal. 

A partir de ahí, Wine Advocate no es la misma porque llegó el fin de la actividad del personaje, sin menospreciar la profesionalidad y pericia de los actuales colaboradores. Las calificaciones de los vinos se distribuyen entre ellos dejando, como decía, absoluta libertad a los gustos de cada uno.

Robert Parker.
Robert Parker.

Su singularidad fue más lejos que el propio proyecto que creó con Wine Advocate. Era más importante su nombre que el título de la publicación porque la ideología jurídica, como abogado de carrera defendiendo al consumidor, no era la misma que la de sus asalariados, aunque el objetivo de ellos fuera el mismo con puntuaciones sensatas y muy profesionales. Muchos de ellos, viniendo del comercio del vino como Lisa Perrotti-Brown en Londres, Singapur y Tokio, Jay Miller que tenía una tienda de vinos en Baltimore, Joe Czerwinski que trabajó en una vinoteca en ManhattanAntonio Galloni que comenzó en una tienda de sus padres en Venezuela, Neal Martin que en 1996 trabajaba en una empresa japonesa de vinos, David Schildkncht trabajó desde 1981 en Washington DC con Rex Wine & Spirits. Según mis datos solo Mark Squires, alma gemela de Parker por su condición de abogado y el actual delegado en España, Luis Gutiérrez procedente de una multinacional del envase, no vienen de la venta de vinos.

Gutiérrez se inició como buen aficionado y comprador nato de botellas bien elegidas. Tuvo sus pinitos en la malograda web elmundovino.com con profundos artículos sobre el género. Su conocimiento del inglés y su visión internacional del vino le supuso fichar en la web de Jancis Robinson para pasar después al universo Parker. Luis, como enómano consagrado, tenía sus preferencias de consumo que trasladó a sus puntajes. Recuerdo una conversación con él cuando comenzaba su colaboración con Wine Advocate en la que le dije que, al beber para los demás con puntos y no para él tendría que evitar el amiguismo, catar en escenarios más neutrales, contener emociones y preferencias personales, ser más cerebral y más cartesiano. Me respondió que no iba a catar tantos vinos como la Guía Peñín y puntuaría más a los vinos que le gustaban porque así se siente más cómodo. Era la tercera vía de valoraciones entre la generosidad de Jay Miller con sus primeros cien puntos que dio a nuestros vinos y las evaluaciones de perfil bajo de Neal Martin, su antecesor, porque no entendía los vinos españoles. En ese momento me vino el recuerdo del equilibrio e independencia del gurú americano.

Robert Parker.
Robert Parker.

Wine Advocate se convirtió en la gran academia mundial de catas que permitió a la mayoría de la primera hornada de colaboradores el volar solos en proyectos personales, como Antoine Galloni, Daniel Thomases, David Schildkncht y Neal Martin, alistándose al proyecto Vinous de Galloni, del mismo modo que los de la competencia Wine Spectator, como James Suckling, que hoy es una referencia internacional en su web e, incluso, Thomas Matthews que se jubiló de la revista en 2021.

La segunda y reciente promoción de colaboradores de WA pertenece a la actual y mayor dimensión de afines al vino, vía sumiller, periodismo, trabajos en bodegas y excelentes alumnos del vino.

Entiendo el tirón comercial de la cabecera “Robert Parker-Wine Advocate”, pero los vinos de Parker ya no son los de Parker. Volver al primer título con la que se inició el proyecto y dar más protagonismo a cada uno de los colaboradores me parece una buena idea.

Próximo capítulo:

Mi fugaz encuentro con Parker.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.