"La elección del nombre se hizo a votación -apunta Hurtado- ya que Rueda era una localidad más dentro de la zona. Pero ganó el nombre de Rueda por tan solo un voto. La adopción tuvo sus más y sus menos ya que algunos suponían que era un capricho mío. Realmente apoyaba el nombre por su fonética ya que es una palabra corta, sonora y que se pronuncia igual en todas las lenguas".
Emile Peynaud
Cuando le pregunté hace unos meses sobre Emile Peynaud y su relación con el proyecto de montar una bodega en Rueda me dijo que era una persona bastante distante. “Él no me conoció como una persona de Riscal hasta el examen final de enología a finales de los años Sesenta siendo su alumno en la Escuela de Enología de Burdeos. Cuando me hace el examen oral en su despacho, comienza a preguntarme un poco sobre quien soy, a que me quiero dedicar y yo le cuento que soy parte de la bodega Marqués de Riscal. Le comento que tengo la misión de encontrar una zona donde hacer un vino blanco para Riscal y poner fin a una historia exclusiva de tintos”.
Pero Peynaud no tenía buenas referencias de los blancos españoles. Paco le comentó cómo su madre le había contado que en la zona de Tierra de Medina se elaboraba un blanco muy sabroso y que, con el tiempo, se amontillaba. Cosa que a Peynaud le hizo fruncir el ceño. Eran los tiempos en que la “verdeja” (así se llamaba entonces) era una uva más de la mezcla de palomino y viura, señalando a la verdejo como variedad estrella, pero de producción minoritaria en la zona. Una uva que conoció en la bodega de Ángel Rodríguez Cachazo.