Este espumoso proviene de una de las mejores añadas de este siglo, 2004, y es un ejemplo brillante de cómo el tiempo transforma un espumoso en algo que roza lo eterno. Para ello recurrieron a dos de las uvas mediterráneas por excelencia del espumoso catalán, macabeo (67%) y xarel.lo (33%), plantadas en la parte nororiental del Alt Penedès, próxima al río Bitlles. Suelos profundos muy calizos y con textura franco-arcillosa capaces de retener mayor cantidad de agua.
Su perfil aromático recuerda al campo mediterráneo: hierbas secas, heno, un toque salino y un fondo maduro que no cede a la pesadez. Es seco, profundo, sereno, con una burbuja perfectamente integrada y una textura que roza lo táctil. Cada sorbo ofrece capas que evolucionan en la copa, mostrando una complejidad que solo se consigue con una crianza prolongada sobre lías y una vinificación sin concesiones. Es también un vino que guarda en su interior el estilo de una casa como Recaredo, con su austeridad refinada y con una tensión sutil que también habla del paisaje que lo vio nacer.