Especial cuidado hay que tener con el jefe y sus discursos. Es el momento de demostrar tus habilidades de camuflaje; recuerda, nunca te coloques en primera fila, porque serás el blanco de sus miradas cómplices y tendrás que parecer interesado en lo que dice. La mejor estrategia es colocarse en una zona céntrica tirando al lateral y aplaudir cuando los demás lo hagan y, si es posible, hacerlo con una sonrisa. Como último recurso siempre podrás recurrir a la llamada de emergencia de algún familiar que vive fuera y que quiere felicitarte las fiestas en ese preciso momento.
El peligro de la post-cena. Llegará un momento, después de tres brindis y varias copas de vino, que algún compañero propondrá ir a tomar algo u otro plan alternativo, como ir al karaoke. Esa es tu señal. Demuestra todos tus conocimientos en “la bomba de humo”. La excusa que siempre funciona es que pierdes el transporte para volver a casa, aunque siempre puedes desaparecer sin decir nada. La clave es irte antes de que las cosas se desmoronen y puedas perder el control y acabar bailando encima de la mesa del local, siendo protagonista de un video que circulará durante meses en el grupo de WhatsApp de la oficina.
Las cenas con amigos son más leves, suelen gozar de un ambiente más relajado, pero no puedes relajarte, el peligro siempre está presente. Las interminables preguntas sobre tu vida personal pueden contestarse con un estándar “todo genial, gracias” e intentar que el foco de atención recaiga sobre otra persona.
Si has conseguido salir victorioso de todas estas situaciones, te felicito. Pero no podemos bajar la guardia, quizá hayamos superado la fase más tediosa, pero tan solo es la primera. La batalla continúa.
Fase 2: Desencuentros familiares
Los temidos reencuentros familiares, en los que cada plato esconde una pregunta incómoda y cada pregunta puede resultar una trampa mortal.
Son bombas de relojería, cada brindis puede acabar en una discusión y siempre hay algún familiar que está dispuesto a abrir un debate político, algo totalmente desaconsejable. Lo principal es mantenerte sereno y calmado para identificar estas situaciones antes de que se produzcan.
Al igual que en la fase anterior, es importantísimo elegir bien el lugar de la mesa donde sentarte. Lo ideal sería ponerte lo más alejado posible del cuñado que cree que lo sabe todo o del primo que solo habla de videojuegos; parece cliché, pero es real. Lo más astuto es sentarte al lado de una persona que hable poco y coma mucho, así tendrás toda la comida a tu alcance sin necesidad de pedirla.
Las preguntas incómodas son inevitables, pero fáciles de esquivar. Seguro que tienes un primo/a al que le gusta ser el centro de atención y hablar largo y tendido de su vida; desvía la atención hacia él/ella y conseguirás algo de tiempo para planificar tus respuestas.