El agua que condena al viñedo de Penedès y que podría condenar a todo el Mediterráneo 

8 February 2024

Cataluña se enfrenta a una de las peores crisis de agua desde que se tienen registros. Así se recoge de los datos acumulados que atraviesa la comunidad desde hace ya tres años, sin que a la vista tengamos un horizonte más esperanzador.

Las restricciones son desde la semana pasada una realidad para sus habitantes. Y las explotaciones que más dependen el agua, ganadería y agricultura, están perdiendo por días la poca vitalidad que les queda. La situación que actualmente atraviesa el levante español, con Cataluña a la cabeza, pero seguida también por Murcia y Andalucía, nos obliga a replantearnos nuestro modelo de tratamiento del agua, un modelo que ha de ser global, solidario y sostenible a partes iguales en todo el territorio español. 

El campo está cambiando su cara. Basta con darse un paseo por algunos viñedos del Penedès para ver cómo este suceso está modificando la imagen mediterránea que tenemos en mente. 

Incluso el olor ha cambiado, hoy con matices más terrosos que de costumbre y menos herbal y balsámica que antes. Hay más polvo y según afirman los lugareños también menos pájaros, algo que da mucho más miedo. Las zonas de cultivo de la vid más afectadas a día de hoy por la sequía en Cataluña, con Penedès y Empordà a la cabeza, están empezando a ver cómo sus plantas se mueren. 

Y además, las perspectivas de evolución son terribles al no haber en el horizonte un pronóstico de lluvias tan abundantes como necesarias. En el Penedès se habla de que hay más de 25.000 hectáreas afectadas por la sequía y de éstas, 10.000 has. están al límite. Sí, un cultivo de secano como es la vid, o como lo era, se muere de sed.

Impacto humano y social

José María Albet i Noia (bodegas Albet i Noia) reconoce que lleva tiempo sin dormir. Tiene miedo de que muchos agricultores de la zona pierdan la cabeza y acaben haciendo alguna tontería –la imagen del suicidio planea en la conversación. “Los viticultores del Penedès están aterrados, no tienen la certeza de que su medio de vida, para muchos de varias generaciones, pueda ser sostenible en los próximos años”. “Se están muriendo las plantas y nadie había visto antes que las viñas sin riego pudieran morir así”. “Esta sequía está provocando la pérdida de hasta un 30% del viñedo del Penedès, un viñedo muerto que podría alcanzar cifras más altas si la situación se mantiene mucho más tiempo”.

Ya se estima que la próxima cosecha será muy escasa, con pérdidas que van del 50% hasta el 70% de la producción, y es que ya se han tenido que podar las plantas a una yema, una práctica de viticultura utilizada para que la planta sobreviva en situaciones de gran escasez hídrica. Así que lo que buscan ahora no es salvar la producción de este 2025, sino salvar la del año 2026, y quién sabe si garantizar que puedan seguir produciendo, al menos como lo estaban haciendo hasta ahora.

Gráfico. AEMET
Gráfico. Agencia  Catalana del Agua

Las zonas más afectadas por el momento son las de montaña y las del Sur, la que correspondería al Bajo Penedès, lo que va desde Vilafranca hacia el sur. Allí hay viñas enteras muertas. 

Mientras tanto, los viticultores del Penedès se están empezando a agrupar y tratan de consensuar una guía de actuación. Su objetivo es trasladar a las administraciones públicas la necesidad de un plan de infraestructura hídrica. La zona de Penedès no posee mucha agua a nivel general, pero las sequías continuadas unidas a los golpes de calor (históricamente no tan comunes) está terminando de agotar incluso parte de la humedad ambiente, por lo que el efecto dañino de la falta de agua es mucho mayor. Al menos así lo ve Pere Llopart (bodegas Llopart)

Para Ton Mata, de bodegas Recaredo y Celler Credo, “nos encontramos a dos meses del precipicio más absoluto. Si no llueve abundantemente en febrero y marzo perfectamente podremos perder un 30% del viñedo en el Penedès”.

Cambio de comportamiento en las plantas

La situación es tan excepcional que el viñedo se está comportando de forma excepcional. En general, una gran parte de viña vieja está aguantando el temporal, pero hay casos en que están sufriendo mucho más que las jóvenes, porque la sequía está siendo tan prolongada que las raíces de estas plantas, que son más profundas, no llegan a conseguir agua del subsuelo. Mientras que otras plantas más jóvenes con portainjertos más superficiales están pudiendo aguantar con las escasísimas lluvias cortas que han caído en los últimos meses. 

Mata ve que en el mejor de los casos el próximo año la producción será un 50% más baja porque ya han tenido que renunciar a la mitad de las yemas a través de la poda y en algunos casos incluso a arrancar, en su caso cerca de 4,5 has. este año.

Los grandes agentes productores del lugar, empresas como Freixenet, Codorníu o Jaume Serra, responsables de la compra de la gran mayoría de uva en la región, tienen ahora el dilema de qué hacer para garantizar la continuidad de algunos de sus productos en un año que se plantea escaso de producción. 

Fuentes del sector afirman que se baraja la posibilidad de que estas compañías busquen un permiso especial para que el consejo regulador de la D.O. Cava les permita excepcionalmente embotellar una partida de vinos sin el marchamo de la DO, una práctica actualmente no permitida.

De momento el planteamiento que barajan los viticultores gira en torno a que Penedès crezca con una infraestructura hidráulica que permita incorporar el riego de apoyo en el viñedo. No es una tarea fácil ni rápida, en un lugar con tan pocos recursos hídricos como el Penedès.

Una sequía que dibuja nuevos escenarios

Robert Savé Montserrat, Investigador Emérito del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria) pone el foco en lo trascendente de esta situación. “Estamos delante de un problema importante, de un problema estructural que va más allá de la anécdota de si nos podemos duchar o no. No es tan solo el agua real que bebemos, sino el agua virtual, la cantidad de agua que no somos conscientes que utilizamos y que está asociada por ejemplo a una manzana o a una barra de pan, y esto también se está viendo afectado por esta sequía”.

La inacción política

Cataluña ya vivió una sequía hace poco, concretamente en 2008.  Aquella sequía “hizo que se trajese agua en barco por vez primera de Mallorca y de Francia, y de aquella situación se creó una desaladora. Pero desde 2008 hasta ahora no se ha hecho nada más”

Esta falta de previsión ha afectado de doble manera tal y como reconoce Savé: “por un lado en el consumo, con las restricciones actuales, pero también deja a la vista el gran problema, que es que el 65% de la agricultura del mediterráneo es de secano, lo que significa que hay campos que llevan tres años sin recibir agua, lo que conlleva a pérdidas de producción importantes y a la pérdida de material vegetal plantado y por tanto un sector tocado económicamente y también moralmente”.

Desde 2010 hay estudios muy definidos del cambio climático realizados por la AEMET en España y el Servei Meteorològic de Catalunya junto con el Servicio Meteorológico Europeo. “La tendencia desde los años Ochenta es que la temperatura se va incrementando y cada grado de más incrementa también un 7% la evaporación, por lo tanto evaporamos más que años atrás”, afirma Savé.

Gráfico. Agencia Catalana del Agua

El escenario que plantea está sequía y el cambio climático es inquietante pues nos expone a un horizonte incierto al que ningún político quiere hacer frente. En el día a día ya nos hemos adaptado a cultivar variedades de cereal que germinen antes, con ciclos más cortos, frutales que puedan requerir de menos horas de frío para poder florecer y asegurar producción. En opinión de Savé “tenemos que ir hacia viñedos con unas densidades de plantación más amplias y con plantas más pequeñas y por tanto con menos producción… Pero también, como país tenemos que replantearnos como queremos que sea nuestro sector primario, sector agrícola, ganadero y pesca, y cuando lo tengamos claro podremos decidir qué podemos realmente plantar que nos haga atractivos”

España tiene actualmente cerca de un millón de hectáreas de viñedo y de cuatro millones de hectáreas de olivo ¿podemos realmente mantener este volumen de hectáreas con estas condiciones medioambientales? ¿Estamos preparados para abrir este debate y asumir las consecuencias que implica? Se trata de una decisión importante de tipo político que traerá consigo un profundo cambio estructural.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín