Lo que Ribera del Duero tiene y lo que a Ribera le falta

8 May 2025

A nadie se le escapa que Ribera del Duero es uno de los grandes buques insignias del vino en España, la eterna rival de la denominación de origen Rioja. Su fortaleza viene de la gran calidad media de sus vinos, una singularidad cuando se trata de prácticamente el conjunto de sus vinos, con muy pocas referencias en el segmento de vinos sencillos y de fácil trago.

El estilo Ribera

Ribera del Duero es una denominación de origen cuyos vinos poseen un estilo único e inigualable, perfectamente definido e identificable. Sin embargo, esta “fortaleza” es también su talón de Aquiles pues en comparación a sus rivales ofrece menos diversidad estilística. La apertura a elaborar vinos blancos en el año 2019 de la mano de sus albillos mayores supuso todo un acierto, y más hoy que el consumo de vinos blancos crece mucho más que el de tintos, sin embargo, creemos que se queda corto.

La razón es que, tras nuestra reciente visita al consejo regulador, donde catamos cerca de 550 referencias, la sesión se mostró excesivamente monolítica, algo que llama la atención en una tierra donde existen diferentes tipos de suelo en función de la altitud y de la provincia de origen, especialmente entre las divisiones de Burgos/Valladolid y Segovia/Soria. Tuvimos ocasión de catar vinos parcelarios, sí, pero el exceso de estructura y madera en muchos de ellos nos alejaba por completo de la singularidad de su origen, por lo que resultó francamente difícil interpretar y diferenciar el estilo de las parcelas catadas.

Uno de los puntos fuertes de los vinos ribereños viene de la tensión que los suelos de caliza pueden aportar a sus vinos, una tensión calcárea que podría ser mucho más agradable y notoria si se redujesen sensiblemente los puntos de maduración y si la crianza en barrica fuese menos generosa. Cierto es que muchos de los vinos los catamos todavía por hacer, con la madera todavía en un plano principal. Pero, aun así, todavía queda margen para reducir su presencia sin que afecte a la singularidad e idiosincrasia del vino de la Ribera del Duero. 

Ribera del Duero es una denominación de origen cuyos vinos poseen un estilo único e inigualable, perfectamente definido e identificable.Ribera del Duero es una denominación de origen cuyos vinos poseen un estilo único e inigualable, perfectamente definido e identificable.

Mucho margen para seguir creciendo

Ribera del Duero, que ya tiene de por sí una gran calidad, tiene además vías de crecimiento para que siga ganando enteros en los próximos años, y os contamos cómo. Cuenta, como todas las zonas de producción vinícola, con herramientas que pueden ayudarla a seguir construyendo identidad y también diversidad, que es la parte que todavía se queda un poco estancada.  Respecto a los vinos tintos encontramos dos líneas de trabajo, la clásica donde la fruta está en un segundo o tercer plano, vinos en los que la crianza en barrica es excesivamente protagonista, con un final en boca apoteósico, taninos firmes y finales largos, y otra donde la fruta se vuelve protagonista, haciendo que la crianza sea un vehículo para que el vino perdure y que no entorpezca el diálogo con la fruta. Este segundo bloque es todavía escaso, pero sí percibimos como cada año que pasa más bodegas se suman a esta línea de trabajo. 

Por norma el tinto de Ribera en Duero ha de tener al menos un 75% de tinta del país (tempranillo) en sus elaboraciones, dejando la opción de que el 25% restante pueda ser usado con otras variedades como la garnacha, cabernet sauvignon, merlot y albillo mayor. Resulta llamativo que teniendo estas opciones no muchos productores recurren a estas variedades para aminorar la estructura de sus vinos y aportar un mayor protagonismo de la fruta, algo que sería interesante y beneficioso para ofrecer perfiles más diversos. Aun así, este 25% de “otras variedades” se nos antoja insuficiente, pues en la zona se elaboran vinos monovarietales de garnacha muy interesantes y diferenciales que podrían traer grandes alegrías si pudiesen ser embotellados bajo el sello de la DO. A la garnacha se suma la bobal y la monastrell, presente también en el viñedo ribereño, aunque de forma muy minoritaria y no permitidas en su pliego de condiciones. 

Imagen de viñedos en suelos de canto rodado en Moradillo de Roa, Burgos.
Imagen de viñedos en suelos de canto rodado en Moradillo de Roa, Burgos.

Esto a nivel de tintos, pero resulta que también a nivel de blancas tiene opciones de trabajo con uvas como la pirulés o alarije, que podrían abrir el abanico estilístico tanto de los vinos blancos como de los tintos si fuesen incluidas como variedades permitidas.

Abrir estos caminos, como ya lo hizo su vecina Toro al permitir elaborar vinos monovarietales de garnacha podría contribuir a ofrecer una mayor diferencia de estilos en la Ribera sin perder el halo territorial y autóctono, pues estas variedades ya crecen en sus viñedos de forma dispersa.

Existe además una línea de trabajo en torno a la investigación de variedades autóctonas que está realizando el propio Consejo Regulador, con una ilusionante uva tinta llamada Benedicto, familia directa de su tinta fina, con capacidad para ofrecer vinos con una acidez más marcada y con menor grado, al tiempo que sigue la senda de lo autóctono, al ser parte del estadio primigenio de su tempranillo local.

Si lo pensamos bien, la Ribera del Duero no fue siempre tierra de tintos, es más, fue tierra de claretes. Si Ribera pudo hacer un cambio tan profundo como el de ser reconocidos por sus claretes a serlo por sus tintos significa que puede cambiar aún más en otras líneas más aperturistas como las que comentamos.  

Reduciendo la carga de madera año a año

Todo lo que comentamos aquí son posibles vías de crecimiento para una DO que sigue haciendo esfuerzos por reducir la carga de madera de sus vinos. En las añadas más jóvenes vemos la intención por parte de los productores de bajar las dosis de madera, y creemos que esto seguirá siendo una tendencia positiva en los años venideros. Otra línea de trabajo y diferenciación de la que puede hacer gala la Ribera del Duero es la capacidad evolutiva de sus vinos. Resulta que los tintos finos de la Ribera, por su acidez y estructura, tienen en su ADN los ingredientes fundamentales para ofrecer vinos longevos, sin embargo, no son muchas las bodegas que lo aprovechan.

En un mundo en el que las redes sociales se inundan de viejos vinos que dignifican el valor de una zona si su envejecimiento deslumbra, Ribera apenas aparece, a no ser que sea con vinos de Vega Sicilia o Pingus, los más habituales en este tipo de imágenes. No sólo Vega Sicilia y Pingus tienen esta capacidad de envejecimiento, sin embargo, sólo se las ve a ellas.

Las grandes marcas de Ribera ofrecen a día de hoy el valor diferencial de la DO, un camino que debería estar más poblado. 

Referencias como las ya mencionadas, Dominio del Águila, Dominio de Atauta, Viña Sastre (en su concepción más clásica) o Territorio Luthier están mostrando interesantísimas líneas de trabajo que pueden aportar al conjunto, y que debieran servir de inspiración para futuros proyectos que hagan todavía más grande si cabe a la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Ribera del Duero, que ya tiene de por sí una gran calidad, tiene además vías de crecimiento para que siga ganando enteros en los próximos años.
Ribera del Duero, que ya tiene de por sí una gran calidad, tiene además vías de crecimiento para que siga ganando enteros en los próximos años.
    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín