Guía práctica para sobrevivir a la Navidad

5 December 2024

Bienvenido al campo de batalla navideño. Olvida todo lo que has visto en las películas, no te dejes engañar por esos relatos llenos de magia, abrazos y villancicos. La realidad es mucho más cruda: un sinfín de eventos por compromiso, reencuentros forzados con familiares que solo ves una vez al año o cenas de empresa que son un campo de minas. Una serie de desafíos encadenados que no dan tregua y es que ni el mismísimo Hércules tuvo que superar tantas pruebas.

Cada año, a partir de octubre, Mariah Carey hace su entrada triunfal avisándonos de lo que nos espera, previniéndonos de que se acerca uno de los momentos más temidos del año. Bajo una atmósfera de luces y decoraciones, se intenta camuflar lo que realmente hay detrás de estas celebraciones: atracones de comida, gastos desorbitados y eternas sobremesas que a muchos les hacen contar los días que quedan para que acabe.

Si has llegado hasta aquí, estás de suerte. Hoy te proponemos un manual de supervivencia para salir airoso de esta batalla campal, porque la Navidad no se celebra, la Navidad se sobrevive. Y si vamos a entrar de lleno en ella hay que ir preparado. Con esta guía práctica para sobrevivir a la Navidad, te aseguramos llegar a enero con dignidad y estilo. Evitarás convertirte en un meme en el grupo de WhatsApp de tu oficina, y, además, tu cuenta bancaria no te mirará de reojo al finalizar las fiestas.

Prepara tus mejores armas: tus sonrisas más amplias y tu mejor humor; y si algo falla, coge una buena copa y llénala de tu vino favorito. ¡Empieza la misión!

Fase 1: Las cenas de compromiso

El primer frente, del que no hay escapatoria. Todos tus fines de semana (y algún que otro jueves) estarán repletos de planes por compromiso, con amigos que no ves desde el instituto o la temida cena de empresa, un campo minado. Aunque nuestra arma principal siempre será la paciencia, a continuación, os ofrecemos algunas claves para salir ileso de estos compromisos (o, por lo menos, intentarlo).

En las cenas de empresa, lo más importante es la entrada. Es importante elegir el momento perfecto de llegada; demasiado tarde puede hacer que te sientes donde nadie quiere hacerlo, al lado de ese compañero pesado o en el lado de los aburridos; pero, llegar demasiado pronto puede colocarte en el centro de las preguntas y conversaciones incómodas. 

La hora de llegada es fundamental para seleccionar tu posición estratégica.

La comida puede ser un problema si hay menú cerrado, que no suele ser muy apetecible. No cuestiones, no preguntes, actúa con naturalidad, como si fuera algo que siempre hubieras querido degustar, finge que está buenísimo y refúgiate en tus mejores aliados: el pan, los postres y el vino

Mesa de cena de Navidad
Mesa de cena de Navidad

Especial cuidado hay que tener con el jefe y sus discursos. Es el momento de demostrar tus habilidades de camuflaje; recuerda, nunca te coloques en primera fila, porque serás el blanco de sus miradas cómplices y tendrás que parecer interesado en lo que dice. La mejor estrategia es colocarse en una zona céntrica tirando al lateral y aplaudir cuando los demás lo hagan y, si es posible, hacerlo con una sonrisa. Como último recurso siempre podrás recurrir a la llamada de emergencia de algún familiar que vive fuera y que quiere felicitarte las fiestas en ese preciso momento.

El peligro de la post-cena. Llegará un momento, después de tres brindis y varias copas de vino, que algún compañero propondrá ir a tomar algo u otro plan alternativo, como ir al karaoke. Esa es tu señal. Demuestra todos tus conocimientos en “la bomba de humo”. La excusa que siempre funciona es que pierdes el transporte para volver a casa, aunque siempre puedes desaparecer sin decir nada. La clave es irte antes de que las cosas se desmoronen y puedas perder el control y acabar bailando encima de la mesa del local, siendo protagonista de un video que circulará durante meses en el grupo de WhatsApp de la oficina.

Las cenas con amigos son más leves, suelen gozar de un ambiente más relajado, pero no puedes relajarte, el peligro siempre está presente. Las interminables preguntas sobre tu vida personal pueden contestarse con un estándar “todo genial, gracias” e intentar que el foco de atención recaiga sobre otra persona.

Si has conseguido salir victorioso de todas estas situaciones, te felicito. Pero no podemos bajar la guardia, quizá hayamos superado la fase más tediosa, pero tan solo es la primera. La batalla continúa.

Fase 2: Desencuentros familiares

Los temidos reencuentros familiares, en los que cada plato esconde una pregunta incómoda y cada pregunta puede resultar una trampa mortal.

Son bombas de relojería, cada brindis puede acabar en una discusión y siempre hay algún familiar que está dispuesto a abrir un debate político, algo totalmente desaconsejable. Lo principal es mantenerte sereno y calmado para identificar estas situaciones antes de que se produzcan.

Al igual que en la fase anterior, es importantísimo elegir bien el lugar de la mesa donde sentarte. Lo ideal sería ponerte lo más alejado posible del cuñado que cree que lo sabe todo o del primo que solo habla de videojuegos; parece cliché, pero es real. Lo más astuto es sentarte al lado de una persona que hable poco y coma mucho, así tendrás toda la comida a tu alcance sin necesidad de pedirla.

Las preguntas incómodas son inevitables, pero fáciles de esquivar. Seguro que tienes un primo/a al que le gusta ser el centro de atención y hablar largo y tendido de su vida; desvía la atención hacia él/ella y conseguirás algo de tiempo para planificar tus respuestas.

Foto de copa de vino
Foto de copa de vino

Para desactivar la bomba de las discusiones eternas, que siempre suelen ser las mismas, lo mejor es prevenirlas. Si ves que el ambiente se pone tenso, utiliza una técnica de distracción, habla de la comida o del vino y cambia el tema de conversación; si no funciona, huye alegando que necesitan tu ayuda en la cocina o que necesitas ir al baño.

El vino siempre será tu mejor aliado. Si todo falla, si tus tácticas no surten el efecto deseado, coge una copa y llénala con tu vino favorito y déjate llevar. Al final, lo mejor que puedes hacer es mantener la calma, esquivar conflictos y recordar que el vino puede ser tu mejor compañero en la batalla.

Si logras salir sin confesar tus secretos más ocultos a tus enemigos, ni iniciar una guerra, habrás ganado la batalla. Brinda, sonríe y prepárate para la siguiente misión.

Fase 3: Los excesos

Es la fase más agotadora y larga, puede arrastrarse hasta enero. Comida, ropa, regalos: gastos. Como si todo lo ahorrado durante el año, se gastara en cuestión de días. Lo más importante es trabajar y perfeccionar la técnica del “autocontrol”, del saber decir que no.

Tiendas, supermercados y restaurantes utilizarán sus mejores armas para atraernos hacia la abundancia y el despilfarro. Debemos ser fuertes y resistirnos a las tentaciones que se esconden tras las luces, los envoltorios bonitos y las decoraciones llamativas.

Los banquetes son la primera trampa. Las mesas llenas de una comida que siempre sobra te invitan a repetir una y otra vez hasta que no puedes más. La estrategia será la de “los platos pequeños”, así controlarás lo que comes y lo harás en pequeñas porciones. Te llenarás igual, pero por lo menos pruebas un poco de todo. Tu mejor amigo será el “no, gracias” cuando te ofrezcan doble ración de postre o de cordero.

La bandeja de dulces que te mira desde el otro lado de la mesa. No te dejes engañar, no será solo uno, y nunca habrá un final feliz. La táctica más astuta es la de “prueba y huye” que, aunque compleja, resulta eficaz. 

Coge trozos pequeños de los dulces que más te apetezcan y pruébalos; después, coloca la bandeja lo más alejada posible de ti, sería ideal que no la vieras, así evitarás contacto visual que reactive la tentación.

También tendrás que lidiar con el desafío de los gastos o cómo evitar que la tarjeta eche humo a final de mes. Tu nómina íntegra y quizá parte de los ahorros irán destinados a regalos y comida y tu cuenta bancaria lo sabe.

Foto caja de dulces navideños
Foto caja de dulces navideños

Para intentar frenar estos gastos desorbitados debes tener claro cuál es el presupuesto, tener una lista cerrada y reflexionar sobre si realmente necesitamos lo que nos vamos a comprar o solo es un capricho. Intenta tener presente siempre la temida “cuesta de enero”, aunque ahora parezca que el dinero no tiene fin, empezar el año sin deudas te dará una gran satisfacción.

Fase 4: Sobrevive

Si has conseguido superar todas las pruebas anteriores: enhorabuena, la batalla está casi ganada. Has llegado hasta el final y eso significa que has sobrevivido. Recuerda que la Navidad está diseñada para arrasar con todo a su paso, para llevarte al límite con preguntas indiscretas, kilos de más y compras compulsivas; pero, está en tu mano darle la vuelta y ser más astuto que ella.

Aunque no todo haya sido perfecto y haya habido contratiempos (como ese jersey navideño que nunca te volverás a poner o el entusiasta concierto de villancicos que diste delante de tus compañeros de trabajo), has conseguido llegar al final más o menos entero. Y eso significa que tienes 11 meses para planificar las siguientes navidades, lo que has hecho bien y lo que se puede mejorar. Porque volverán, siempre vuelven. Tu misión a partir del 6 de enero es “autocuidado”: no te culpes de las cosas que han salido mal, recuerda que la Navidad es una época mágica y seguro que ha habido momentos buenos, como las risas con la familia o los brindis con esa botella de vino que guardas para los momentos especiales.

La Navidad es como una tormenta, un caos que arrasa con todo y te deja vacío. Pero, cuando pasa, la sensación de alivio y de éxito es inigualable. Ahora es momento de disfrutar de la victoria, de descansar de los infinitos anuncios de perfumes y juguetes y desconectar las luces del árbol que seguro pueden provocar epilepsia.

Coge esa botella de vino que guardas para los momentos especiales y brinda con tus compañeros de batalla porque sobreviviste. Recarga las pilas para el año que viene y recuerda: no eres tú, es la Navidad.

    Escrito por Redacción

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