Érase una vez un vino…
En Peñín también escribimos libros, hacemos un recorrido por la historia y evolución de la Guía durante estos 30 años.
¿Dónde está escrito que hace falta una comida de seis platos para disfrutar de un buen vino? ¿Realmente necesitamos una gran ocasión con manteles largos y conversaciones interminables para abrir esa botella que guardamos en la vinoteca? La verdad es que no, pocas cosas hay más placenteras que abrir un gran vino acompañado de un buen picoteo. ¿No te convence? Hoy te enseñamos cómo combinarlo.
Durante demasiado tiempo, el picoteo ha vivido etiquetado como “lo fácil”, “lo rápido” o, peor aún, “lo de antes de lo importante”. La realidad es que organizar un buen picoteo es todo un arte. Ya los griegos con sus célebres symposia lo tenían claro: vinos, conversación y algo que llevarse a la boca, ¿qué más se puede pedir? Los romanos también disfrutaban de los entrantes ligeros y sabrosos, los gustatione que abrían el apetito y acompañaban los primeros tragos del vino.
Si el picoteo lleva existiendo miles de años, ¿quiénes somos nosotros para negarnos a tales delicias? Unas buenas conservas, un queso perfectamente cortado, un jamón veteado o unas gildas, muy de moda ahora. ¿Quién podría resistirse?
Así que hoy hemos venido a hacerle justicia. No solo los grandes banquetes merecen grandes vinos; piensa en las cenas de Navidad, por ejemplo, ¿quién llega al segundo plato? Hoy venimos a demostrar que el verdadero lujo cabe en una mesa llena de pequeños placeres, en una lata de paté y hasta en una tartaleta de canapé.
Sabemos que, a priori, puede resultar complicado maridar tantos sabores y texturas con el vino perfecto. Pero, tranquilo, maridar no es una ciencia exacta, ni necesitas ser enólogo con diez años de experiencia. Solo necesitas tener tres ideas claras:
Si, pese a estos consejos, sigues sin saber cómo sorprender a tus comensales, hay algunos maridajes que nunca decepcionan. Por ejemplo: jamón ibérico con fino o manzanilla; conservas (mejillones en escabeche o berberechos) con albariño o verdejo; o paté con un Pedro Ximénez.
Si, por el contrario, tienes la mesa que parece sacada de una feria gastronómica y te abruma no saber qué vino abrir para acompañar, aquí van algunos trucos para quedar como un auténtico experto y salir del apuro.
Ya hemos visto en varios artículos anteriores que el vino está para disfrutarlo. No es un examen ni necesitas cumplir ninguna expectativa; lo único de lo que debes preocuparte es de tener copas, sacacorchos, algo rico para picar y, sobre todo, buena compañía.
En Peñín también escribimos libros, hacemos un recorrido por la historia y evolución de la Guía durante estos 30 años.
Te contamos qué debes tener en cuenta para valorar la calidad de un vino.
¿Realmente los vinos necesitan respirar? Te contamos qué vinos necesitan oxígeno para mostrarse tal y como son.