El consumo de cerveza es un problema grave porque la gente joven lo ve como un producto más saludable, y no es cierto.
Por otra parte en Nueva York, California, Massachusetts o Colorado existe a día de hoy un alto consumo de marihuana. ¿Si alguien ha fumado marihuana, cómo luego va a beber una botella de su Rioja o Ribera del Duero favorito? Es imposible.
Y por último está el problema de las bebidas de alta graduación. Cuando el vino tenía arrinconado a todas las empresas del sector de alcoholes duros, ginebra, vodka, whisky, etc., este lobby se organizó y creó una campaña que duró aproximadamente 10 años para fomentar su consumo en coctelería. Se empezaron a hacer concursos de cocteleros, como si de un sommelier se tratase. Los premios, por supuesto, mucho más sustanciosos que los que te dan aquí y por tanto su repercusión. Como consecuencia se empezaron a abrir coctelerías. Hoy en Boston puede haber 10 coctelerías, cuando antes no había. Ha llegado el punto en que todos los restaurantes, y también se verá en España, ofrecerán un menú de cócteles al viejo estilo de Estados Unidos. El lobby de los productores de alcohol duro es muy potente allí.
¿Qué puede hacer el sector para revertir esa situación de caída?
Empezar a atraer a la gente joven. Así, directamente. El medio especializado Vinous, ha tenido un gran éxito en Miami y en Nueva York, porque han organizado trade shows abiertos al público general, donde las personas de entre 18 y 25 años, o 21 según el estado, pagaban la mitad. Estos encuentros estaban llenos de gente joven. Es muy buena idea. Al productor le interesa ese perfil de público. Hablamos de captar un público a largo plazo. Creo que ese es el futuro si queremos parar la bajada.
Hay que dejar de ser elitista en el mundo del vino, de ello depende el futuro de todos los que estamos envueltos en ello. No solamente los productores, sino también los prescriptores, etcétera.
En un mercado tan competitivo como Estados Unidos, ¿qué países están ganando terreno a nivel de vino europeo? Y, por ejemplo, España, Italia, ¿cómo pueden diferenciarse a día de hoy?