¿Por qué el vino espumoso fue un accidente afortunado?

4 February 2025

Nos encontramos en el siglo XVII, en una bodega oscura y fría en pleno corazón de Champagne, Francia. En el silencio sepulcral de las gélidas noches francesas, se oye una explosión, y luego otra. Y otra. ¡Las botellas de vino estaban explotando! Un accidente afortunado que supuso el origen del vino espumoso.

Capítulo I. El mito

Una auténtica maldición recorría las bodegas de Francia. Las botellas de vino explotaban una tras otra, llenando el aire con el estallido del vidrio y el olor del vino derramado. Los viticultores, desesperados no sabían qué hacer; el trabajo de todo el año se había echado a perder.

Lo que debía ser un vino tranquilo, suave y sin complicaciones se había transformado en un líquido indomable, lleno de burbujas y presión. Ante este enigma, los viticultores lo bautizaron como “vino del diablo”, convencidos de que era un mal augurio.

Sin embargo, entre tanto caos, aparece la figura de un monje de Hautvillers, que asumió el reto de entender qué es lo que ocurría. Y seguro que el nombre os resulta familiar. Dom Pérignon dedicó sus días a entender el misterio de esas burbujas que eran una maldición, tomándolo directamente como un desafío.

La leyenda cuenta que, al probar el primer vino espumoso, exclamó: “¡Estoy bebiendo las estrellas!”; por lo que se le atribuye la invención del champán. Pero la realidad no es tan grandiosa y fascinante.

Dom Pérignon no descubrió las burbujas, aprendió a dominarlas, mejorando el método de fermentación en botella, seleccionando un tipo de uva concreta y sujetando el corcho de la botella. Su enfoque no era inventar algo nuevo, sino perfeccionar lo que ya existía; no inventó las burbujas, pero sí las convirtió en protagonistas.

Dom Pérignon, el gran "inventor" del champán.
Dom Pérignon, el gran "inventor" del champán.

Sin saberlo, estaba dando los primeros pasos para crear el vino que, siglos después, se convertiría en uno de los mayores símbolos del lujo y la celebración en todo el mundo.

Pero no nos adelantemos.

Capítulo II. Del error a la innovación

¿Qué es lo que estaba ocurriendo realmente dentro de las bodegas? Algo verdaderamente fascinante, la doble fermentación. Todo comenzó con el frío: las bajas temperaturas del invierno detenían el proceso natural de fermentación; el vino se daba por terminado, se embotellaba y se almacenaba.

Lo que no sabían los viticultores de la época es que, cuando llegaba la primavera, el calor despertaba las levaduras “dormidas” y una segunda fermentación comenzaba dentro de las botellas, liberando dióxido de carbono, generando burbujas y convirtiendo el vino en algo vivo y peligroso

Las temidas burbujas que aterrorizaron a los viticultores del siglo XVII, hoy convertidas en las estrellas del vino espumoso.
Las temidas burbujas que aterrorizaron a los viticultores del siglo XVII, hoy convertidas en las estrellas del vino espumoso.

Las botellas no estaban preparadas para este extraño suceso y; al aumentar la presión el vidrio cedía y explotaba; y los corchos, que no estaban sujetos, salían disparados provocando un gran estruendo.

Mientras este suceso volvía locos a los viticultores franceses; a cientos de kilómetros al norte, en Inglaterra, se estaba gestando una solución inesperada. Los ingleses, amantes del vino francés y fascinados por estas botellas llenas de burbujas, comenzaron a experimentar. Así, elaboraron vidrios más resistentes que fueran capaces de soportar la presión interna sin estallar.

De esta manera, con una colaboración accidental entre el clima de Champagne y la tecnología inglesa, se establecieron las bases de lo que se convertiría en el método moderno de elaboración del vino espumoso.

Capítulo III. El vino espumoso conquista el mundo

Poco a poco, este catastrófico error se convirtió en lujo. Este vino espumoso, en un primer momento, lo tenía todo en contra: era impredecible, difícil de elaborar e inestable. Pero, contra todo pronóstico, las burbujas habían dejado de ser un obstáculo, para convertirse en un tesoro.

Las primeras botellas de vino espumoso fueron consumidas por curiosos visionarios que vieron en este líquido algo más que un simple error en la fermentación. Y, lo que comenzó siendo una rareza, pronto se convirtió en símbolo de prestigio: reyes, nobles y burgueses lo convirtieron en su bebida por excelencia, distintivo de exclusividad.

Con el tiempo, se transformó en sinónimo de celebración y, poco a poco, las burbujas dejaron de ser un placer reservado para clase alta y muchos curiosos se aventuraron a probar este exquisito experimento.

El método de fermentación establecido por Dom Pérignon, conocido como “método champenoise”, no tardó en extenderse por Europa. En España, el Cava demostró que el método tradicional podía adaptarse a otras tierras y crear una identidad propia, en Francia además del Champagne se establecieron otras zonas capaces de elaborar vinos por el método tradicional bautizados como Cremant. Hoy día hay vinos espumosos de segunda fermentación en botella por medio mundo y se han incorporado otros métodos de creación de vinos espumosos menos costosos y también con gran éxito. En Italia, por ejemplo, el Prosecco una opción que está ganando adeptos entre quienes buscan algo más ligero y accesible.

Capítulo IV. La magia de los errores

La historia del vino espumoso es la historia de un error que se negó a ser olvidado; el claro ejemplo de que, como tantas otras maravillas de la historia, no todo lo valioso nace de la perfección y que el mundo está lleno de errores con finales felices. Lo que empezó como un problema, terminó conquistando el mundo.

El vino espumoso no debía existir y, sin embargo, gracias a las casualidades, o causalidades de la vida, hoy es el protagonista de nuestras celebraciones y festejos. 

Nuestras copas se llenan de este líquido burbujeante, brindamos con ellas y haciendo un guiño a Dom Pérignon, probamos las estrellas. Plantéate esto cada vez que cometas un error.

Un brindis por los errores que se convirtieron en aciertos.
Un brindis por los errores que se convirtieron en aciertos.
    Escrito por Redacción