La Rioja en dos fechas: 1925 - 1980

A punto de finalizar el centenario de la D.O. Rioja como la pionera en España, conviene añadir otra fecha, 1980, cuando el Consejo Regulador comienza a poner en práctica todas sus funciones después de una vida más o menos durmiente durante los primeros 55 años.  

En España, en los últimos 40 años, se ha tenido la creencia de que los vinos de las Denominaciones de Origen eran mejores que los que están extramuros de ellas. Y era verdad cuando presencié en los años 70 y 80 que la Rioja era el paradigma de la calidad del vino de mesa español porque, además de proteger el origen de sus vinos, era obligatorio que su Consejo Regulador reglamentara y mejorara la calidad y tipicidad de los riojas ante el desolador panorama de los vinos españoles. Sus pliegos de condiciones para preservar este capítulo eran inevitables en aquellos años, con normas enológicas y vitícolas que, incluso, superaban los escasos conocimientos de los cosecheros, poniendo un cierto orden y rigor, mejorando la calidad global de la zona. No obstante, dentro de la escasa y difícil operatividad entonces de las D.O., eran un remanso de paz y seguridad frente a las malas prácticas y fraudes que se extendían en nuestro país, hasta el punto de dar casi más trabajo al Departamento de Defensa contra Fraudes que a las propias zonas vinícolas demarcadas.

Hoy ya no es lo mismo. En todas las zonas de España se hacen vinos extraordinarios, más por el mejor nivel profesional de sus técnicos que por la singularidad del territorio. Los bodegueros actuales se hallan en otra galaxia con una mayor preparación tanto en la producción y comercialización como en el márquetin. 

La promoción y publicidad colectiva que ha ejercido la Rioja, como Denominación de Origen, han contribuido a ello como un gigantesco consorcio de promoción de unos vinos mucho mejores en manos de las diferentes bodegas y sus autores, que han sabido ahondar en las particularidades de cada suelo, municipio y comarca. Aunque la contraetiqueta sea la misma para todos, la Rioja no puede escapar de su preciosa diversidad. Esta última palabra podría ser el eslogan del territorio.

Es cierto que, en los últimos años, la D.O. Rioja ha hecho muy bien sus deberes en la promoción de la marca Rioja. Se ha tenido más en cuenta su labor socioeconómica colectiva porque, al final, el vino hay que venderlo. No creo que haya una zona vitivinícola en el mundo que acoja tantos parajes diferentes en suelos, orografía, climas y microclimas con el mismo nombre.

Recuerdo una entrevista a Emile Peynaud hace bastantes años en que me confesó que, si bien la Rioja imitó los modos de elaboración y crianza bordelesa a finales del siglo XIX, no hizo lo mismo troceando el territorio en varias zonas reglamentadas como en Burdeos. Si acaso, pudiera haber sido posible revelar las ligeras peculiaridades de algunos municipios, pero no todos.

Regulación y libertad

Gran número de bodegas han pasado desde el nivel casi campesino de los años 70 a un horizonte envidiable de técnica, de equipamiento y conocimiento, tanto enológico como vitícola. La enorme competitividad que existe en la actualidad, tanto en lo comercial como en lo enológico, hace que ya no necesiten tanto que les regulen la calidad porque ya se encargan ellos. Al final, cada bodega tendrá que luchar individualmente, pero con más permisividad que antes para señalar en las etiquetas de identificación geográfica y edafológica.

Normalmente cierto número de las propias bodegas de las D.O. van varios pasos por delante en este sentido porque, como empresas privadas, les permite realizar cambios y mejoras con mayor rapidez con un espíritu más libre y competitivo. Y todo esto el Consejo lo agradece. Tanto es así, que en los últimos años se ha modificado el llamado Pliego de Condiciones, que es algo así como la Constitución Vitivinícola de la Rioja. A la ya histórica contraetiqueta señalando las categorías de envejecimiento que se implantaron hace más de 50 años, se añaden las categorías geográficas e incluso edafológicas que cito más abajo.  

La bodega germen de la D.O

En Francia, los Grand Cru Classè en Burdeos y las grandes marcas por todos conocidas de Champagne, fueron las locomotoras en sus “apellatións d’Origine” que se instituyeron en una ley aprobada en 1936. Éstos son claros ejemplos de esta realidad.

Si las bodegas históricas con sus valores de marca permanecen en la D.O. se debe a un estimable principio de solidaridad con todos, contribuyendo al prestigio de la Rioja del que, por otra parte, se benefician las nuevas bodegas, las cuales, nada más instalarse en este territorio, tienen vendidas más cajas que si se instalaran en otras zonas.

La Rioja en el siglo XXI

Elevar el prestigio global a un colectivo de bodegas riojanas que elabora casi más de 250 millones de litros con diferentes niveles de calidad es una tarea numantina. Rioja es la marca colectiva de una D.O. con el mayor número de botellas vendidas del mundo después de Champagne. Podríamos decir que Rioja y Champagne tienen algo en común.

Es evidente que los vinos más baratos de la Rioja son mejores que en el pasado, fruto de una evolución general de todos los vinos españoles, tanto de equipamiento como enológica. Por lo tanto, a nadie les puede sorprender que tal número de botellas aprueben el examen para lograr el label Rioja. 

En el actual Pliego de Condiciones se amplían más que nunca las opciones a la hora de elegir un rioja, acercándose al histórico modelo de Burdeos y Borgoña. En la etiqueta puede aparecer el “vino de zona” (Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rioja Oriental), que equivaldría a la bordelesa Medoc, Haute Medoc o Graves; el “vino de municipio”, con el par francés Saint Emilion, Pomerol, Margaux etc.; y “vino de Viñedo Singular”, parecido a los “Grand Cru Classè” girondinos. Es cierto que la palabra Rioja debe imperar como origen conocido, porque los ejemplos de categorías francesas implantados hace casi un siglo no necesitan el amparo del término “Bordeaux”.

Por último, sería una magnífica noticia que, por ejemplo, para aumentar el prestigio de la Rioja, el Consejo Regulador, constituyera para los mercados extranjeros, “locomotoras de vinos”, catas de alto nivel con los vinos de mayores puntuaciones en la prensa nacional e internacional, algo así como un “Rioja Premium Wines”. Así se evitaría ese comentario repetido de un importador cuando le ofrecen un vino de riojano de 50 euros: “es demasiado caro para ser un rioja”.