Retratos: Hugh Johnson, el mejor escritor del mundo

10 September 2025

Quien no haya leído algún libro de Hugh Johnson se deberá a que, o bien pertenece a la generación Z, o no es un verdadero aficionado al vino. Hoy con 86 años de edad todavía se le requiere para dar la bendición a su Guía de Bolsillo que con su nombre colabora lo más granado del periodismo británico.

Algunos de la nueva generación de enómanos deberían leer el libro más completo que se ha escrito sobre la materia como es su Atlas Mundial del Vino que se editó en 1971 y que desde entonces se han vendido más de 2 millones de ejemplares y traducido a 13 idiomas. Fue el primer intento de acercar la cartografía vitícola al lector, saber “el dónde está” cada territorio. Hoy todavía en ejercicio, es el escritor de vinos más veterano del mundo y el que más ejemplares de libros del género ha vendido.

Es posible que el nombre propio más famoso todavía sea Robert Parker a pesar de ser un jubilado apartado del género. Pero su función ha sido la de un catador empeñado en llevarnos por el camino del bien a la hora de comprar un vino. En cambio, Johnson sigue vivo enológicamente desde 1960. Pocos años después se convirtió en editor de la revista Wine & Food. Hugh nos introdujo en la cultura del vino, en su historia, sus viajes, su geografía que, a buen seguro, Parker se asesoró con fruición.  

Se enganchó al vino de estudiante en Cambridge en 1952 cuando su compañero de habitación le puso en un brete ante dos copas de tinto del mismo color. Los probó y dijo: el de la izquierda soberbio, el de la derecha simplón. Desde ese momento se alistó a La Cambridge University Wine Society, una asociación fundada -como todo lo británico- hace mucho tiempo, en 1792, para instruir a los estudiantes en la cultura del vino a través de la cata.

Cuando le conocí descubrí en sus palabras la importancia que los ingleses desde el siglo XV han dado a todos aquellos productos ajenos que sus flotas mercadearon durante varios siglos y, sobre todo, testimoniado en la bibliografía británica, la más documentada en materia vinícola.

Imagen de Hugh Johnson con su libro.
Imagen de Hugh Johnson con su libro.
El mejor escritor de vinos del mundo.
El mejor escritor de vinos del mundo.

He aquí el retrato de este personaje que cito en mi libro Mis Memorias del Vino.

De este inglés existe una descripción definitiva: el mejor escritor de vinos del mundo. Todavía hoy, cuando este personaje anuncia su visita al château más inaccesible o a la winery californiana más arrogante, cambiarán las flores, colocarán la alfombra y descolga­rán el teléfono. Con permiso de Robert Parker, nadie es tan im­portante en el mundo del vino como él. Sin embargo, su modestia, revestida con cierta mueca de humor inglés, le hace muy accesible. Este personaje, con sus mejillas coloreadas y cejas pobladas no llamaría la atención en cualquier pub de Gales.

No es periodista ni catador ni crítico. Es simplemente, que no es poco, un escritor. Un escritor que ha tocado — cómo no siendo inglés — los palos de jardinería y un libro sobre la madera, que conservo como oro en paño.

Johnson para mí fue un mito. Su Atlas mundial del vino me hizo descubrir en los años setenta el vino mundial más rápido de lo que creía. Le entrevisté en Madrid en 1988 cuando presentaba sus artículos para el servicio del vino: decantadores dieciochescos, suntuosas copas y artilugios de lo más refinado con sus iniciales grabadas y diseñados por él.

Guía de Bolsillo, último libro publicado de Hugh Johnson.Guía de Bolsillo, último libro publicado de Hugh Johnson.

Cinco años más tarde, Massi Polles y yo fuimos a visitarle en su céntrico refugio londinense de St. James Street, rodeado de sus cé­lebres artilugios para una segunda entrevista y ampliar la primera de 1988: «El éxito inicial de mi libro se debe a una combinación de factores: ocurrió en un momento oportuno, la gente en esos años quería aprender sobre vinos, al menos en el mundo angloparlante. Era un libro muy gráfico, los mapas y vinos casan perfectamente. Los mapas representan una forma muy eficaz de dar información y la gente lo entiende. Yo creo que esto fue una de las claves del éxito.

Comencé con el vino en la época de estudiante. En los años cincuenta y antes de ingresar en Cambridge, me fui a California durante cuatro meses cuando la moderna industria vinícola norteamericana comenzaba a emerger. 

Me volvió loco aquel mundo apasionante. Para remate, cuando estudiaba en Inglaterra, tuve la oportunidad de catar dos tintos californianos, un Beaulieu y un Inglenook. O sea, que mi afición me vino desde los vinos estadou­nidenses y no desde los vinos franceses, que sería lo más normal. Después, creo que, en 1962, fui columnista de vinos en Vogue y Casa & Jardín».

Me dijo, también, que era poco amigo de la cata a ciegas: «El consumidor no bebe a ciegas. Un buen catador debe dar el diag­nóstico de un vino conociendo el desarrollo de esa marca y la bo­dega a través de su historia. No se puede dar una puntuación con­creta a un vino sin saberse la línea de calidad que ha seguido su elaborador y su desarrollo de determinada manera, su carácter, qué se puede esperar de él. En las primeras ediciones hubo críticas de la élite técnica como si fuera un intruso, arriesgándose en la elevada precisión de datos que aparecen en el libro que, hasta el momento, era patrimonio de la clase enológica».

Me comentó que él trataba de hacer populares los conoci­mientos sobre vinos. Se definía como un vulgarizador porque «mis lectores son neófitos en su mayoría». Me comentó en la an­terior entrevista, que Valladolid fue la primera zona vitivinícola en obtener un reglamento de protección del vino durante el reinado de Felipe II: «Efectivamente, me dieron un manuscrito, casi im­posible de leer, que yo hice traducir al inglés y que reflejaba cómo debían ser los vinos de esa provincia en el siglo XVI, algo que ni de los vinos franceses he llegado a encontrar en un manuscrito seme­jante».

No quiso ser Master of Wine por su contenido muy técnico, pues se preguntan cuestiones sobre legislaciones, impuestos... co­sas que no le interesaban en absoluto. Cuando le pregunté cuál había sido el vino más antiguo que había bebido, me respondió: «Un vino blanco alemán del siglo XVI, fue increíble. Estuvo vivo por muy poco tiempo, creo que dos minutos, luego murió. Era muy volátil, ligeramente avinagrado".

"Me impresionó el hecho de tener en mi paladar un vino que ya era viejo cuando nació Shakes­peare"

Imagen de Hugh Johnson.
Imagen de Hugh Johnson.

Hoy Hugh vive en medio de esa pereza cómoda de un octogenario con una mirada al jardín y al vino que desbroza, entre otras, en la revista Decanter con ese escepticismo y la ironía que se puede permitir.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.