No me dio tiempo a seguir en la exquisita faena de probar vino con la familia y unas semanas más tarde en el sosiego de mi casa y sin la influencia del entorno, me dispuse a catar lo que faltaba.
Noctiluca 2022 “Vendimia Asoleada” me recordaba al tipo Molino Real y alguno de los de Ordoñez. Lo que podríamos denominar el málaga moderno. El vino presentaba un color pajizo con brillos amarillos, con un ligero fondo amoscatelado entre mineral y notas de paja seca o barbecho. Dulce, fluido, envuelto con una fresca acidez.
El único vino seco fue el Seco Trasañejo 18º hecho con PX, que podría parecerse a aquel vino conocido en el siglo XIX como el “Mountain”. De color caoba claro, aroma entre fruta confitada y escarchada, bollería horneada y almendra tostada con las notas aldehídicas de la bota vieja. Un vino muy cercano entre oloroso y amontillado jerezano.
El Pajarete Moscatel de coloración caoba con brillos rojizos, aparecía con un aroma frutal con un leve toque rancio y fruta escarchada con un ligero matiz amargoso al final del trago, quizá por la participación de un poco de PX. En la cata no podía faltar un PX Arcos de Moclinejo de color caoba, de aroma terciario bota vieja, aldehído fino con recuerdo de nuez y fruta escarchada, todo perfectamente fundido. Para terminar, caté un tinto de petit verdot Finca la Indiana 2013. De color cereza intenso, con un aroma potente varietal de fruta negra, de cierta expresión frutal con leves recuerdos a turba, regaliz y chimenea, procedente de las viñas de Ronda.