Capítulo III. El vino espumoso conquista el mundo
Poco a poco, este catastrófico error se convirtió en lujo. Este vino espumoso, en un primer momento, lo tenía todo en contra: era impredecible, difícil de elaborar e inestable. Pero, contra todo pronóstico, las burbujas habían dejado de ser un obstáculo, para convertirse en un tesoro.
Las primeras botellas de vino espumoso fueron consumidas por curiosos visionarios que vieron en este líquido algo más que un simple error en la fermentación. Y, lo que comenzó siendo una rareza, pronto se convirtió en símbolo de prestigio: reyes, nobles y burgueses lo convirtieron en su bebida por excelencia, distintivo de exclusividad.
Con el tiempo, se transformó en sinónimo de celebración y, poco a poco, las burbujas dejaron de ser un placer reservado para clase alta y muchos curiosos se aventuraron a probar este exquisito experimento.
El método de fermentación establecido por Dom Pérignon, conocido como “método champenoise”, no tardó en extenderse por Europa. En España, el Cava demostró que el método tradicional podía adaptarse a otras tierras y crear una identidad propia, en Francia además del Champagne se establecieron otras zonas capaces de elaborar vinos por el método tradicional bautizados como Cremant. Hoy día hay vinos espumosos de segunda fermentación en botella por medio mundo y se han incorporado otros métodos de creación de vinos espumosos menos costosos y también con gran éxito. En Italia, por ejemplo, el Prosecco una opción que está ganando adeptos entre quienes buscan algo más ligero y accesible.
Capítulo IV. La magia de los errores