Costers del Segre, del cielo a la tierra

7 April 2020

Aunque seguimos encerrados en nuestros hogares, nada nos impide viajar mentalmente a otros lugares, así que hoy haremos un pequeño viaje por una interesante zona vitícola de Cataluña.

Se trata de un lugar que quizá, y sólo quizá, no sea a día de hoy tendencia para muchos instagramers de gatillo fácil, ya que muchas de las variedades que les están dando tan buenos resultados no son necesariamente propias. Aunque también posean un buen puñado de uvas más “locales”.

Costers del Segre es una pequeña denominación de origen leridana, situada a las faldas de los Pirineos. Cuenta con cerca de 36 bodegas, 4.000 hectáreas de viñedo y más de 400 viticultores. Su viñedo está disperso por toda la provincia, por lo que ofrece una amplia tipología de viñedos en función de su ubicación más próxima o más lejana a los Pirineos. Existe pues en la zona una gran heterogeneidad que hace difícil enmarcar al conjunto de sus vinos, pues podemos encontrar desde los viñedos calientes de la zona frutal de Lérida, hasta los rincones de altura del norte, donde encuentras interesantes viñas perdidas por sus sinuosos recovecos. Se trata pues de una zona que va del cielo a la tierra y donde la búsqueda de una diferenciación es un trabajo arduo pero no imposible.

El nexo de unión de sus siete subzonas es la cuenca media del río Segre, entre el Pirineo y el Ebro. Existen rincones productores a lo largo de toda la provincia, sin embargo hay dos bloques especialmente interesantes. Se trata de las viñas que, por su posición con respecto a los Pirineos, gozan de una gran altitud, como es el caso de Artesa de Segre y Pallars, con sus viñedos en costers.Y también la subzona de las Garrigues, donde se forma una compleja orografía gracias a la acción de los ríos nacidos en la Sierra de la Llena, que con el tiempo fueron capaces de formar valles, barrancos e interesantes planos, que permiten buscar diferentes orientaciones en el viñedo de forma natural aprovechando los desniveles existentes. Sea donde sea, Costers del Segre cuenta con bodegas de gran relevancia para todo aquel que quiera profundizar en sus tierras y en sus vinos, un puñado de valientes del vino que luchan a diario por ofrecer algo propio y diferenciador de su propia cosecha, pero sin olvidarse de rendir homenaje al lugar donde crecen sus uvas.

Si hay una figura en la zona que ha sabido posicionar Costers en el mapa vitícola de los buenos aficionados al vino ese ha sido Raúl Bobet, de Castell D’Encus, una figura indispensable y notable de nuestro panorama vitícola, un obseso de la búsqueda del estilo propio y de la frescura en los vinos. Este enólogo buscó en 2001 un lugar donde desarrollar un proyecto único, buscando dar esquinazo a los efectos nocivos del cambio climático. Esa búsqueda le llevó a instalarse en Pallars Jussà, una de las zonas más interesantes del entorno, donde cuenta con una altitud que va de los 850-1250 m.s.n.m, en un lugar donde en un pasado hubo viña, pero el tiempo se encargó de borrarla. Sus vinos han sido pioneros en la zona, pues ha sabido dar un giro estilístico, abriendo un panorama de gran interés en el concepto de vinos de montaña. Seguramente Raúl Bobet no acogerá con agrado que le denominemos como productor poco intervencionista, sin embargo lo hacemos conscientemente, sabedores de que sus trabajos hoy más que nunca se centran en la búsqueda de una intervención mínima y necesaria, vista desde un prisma puramente empírico. De igual forma estamos convencidos de su obsesión en cada uno de los procesos del vino, empezando por el campo y terminando en bodega. Solo así se entiende la singularidad de muchos de sus vinos ya sea en el plurivarietal Quest o en su syrah Talarn, que cada año se posicionan entre los vinos mejor puntuados de toda la D.O. Recientemente tuvimos ocasión de catar su espumoso Taïka 2014 Brut Nature (semillón y sauvignon blanc), un espumoso de larga crianza (60 meses) con ricos matices de levadura, y una singular frescura. Se trata de un vino de una gran precisión, en el que se detuvo la fermentación cuando el vino tenía el nivel suficiente de azúcar como para hacer la segunda fermentación en botella, sin necesidad de añadirle más.

Raúl Bobet, Castell D'EncusRaúl Bobet, Castell D'Encus

Nuestra siguiente parada será en Clos Pons, un proyecto joven y con grandes aspiraciones al sur de la provincia de Lleida. La familia Pons es una familia que viene del cultivo del olivo y la elaboración de aceite generación tras generación, en 2005 impulsan un proyecto de recuperación de viñas en la comarca de Les Garrigues, una de las siete subzonas en las que se divide la D.O., donde llueve nada y menos (entre los 150-300 l/m2), pero donde cuentan con suelos arcillosos capaces de retener el poco agua que cae del cielo y roca calcárea que aporta una textura interesante a sus vinos. Además, el viñedo se encuentra a una altitud que ronda los 700 metros, que unido al clima continental que impera, favorece una oscilación térmica entre el día y la noche notable, lo que se traduce en una buena acidez en los vinos a pesar de su clima extremo. Si alguien quiere adentrarse en el mundo de Les Garrigues puede hacerlo a través de dos vinos muy interesantes, se trata del Clos Pons Roc Nu 2012, un cupaje de garnacha, cabernet sauvignon y tempranillo (24€) que plasma con precisión el entorno floral y herbal que rodea a sus viñas. Clos Pons 812 Gran Reserva 2012 (60 €) es otro de esos vinos que no dejan a uno de sorprenderle. La bodega lleva cinco años presentando el mismo vino al examen de la Guía, y se mantiene como si no acusase el paso del tiempo, con una reducción fina y sutil que se torna elegante, con una fruta negra madura y con unos taninos firmes y maduros. Se trata de un vino elaborado con la uva marselan, esa uva nacida del cruce entre cabernet sauvignon y garnacha y que tan buenas experiencias se supone da al bodeguero en cuestión de envejecimiento. Se trata por tanto de una prueba viva de esta capacidad de envejecimiento de la que los libros hablan.

Bodega Clos Pons

La bodega cooperativa Celler L’Olivera, elabora año a año un macabeo fermentado en barrica de altos vuelos, que embotella bajo la marca V89, en el que, a pesar de tratarse de un 2018, ya afloran sutiles y atractivos aromas a hidrocarburos, que nos recuerdan a los matices de ciertos vinos blancos centroeuropeos. ¡Bravo por tan excelente vino!

En la misma subzona de Garrigues, la familia Torres rehabilitó en medio del Parque Natural dels Bessons, en Juneda, dos caserones del siglo XVIII, construidos por la Abadía de Montserrat. En un entorno idílico, la familia Torres se encargó desde el año 2000 de recuperar el viñedo que en su momento hubo en aquel paraje, especialmente de garnacha, cariñena y syrah, aunque también hay reservado un espacio importante al estudio de variedades ancestrales que la bodega lleva desarrollando con gran esfuerzo desde hace ya unos años y que presentó oficialmente en 2017. Purgatori 2016 es un vino de mezcla de variedades (garnacha, cariñena y syrah), un vino de ensamblaje, construido variedad a variedad para que cada una aporte al conjunto. Se trata de un vino corpulento, estructurado, en el que la fruta cobra especial protagonismo. Se trata de una mezcla de frutas negras y rojas, de diferente madurez con un fondo especiado y de roble cremoso. Su boca es intensa y con una rica acidez, un excelente ejemplo de un vino de corte continental, en el que se busca el equilibrio de las partes.

Viñedo de Purgatori - Familia TorresViñedo de Purgatori - Familia Torres

No podríamos salir de Les Garrigues sin hacer un alto en otro productor que ha aportado mucho a la zona, se trata de Tomàs Cusiné. No contento con trabajar en la bodega familiar Cérvoles y en otras denominaciones de origen como Conca de Barberà y Montsant, en 2003 emprendió un proyecto personal en el corazón de Les Garrigues. Allí se centró especialmente en el trabajo en viña a través de vinos personalistas y parcelarios, como el macabeo de Finca Racons 2017, que en la pasada edición de la Guía Peñín 2020 nos deslumbró por su excelente textura y mineralizad, representada por una tensión propia de los vinos de origen calcáreo. Estamos deseando comprobar cómo se ha desarrollado la añada 2018 en este vino, aunque todavía tardaremos un poco más en poderlo catar. Bajo el paraguas de la bodega Cérvoles, Tomás Cusiné, elabora un vino tinto de ensamblaje que representa fielmente el estilo de los vinos de cupaje que imperan en la región. Se trata de Cérvoles Estrats, cuya ultima cosecha catada fue la 2016, un vino de aportes compuesto por tempranillo, garnacha y cabernet sauvignon, que nos demuestra que cualquier varietal, bien interpretado y trabajado, es capaz de ofrecer grandes vinos. Incluso si alguno de ellos no es propio de tu zona, como el tempranillo y el cabernet sauvignon. Y es que las sentencias en el mundo del vino pocas veces se cumplen, aunque se trate de argumentos seguidos y voceados por muchos a través de las redes sociales.

Tomás Cusiné en Finca ComabarraTomás Cusiné en Finca Comabarra

Cerramos el círculo acudiendo a la subzona de Artesa del Segre, al pie de la sierra del Montsec, al norte de la comarca de Noguera, entre las vertientes meridionales de la Serra Llarga y el río Noguera Ribagorzana.

Allí, entre las comarcas de Segriá y la Noguera, una pequeña bodega lleva ya unos años volcada en la elaboración de vinos poco intervencionistas. Se trata de Lagravera, una bodega centrada en un trabajo respetuoso con la viña y sus ciclos, en la que se elaboran vinos poco convencionales, de los que algún consumidor podría llamar vino natural. En los años que llevamos siguiendo a esta bodega, hemos podido ver vinos de todo tipo, extremos, y no siempre excelentes. Sin embargo, algo ha debido cambiar en esta bodega cuando hemos podido observar cosas más allá de la elaboración poco intervencionista. Por vez primera empezamos a ver suelos a través de la textura de alguno de sus vinos y también rasgos aromáticos que definen su entorno, con aromas que recuerdan fielmente a lo que en sus alrededores crece, hierba y flores silvestres. Es por este motivo por el que nos hemos animado a incluirlo aquí, entre los imprescindibles, con vinos que se salen de lo común que muestran tensión, como La Pell Vi Clar, un vino de un viñedo donde conviven mas de 20 tipos diferentes de uva, y que se elaboran a la antigua usanza. En él conviven uvas blancas y tintas, más las primeras que las segundas, y que se elaboran como si se tratase de un clarete. Un vino racial, con tensión y con un final complejo y largo. Mención a parte merece su Ònra Videpedra, un vino naturalmente dulce, sin alcohol añadido que posee una crianza media en criaderas y soleras de 24 meses en barricas de roble francés, un vino expresivo, floral y muy singular, que cada año cautiva a los miembros del equipo de cata.

Sergio García (director de Lagravera) y Pila Salillas (enóloga)Sergio García (director de Lagravera) y Pila Salillas (enóloga)

Les hemos acercado a un puñado de valientes, responsables, cada uno a su manera, de aportar un poco más de conocimiento sobre una zona injustamente desconocida por el gran público, Costers del Segre, pero con un argumentativo sólido y muy interesante que merece la pena tener en cuenta. Desde hoy, ya puede consultar las valoraciones de los vinos de esta denominación de origen en la Guía Peñín online 2021.

    Escrito por Javier Luengo, director editorial de Peñín

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