La vitis vinifera sylvestris es la subespecie de la vid común (vitis vinifera), considerada la “madre” de todas las variedades de uvas que hoy conocemos y cultivamos para producir vino. En el Neolítico, la vitis vinifera sylvestris se domestica; es decir, los humanos comienzan a modificar las características naturales de la planta para adaptarla a sus necesidades, transformándola de una especie silvestre a una domesticada. ¿Y pasó a llamarse entonces vitis vinifera domesticus? Pues no, ese término no existe.
Este hecho tiene lugar hace aproximadamente 8.000 años, en el Cáucaso y pronto se extendió hacia Mesopotamia y Egipto.
¿Qué supuso la domesticación de la vitis vinifera sylvestris? Implica la selección de características deseables, con frutos más grandes y dulces, mayor productividad (se generan racimos más grandes que facilitan la producción) y menor dispersión de semillas (los humanos controlan la propagación plantando vides en lugares específicos).