Los mejores maridajes para amantes del queso

27 March 2025

Hoy, 27 de marzo, es el día mundial del queso. Con una historia milenaria, hoy sigue siendo protagonista en nuestras mesas, celebraciones y aperitivos. Y, si encima, a esa cuñita de queso, le unes una buena botella de vino, tienes la velada completa. Ah, ¿que no sabes qué queso maridar con qué vino? Hoy es tu día de suerte; si eres amante del queso y del vino, te proponemos los mejores maridajes para sorprender y para sorprenderte.

Pocos dúos han resistido el paso de los siglos como el queso y el vino: la unión perfecta. Una pareja intensa, con historia y con leyendas, capaz de colarse en cualquier fiesta, o ser protagonistas en la suya propia. Aunque cada uno tenga su carácter, cuando se juntan, todo encaja. En banquetes de reyes, meriendas humildes y tabernas de mala muerte, resistiendo modas, dietas y hasta la temida intolerancia a la lactosa: si por separado son irresistibles, juntos son imparables.

Los clásicos que nunca fallan

  1. Brie con vinos espumosos es lo de siempre, pero por algo funciona. El vino de segunda fermentación en botella como el Cava o el Champagne se encargan de limpiar la boca y el brie se deshace como mantequilla. Camembert y vino blanco seco es otra combinación segura: simple y fácil. La cremosidad del queso casa a la perfección con un blanco fresco y ligero.
  2. Manchego curado con un tinto con cuerpo. El queso manchego suele tener un sabor fuerte, necesita de un vino que lo iguale, pero no lo eclipse.
  3. Quesos azules con vinos dulces: es la típica combinación de salado y dulce que no sabes por qué, pero funciona. Prueba a introducir en tu tabla de quesos un roquefort y combínalo con un moscatel o un pedro Ximénez. Ya no habrá vuelta atrás.
  4. Parmesano y tinto de corte mediterráneo, español o italiano, rico en notas silvestres y con un tanino medio. Otro clásico que no sorprende, pero tampoco defrauda.
Curiosidades sobre el queso que te dejarán con la boca abierta.
Curiosidades sobre el queso que te dejarán con la boca abierta.

Para sorprender en la mesa

  • Queso de cabra y vino blanco bien fresquito y seco, como un sauvignon blanc. Sin complicaciones, pero inesperado; el vino blanco refresca y contrarresta la acidez del queso de cabra. Si eres más atrevido, prueba a añadir un vino con más garra como un vino naranja; y si prefieres algo más suave, cambia de queso. Intenta con un gruyere y elige un blanco fresco y ligero si es un queso joven o con más volumen si el queso es más añejo.
  • Cheddar potente y un tinto con buen cuerpo, como un syrah. La intensidad del cheddar, sobre todo si es añejo, pide vinos con frutas y especias.
  • Queso de cabra ahumado y amontillado jerezano, una mezcla genial que une los ahumados y la cremosidad del queso con la sequedad y sensaciones punzantes del amontillado.

Para los valientes

Queso azul y burbujas, una combinación que te sorprenderá.
Queso azul y burbujas, una combinación que te sorprenderá.
  • Queso azul, tipo gorgonzola, con cava brut. En nuestro artículo sobre vinos espumosos, proponemos diferentes ideas sobre cómo sacarles partido más allá de las típicas fiestas; y aquí tienes un claro ejemplo. Burbujas y queso fuerte, parece una locura, pero te sorprenderá. La burbuja limpia el paladar y suaviza el golpe del queso azul. El toque sensiblemente dulce del brut también será un acierto en la mezcla.
  • Torta del casar y un vino blanco fresco y con vejez, como un txakolí o un albariño con vejez. El único peligro que corres con este maridaje es no poder parar. Inicialmente la cremosidad de la torta casa a la perfección con la acidez y la frescura de los blancos. Si a eso le unes los matices terciarios de un blanco envejecido la fiesta estará servida.

Cómo crear tu propia tabla de quesos

Lo más importante a la hora de elaborar tu tabla de quesos es saber qué vas a beber. ¿Qué fue antes, el vino o el queso? En este caso, el orden de los factores no altera el producto, pero debes tener claro por dónde quieres empezar para no fallar.

  • Empezando por los quesos: lo primero que debes tener en cuenta la regla de oro, la variedad. En una buena tabla de quesos debe haber mezcla de texturas, intensidades y sabores. Nuestro consejo es que haya, al menos, un queso “comodín”, que le guste a todo el mundo (como el brie o un manchego joven).
  • Cómo elegir el vino: lo más importante es el equilibrio. Por ejemplo, si en tu tabla predominan quesos grasos e intensos, debes elegir un vino que no quede en segundo plano ni que mate el sabor del queso, como un tinto con cuerpo. Si, por el contrario, tu tabla es más fresca, con quesos de cabra, brie, o camembert, necesitarás un blanco como un albariño o un rosado bien frio.

A continuación, te proponemos algunas ideas de tablas más comunes para que, en la próxima cena seas el mejor de los anfitriones.

Tabla 1. La Clásica: para los que no fallan nunca.Tabla 1. La clásica: para los que no fallan nunca.

Tabla 2. La atrevida: para los que no le temen a nada.Tabla 2. La atrevida: Para los que no le temen a nada.

Tabla 3. La fresquita: Para tardes de verano.Tabla 3. La fresquita: Para tardes de verano.

En general, queso y vino son claros símbolos de hedonismo, de disfrute y de placer. De sentarte en la mesa con buena compañía, empezar con una copa y un trocito y acabar pidiendo otra botella y la cuña de queso entera.

Con estos consejos, sobre todo, te invitamos a que pruebes, innoves, te equivoques y descubras delicias ocultas. En el mundo del vino y la gastronomía, las reglas están para romperlas. Recuerda: no hace falta ser sumiller ni maestro quesero para montar una tabla de quesos que deje a tus invitados con la boca abierta. Y si alguien te pregunta por qué ese maridaje le dices: “porque sí”. Y punto.

    Escrito por Redacción

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