Vinos rosados: la tendencia que vuelve con fuerza
Cómo los vinos rosados han pasado de "segundones" a los protagonistas en nuestras mesas.
Pocas cosas en la vida generan tanto drama como ir a abrir una botella de vino y descubrir que está…templada. Ni fría ni caliente; sino en ese limbo tibio que hace que sea imbebible. ¿Qué haces? ¿Te resignas? ¿Le echas hielo? La respuesta es un rotundo no. Hoy te enseñamos las mejores técnicas para enfriar un vino rápidamente.
¿Quién no ha escuchado alguna vez que el vino tinto se bebe a temperatura ambiente? Sí, pero ¿ambiente de dónde? Desde luego, no al ambiente del salón de tu casa en agosto, pero tampoco recién traída del Polo Norte. Igual que algunos vinos necesitan respirar para mostrarse en todo su esplendor, también deben ser consumidos a la temperatura ideal; porque no es lo mismo un espumoso bien frío que uno que burbujea como si lo hubieras sacado del maletero en mitad de un atasco en la M-30.
La temperatura puede hacer que un vino brille como un diamante o que se caiga con todo el equipo. Es, en resumen, un paso clave para que el vino sea disfrutable y además exprese lo mejor de sí mismo.
Enfriar el vino a la temperatura adecuada no es postureo, es realmente un aspecto importante. Porque sí, hay momentos clave en la vida en los que necesitas un vino frío o bien atemperado: como cuando organizas una cena para inaugurar tu casa nueva y te olvidas de meter el vino en la nevera; o cuando te invitan a una barbacoa improvisada del día anterior y tienes que recurrir a nuestros consejos para conseguir un vino en el supermercado in extremis.
La temperatura del vino afecta a todo: a cómo percibimos sus aromas, sabores, acidez, taninos e, incluso, la textura en boca. Un vino demasiado frío es un vino mudo, no huele, no sabe, no emociona; si está demasiado caliente, el alcohol se dispara y lo domina por completo dejando una sensación plana y quizá, demasiado fuerte.
Sin embargo, un vino que esté en su punto es como un filtro que realza lo mejor, que habla y que se expresa. ¿La clave? Como en todo: el equilibrio, encontrar el punto justo para que cada tipo de vino saque su mejor versión. Fresquito sí, pero no congelado; temperatura adecuada, no “del tiempo”. Un truquito exprés: si no tienes muy claro a qué temperatura está, fíate del cuello de la botella. Si da gusto tocarlo y está fresco (que no helado), vas bien.
Guía rápida de temperaturas.
Ya sabemos que cuando hay prisa y presión, sale a relucir nuestro lado más creativo y se nos ocurren ideas de todo tipo. Pero, si quieres conservar tu reputación, y tu vino, hay cosas que no se deben hacer jamás, nunca. Bajo ningún concepto.
Así que, ya lo sabes, enfriar un vino correctamente (y rápido) es todo un arte. Una ciencia, pura estrategia, y quizá un poco de lógica. Pero, como la lógica brilla por su ausencia en situaciones desesperadas, esperamos que con nuestros trucos asciendas al nivel pro en el mundo de las cenas improvisadas y los despistes. Y así, podrás ir a esa barbacoa con la cabeza bien alta y con tu calcetín preparado para sorprender a cualquiera.
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