Sin duda, Protos, el nombre actual de la bodega fue la primera experiencia en España en convertir una cooperativa en una Sociedad Limitada en 1990, prescindiendo de las decisiones asamblearias de estas entidades que no llevaban a ninguna parte y eran el principal lastre para su crecimiento. Hoy es una marca que no falta en ningún escaparate, vinoteca e, incluso, en los aeropuertos. Un asunto que merecería un artículo aparte.
Hace unos años encontré en mi bodega personal un Protos de los años 50 o 60. Al no existir la D.O. tenía la categoría de un simple "vino de mesa". El término "clarete" que aparece en su etiqueta estaba muy generalizado en Castilla y aludía a su condición de no ser un tinto con la intensidad de color que se suponía en aquellos años.
Lo descorché y apenas asomaba un ligero brillo frutal, con unos taninos apenas perceptibles, con una acidez elevada por su bajo tenor alcohólico (11,5º), hecho bajo aquel estilo riojano que se estilaba entonces. El nivel del líquido llegaba hasta la base del cuello de la botella. Una reliquia más por su continente que por su contenido.